Te hablo como la última vez, esa que te dije que te tomaras las pastillas. ¿Te acordás, Octavio? Me dijiste que s que te las habías tomado todas. Pero era mentira. No querias que te retara como a un niño de 87 años. Que te retara por-que se te habían caído al lavatorio cuando intentaste sacar una del frasco.
¡Pero me tendrias que haber dicho! ¡Testarudo! Las hubiéramos comprado otra vez. Aunque hoy ya es muy tarde. ¡Vos sos el único que consigue hacerme enojar así! Con tu cara de bueno, de tonto grande, de tonto lindo.
Ahora te sirvo un plato de sopa que se terminará enfriando, solo para ver el vapor subiendo como el humo de una vela, como una flor que se marchita.
-Apurate que me quiero ir a dormir-te digo con bronca, a pesar de que sé que no estás, de que ya no estás
Después de dos meses, aún no quiero darme cuenta de que te fuiste primero y me dejaste sola, frente a un plato de comida que no hace más que enfriarse, también, el muy testarudo.