Sabrina se encontraba recostada en el sillón de la sala, el día había sido abrumador y el trabajo que el líder de su grupo le había asignado la había agotado totalmente.
A menudo, Sabrina sale a caminar pero hoy había Sido un día totalmente diferente. Mientras yacía recostada sobre aquel sillón, pudo encontrarse perdida en sus pensamientos.
Su archirival y líder del grupo estaba enamorado de ella. Pero... ¿Por qué le da tanta importancia a algo tan insignificante? ¿No es fácil decirle NO ERES CORRESPONDIDO y ya? Además, será está la no respuesta la razón por la cual el líder les dejó tanto trabajo por hacer o solo está haciendo lo que debe hacer?
Sabrina había tenido una reciente ruptura con su pareja Sentimental de casi cuatro años, aunque realmente la ruptura no era nueva ya que había pasado hace alrededor de un año, ella continuaba enamorada de su ex o al menos eso creía hasta ahora.
Pensando detalladamente y analizando la situación, decidió enfrentas sus sentimientos, pues ya era hora de olvidar e iniciar de nuevo, es decir: Borrón y cuenta nueva.
Después de tomar una seria decisión - Conocer a aquel chico más - se fue a su habitación, pues ya eran las diez de la noche y el día siguiente tenía que madrugar debido a que no había terminado de realizar el trabajo que se le había asignado anteriormente.
Entró entonces al baño e hizo sus necesidades, al terminar de bañarse - Ya que era lo último que hacía - se miró al espejo e internamente se cuestionó.
( ¿Qué me vé? ¿Qué es lo que realmente le gusta de mí? ¿Será verdad o es una broma… y si es verdad, ¿Por qué de tantas chicas bonitas se tuvo que fijar en mí? ¿No sé supone que soy fea? …O al menos eso decía mi ex.)
Después de un momento de tales pensamientos, salió del baño y se dirigió al armario, donde buscó su pijama favorita —aquel vestido color lila que le regaló su difunta madrina—. Al encontrarlo, se lo colocó, se echó un poco de perfume y desodorante; y para finalizar, se puso en posición de rezo, ya que era cristiana.
Al comunicarse con Dios por medio de la oración, sintió que no estaba sola al abrirse y contar todo lo que sentía en ese momento; sintió que, pese a los altibajos, todo iba a estar bien. Se sintió especial, amada y valorada, pues hacía tiempo que se había alejado de la religión debido a su ruptura con su ex: al seguir amándolo y ver que no volvía, había llegado a creer que Dios realmente no existía. Pero ahora se sentía diferente, como si aquel vacío de antes hubiera sido solo parte del pasado.
Y así, entonces, Sabrina se levantó del suelo, se dirigió a su cama, se acostó y apagó la luz. Después de pensar brevemente, cerró los ojos dejando atrás lo que la atormentaba.
La noche fue tranquila; la luna en su punto más alto brillaba como una estrella, y el viento era tan apacible como la oscura noche. Los animales nocturnos disfrutaban relajados de la paz que reinaba en la ciudad.
Pronto aclaró el alba. La aurora apareció inmediatamente cuando salió el sol. Eran las seis y media de la mañana, y la molesta alarma irrumpió el sueño de la incomprendida Sabrina.
Sabrina se levantó de golpe, se estiró y realizó un poco de yoga. A las 6:55 empezó a cocinar; al terminar, regresó a su habitación y, al poco tiempo, salió cambiada. Llevaba esta vez un jean de color negro, unas zapatillas blancas, una camisa blanca y un abrigo, ya que era época de invierno.
Se dirigió entonces a la cocina de nuevo, sirvió su comida y se sentó a comer. Mientras comía, agarró su teléfono y entró al chat grupal del trabajo, donde se dio cuenta de que su jornada iniciaría a las nueve debido a que tenían una junta importante. Como ella no llevaba mucho tiempo en la empresa, la trataban como inexperta, aunque sus resultados a veces demostraran lo contrario.
Al ver eso se enojó, pues el líder personalmente le había dicho que su horario comenzaba a las 7:45. Así que decidió llamarlo y exigirle una explicación.
Andrés se preparaba para ir al trabajo, su empleada le acomodaba la corbata mientras él revisaba su teléfono. Al poco tiempo recibió una llamada, quien según la registración de su teléfono era "My beautiful woman". Al ver la llamada sonrió un poco, pues pensó que ella ya había tomado una decisión en base a su declaración el día anterior.
- Buenos días, ¿cómo estás? -preguntó, dejando mostrar amplia felicidad por la llamada de ella.
Sabrina rodó los ojos, pero negando no haberle agradado escuchar su voz.
- Bien... dijo, su voz se notaba desinteresada, estresada y abrumada.
Andrés lo notó, pero no le dio importancia, solo sonrió y continuó diciendo.
- ¿Ya pensaste en lo que te dije ayer...?
Sabrina se exaltó, pues no sabía cómo reaccionar y qué decir en este momento.
- Y-yo... A-Andrés...
Andrés sonrió pues claramente había notado cómo la pregunta había puesto nerviosa a Sabrina.
- Me encanta saber que te puse nerviosa, en el trabajo hablamos, besos...
Andrés Colgó, Sabrina se quedó confundida pensando en lo que él había dicho. Nuevamente se recostó en el sillón, y como el día anterior, volvió a sentirse confundida.
