Te entrego mi corazón aún sangrante,
no por roto, sino por vivo,
porque cada latido lleva tu nombre
como un himno secreto y antiguo.
Si hay un destino, que sea contigo.
Te elijo con la furia de quien no deja salida,
con el alma de rodillas pero la voz firme:
no quiero otra vida que no me sepa a ti.
Déjame amarte como quien lanza raíces
en la tierra que reconoce como casa.
Quiero ser la mirada que siempre te busque,
y los brazos en los que el mundo se detenga.
Y si llegamos al último aliento,
que sea con la piel marcada de besos,
los cuerpos vencidos por tanto amarse,
los ojos cerrados… y el alma encendida.
Siempre tuya, Geshii...