Parte 9 - Sin esperanzas
Emily aún tenía los ojos enrojecidos cuando lo llevó de la mano hasta la sala privada donde estaban su padre y su tío.
—Papá, tío… —Emily respiró hondo—. Él es Jared. Mi… amigo.
Matthew se levantó del asiento de inmediato. Alto, de rostro duro por la vida y los años, observó al hombre frente a él con desconfianza paternal.
—¿Tu qué? —preguntó con la voz seca, protegiendo con cada célula a su hija. Su mirada bajó de inmediato a las manos entrelazadas de ambos.
Killiam Bennett, elegante y temido, se cruzó de brazos. Su sola presencia bastaba para incomodar a cualquiera, pero Jared ni siquiera parpadeó.
—Mucho gusto, señores Bennet. —Jared no extendió la mano. Solo hizo una leve inclinación de cabeza. Educado. Distante. Frío.
—Dime por qué no debería mandarte a seguir —dijo Killiam con voz suave, demasiado suave—. No tengo idea de quién eres, y apareces justo en el peor momento. Podrías ser cualquiera. Un espía, un rival…
—Jared no es un peligro —interrumpió Emily, firme, casi enfadada, Jared quiso reír —. Está aquí por mí. Porque me quiere. Porque lo llamé. Porque necesitaba verlo.
No lo había llamado, pero no importaba. Ella lo había deseado. Y él estaba ahí.
Matthew miró a su hija con ojos entrecerrados. Ese era el famoso Jared que le estaba robando a su princesa.
—No sabemos nada de él, Em. ¿Lo conoces lo suficiente? ¿De dónde viene? ¿A qué se dedica? ¿Dónde vive?
—No importa, habrá tienpo para indagarlo—dijo ella.
—Sí importa —interrumpió Killiam con una ceja levantada—. Mi sobrina no se mete con fantasmas, este muchachito tiene cara de ser un personaje de esas series de vampiros.
Jared los dejó hablar. Era parte del juego, lo sabía. Pero cuando Matthew volvió a hablar, sus palabras se tiñeron de algo más profundo.
Matthew miro a Killiam con reprensión, el sienore salia con alguna de sus ocurrencias —Es la primera vez que mi hija presenta a un chico, aunque no lo dice se que le han roto el corazón. Ha sufrido y ahora está sufriendo por su madre. Si vienes a jugar con ella, te juro que ni siquiera tu sombra va a sobrevivir.
Jared lo miró con calma. A sus ojos, esos hombres humanos eran poderosos, sí. Pero no peligrosos. No para él. Y sin embargo, los respetó. Por Emily.
—No estoy jugando con ella. No vine a eso. Vine porque sabía que me necesitaba. Y aquí estoy.
Emily se puso de pie entre ellos, molesta pero con lágrimas en los ojos.
—Basta. ¡Les estoy diciendo que confío en él! ¿Pueden respetarlo, aunque sea por hoy?
Un silencio tenso llenó la sala.
Killiam la observó, luego a Jared, y finalmente se sentó de nuevo con gesto resignado.
—Solo por hoy, Em. Solo por hoy.
Matthew, aún desconfiado, no respondió, pero no lo echó. En parte, porque algo en la mirada de Jared no le daba la impresión de ser un hombre fácil de intimidar.
Emily respiró aliviada.
Jared entonces la atrajo con un brazo por la cintura y le susurró al oído:
—Gracias.
Ella apoyó la cabeza en su hombro. Porque, aunque no sabía quién era él realmente, sentía que era su lugar seguro.
—¿Porqué me agradeces?.
—Por defenderme.
—No te burles, se perfectamente que no necesitas mi protección.
Jared la observó y pellizco su nariz —No te subestimes.
La últimas horas fueron criticas y el médico pidió que pasaran a despedirse de Tessa, Emily no dejaba de llorar.
Estaba sentada en el suelo, las manos en el rostro, el llanto seco, hondo, de quien ya no tiene esperanza. Jared la observaba desde el umbral, sin moverse, como si no supiera qué hacer con esa tristeza que le calaba los huesos.
Y entonces lo sintió.
Un estruendo sordo en su pecho.
