Tu sonrisa era como el sol en invierno, con solo escucharte lograbas alterar todas mis defensas, me aceptaste aún con mis miedos e inseguridades, me convertiste en la persona más feliz del mundo, el futuro que tanto temía se volvía seguro a tu lado. Sin embargo, ante mis ojos eres como un pequeño diente de león del cual te alejaste de manera inoportuna y sin previo aviso tomaste un viaje del cual con mucho pesar no regresaras ¿Volviste a ver a tus padres? Cuando nos reencontramos plantaré un campo lleno de Dandelion para ti, no digo que esperes por mí, después de todo cumpliré la promesa de amarte con cada recuerdo que dejaste atrás.
Eres mi flor amarilla, eres mi felicidad efímera, eres la promesa que se va con el viento, eres lo eterno que prevalecerá hasta el final de mis días. El poco tiempo que pasamos es suficiente para llenar a mi corazón de una felicidad implacable, pero también son los suficientes momentos para llenarme en un mar de lágrimas, las promesas y los paseos al final lo termine haciendo solo acompañado de tus recuerdos, las salidas al parque se volvieron un tormento de la noche a la mañana, incapaz de volver a tocar tu flor favorita.
Incluso con los años pasando mi corazón solo late por ti, aun con esta herida en mi alma seguí adelante solo por ti, cuando recuerdo aquella sonrisa de despedida no puedo evitar soltar algunas lágrimas, aun con nuestros sueños de ser padres, no me sentí listo cuando aquello se cruzó por mi camino. El hijo que tanto deseamos ahora se encuentra recogiendo las mismas flores amarillas qué guardaste por última vez. Mi último recuerdo lo llevo en aquel lienzo que plasma solo una parte de tu belleza y alegría, eres mi todo, mi alma, mi corazón, el aire que respiro y sin ninguna duda eres lo que más extraño.