Una noche, Adrián habló. “Mi padre eligió por mí también”, dijo. Y entonces ella lo miró por primera vez sin odio. En sus ojos ya no vio arrogancia, sino un reflejo: dos vidas atrapadas por decisiones ajenas.
𝐂𝐎𝐌𝐏𝐋𝐈𝐂𝐈𝐃𝐀𝐃
Comenzaron a encontrarse en la cocina, de madrugada. Compartían té y fragmentos de vida. Él contaba de su infancia entre criados; ella, de su pasión por dibujar. Las noches eran más suaves cuando compartían palabras.
𝐑𝐄𝐓𝐑𝐀𝐓𝐎
Elina lo dibujó sin pedir permiso. Un boceto a lápiz, rápido, pero honesto. Adrián lo encontró y no dijo nada durante días. Luego, solo comentó: “Gracias por hacerme humano en papel.”