Su corazón negro, inerte desde hacía siglos, latió, por ella.
¿Qué le había hecho esa mujer?
Él, que odiaba a los humanos.
Él, que les guardaba rencor por haberle arrebatado a su madre, a sus hermanas, a su esposa y su vida cuando tuvo que prácticamente regalar a Ana su hija.
Él, un demonio disfrazado, se estaba derritiendo por Emily Bennett.
Y eso… eso era peligroso.
Se agachó lentamente frente a ella. Le acarició el cabello con una ternura que no sabía que tenía. Emily lo miró con los ojos rotos, su alma en pedazos.
—¿Va a morir, Jared? —preguntó entre lágrimas—. ¿Va a dejarme? ¿Otra vez mi madre va a dejarme?
Él tragó saliva. Desvió la mirada. Quería decirle que sí. Que todos los humanos mueren y que eso no le importaba.
Pero no pudo.
—Quiero verla —dijo, de pronto.
Emily frunció el ceño, confundida.
—¿Qué?
—Tu madre. Déjame verla.
—No… no permiten visitas. Solo familia directa. —Ella dudó, insegura—. ¿Para qué…?
—Solo… déjame, diles que soy tu esposo.
Los demás, al escuchar eso, se opusieron de inmediato. Matthew, Ryan, incluso Killiam, todos desconfiaron de ese extraño que pedía entrar donde ningún otro podía.
Pero Emily los miró suplicantes.
—Déjenlo entrar.
—¡Emily…! —protestó Matthew.
—Lo digo yo —sentenció con voz cansada—. Si mi mamá tiene que irse, quiero que lo haga con paz. Y por alguna razón, él me da paz. Además quiero que mi madre lo conozca.
Matthew asintió, pero los acompaño. El hombre estaba destrozado, no soportaría la muerte de su segunda esposa.
Jared no dijo nada. Escuchaba los pensamientos del dolido hombre, amaba profundamente a su mujer de eso no cabia duda.
Jared recordó cuando perdió a su esposa, una humana llamada Celia, quién había jurado guardar el secreto de la familia los traicionó por segunda vez y envío a Lina su esposa a la muerte y el ni con rodó su poder pudo hacer algo por ella.
Habitación de Tessa – Minutos después
El cuerpo de Tessa estaba frágil, tan pálido como las sábanas que la cubrían. El monitor cardíaco era un lamento constante. Su aliento, apenas perceptible.
Jared cerró la puerta. Caminó hasta la cama. La observó. Jared le pidió a Emily y Matthew que salieran.
El cansado hombre se rehusó, pero su hija lo convenció de salir.
Jared se acercó a la mujer que yacía en la cama —No eres mi madre —susurró—. Pero eres su madre. Y eso basta.
Colocó una mano sobre el pecho de Tessa.
Cerró los ojos.
La habitación se tornó más cálida. El aire cambió. Algo viejo y poderoso, oculto bajo capas de sombras, despertó en silencio.
No hubo luces. No hubo ruidos. Solo… un leve suspiro.
Y luego, el monitor cardíaco cambió su ritmo.
Más fuerte. Más firme. Más vivo.
Tessa abrió los ojos.
A Tessa le pareció ver un ángel, increíblemente bello.
Pasillo – Instantes después
Jared salió con el rostro impasible. Todos lo miraron expectantes, tensos. Él solo dijo:
—Tessa despertó.
Matthew se puso de pie bruscamente. Emily contuvo la respiración. Ryan murmuró una grosería ahogada.
—¿Qué… qué hiciste? —preguntó Killiam.
—Nada —respondió Jared sin titubear—. Solo me presenté y luego abrió los ojos. Quizá… fue suerte.
Nadie creyó en la suerte.
Pero todos callaron.
Emily corrió a abrazarlo, una y otra vez, entre lágrimas y risas. Jared sintió su pecho quemar por dentro. Se obligó a respirar hondo, a no ceder.
Porque sabía lo que había hecho.
Y también sabía que no debía hacerlo nunca más.
Jared recordó las reglas, para realizar este tipo de procedimiento. Debe haber un sacrificio y el prometió un imposible. Más adelante habrían consecuencias.
Pero esa noche, lo hizo.
Por Emily.