Entré al mercado, con paso cansado,
el alma dolida, el pecho quebrado.
Vi en la vitrina tus dulces amadas,
esas que un día te hacían tan dichosas jornadas.
"A él le gustaban", susurró mi razón,
y en mi pecho estalló otra vez la opresión.
El recuerdo me ahoga, me quita el aliento,
y el corazón late, pero lento, tan lento.
Antes veía pepas y era alegría,
un gesto pequeño que en mí florecía.
Ahora son sombras de lo que fue,
un amargo recuerdo que ya no se ve.
Prometí llevarlas al día de encontrarte,
pero no supe que ibas a dejarme.
Te fuiste sin más, rompiste el lazo,
y ahora me encuentro llorando en pedazos.
¿Por qué me dejaste con tanto dolor?
¿Por qué no cumpliste el pacto de amor?
Siento que mi alma está en el suelo,
y mi corazón atrapado en un duelo.
Quisiera olvidarte, dejar de amar,
pero tus pepas no dejan de hablar.
Quizá sea hora de cerrar esta herida,
dejar de luchar en esta partida.
Si un día te encuentras con lo que fui,
recuerda las pepas, y también a mí.
Yo seré el eco que nunca se va,
el dulce recuerdo de lo que no está.