Dos horas pasaron y ya las nueve habían llegado. Sabrina, quien seguía recostada en el sillón, recordó que tenía que trabajar, así que tomó su teléfono y vio la hora, al ver que eran las nueve se levantó de inmediato y salió casi corriendo de la casa.
Se encontraba ahora en la parada de autobús, y en unos cuantos minutos el autobús llegó y se subió a este y en el camino siguió pensando.
(...y si realmente me gusta? Es lindo, tiene dinero, aunque sea estricto me trata bien, su voz es increíble y hoy... no sé cómo explicar lo que sentí al escuchar su voz).
Minutos después llegó a la empresa, y al subir al elevador se encontró a Andrés que acababa de llegar también.
La subida estuvo incómoda, pues aunque eran los únicos que iban en el elevador la tensión entre ambos era notable.
(Dios, ¿por qué? ¿Por qué tenía que llegar él? ¿Por qué esto es un rasguño y tenía que ser el último piso? ¿Por qué él tiene que separar el trabajo de lo personal?)
Sabrina notó que Andrés traía puesto un cubrebocas. Al notarlo, pensó que podría ser una buena estrategia para dirigirle la palabra.
- A-Andrés...digo L-Líder...
Él solamente la miró de reojo a ver si decidía algo. Ella, muy avergonzada por cómo lo había llamado en horas de trabajo y con el rostro todo rojo, solo cayó y siguió la incómoda tensión entre ambos.
Andrés la miraba de vez en cuando, aunque se mostraba serio y disciplinado, en ese momento quería besarla y quizás llegar a algo más.
(¿Qué me hiciste, linda...? ¿Cómo le digo que hoy está más hermosa que nunca...? Bueno, siempre digo lo mismo... pero es que siempre me impresiona, me encanta... ¿cómo alguien puede ser tan sexy?)
Finalmente se abrió el ascensor. Sabrina, aún avergonzada, salió primero y se dirigió rápidamente a su lugar de trabajo.
Andrés, confundido, salió atrás de ella y se dirigió a la oficina del jefe.
- En serio, no sé qué más hacer, Dilan. Dime cómo hiciste tú para conquistar a tu chica...
Dilan sonrió, pues siempre Andrés se iba a quejar con él porque Sabrina no correspondía y le pedía consejos para saber qué hacer.
- Bro... debes tener paciencia. Solo le dijiste ayer que te gustaba, ¿qué más quieres? Darte consejos ya aburre, de todos modos no vas a hacer caso, así que mejor espera a que todo fluya.
Andrés se quedó pensando, y si dejaba que todo se resolviera por su cuenta? ¿O si mejor trataba de enamorar a Sabrina? Pues claramente la segunda idea tuvo más sentido, así que solo sonrió, le dio las gracias a Dilan y se fue a armar un plan.
Ya siendo hora del almuerzo, Sabrina seguía ocupada, así que Andrés compró comida y se la dio. Ella al principio la rechazó, pero después de tanto insistir la aceptó. Andrés se sintió frente a ella y en ningún momento separó la mirada de ella. Sabrina poco a poco se fue acostumbrando a la incomodidad que sentía por parte de Andrés, pues finalmente comprendió que solo era su forma de enamorar.
Después de eso, se volvió costumbre para Andrés obsesionarle distintas cosas a Sabrina; ella, confundida por sus repentinos cambios de actitud, solo aceptaba sin reprochar nada. Poco a poco, la conquista se volvió un hobby y Sabrina le agradecía la presencia de él.
Meses pasaron y Sabrina sintió un dolor en el pecho cuando vio a Andrés sonriendo felizmente con otra chica -que según críticos era la más hermosa de todas y haría una linda pareja con Andrés.
Pues aunque aún no le había dicho que correspondía a sus sentimientos, ella sentía celos y que iba a perderlo. Dilan poco a poco entendió la molestia por parte de Sabrina, así que se lo comentó a Andrés advirtiéndole que la podía perder; además envió a la chica al extranjero.
Un día después de un largo trabajo, Sabrina se encontraba frente a la puerta de su casa cuando una persona se acercó a ella y le dijo:
- ¿Cómo estás, bonita? ¿Cuánto tiempo sin verte...?
Dijo esto sonriendo. Sabrina se asustó pues trataba de su primer ex, aquel que había hecho su vida un infierno, quien arruinó su adolescencia y destruyó su estabilidad emocional.
- ¿D-Díego, qué haces aquí?
Él solo sonrió, pues pensó que la actitud de Sabrina había cambiado, pero al parecer seguía siendo la misma débil de siempre.
Entonces llegó Andrés a la dirección que Dilan le había dicho de donde vivía Sabrina; al acercarse vio cómo Sabrina hablaba con otro chico y sus celos se dispararon.
Con una rabieta notable se acercó a donde se encontraban Sabrina y Díego, tomó a Sabrina por la cintura y la besó. Ella, un poco sorprendida por el acto correspondiente, pero entonces Díego habló haciendo que se dejaran de besar.
- Sabrina... ahorita mismo me explicas quién es este.
Dijo, mostrándose serio. Sabrina no supo qué responder; tenía miedo a que Díego hiciera algo, así que tomó del brazo a Andrés y se escondió detrás de él.
Andrés rápidamente entendió, así que le advirtió a Díego que si se acercaba a su novia iba a tener serios problemas con él o incluso con la justicia.
Díego, con miedo por la amenaza, se fue corriendo, dejando a Sabrina y a Andrés solos.
- ¿Ahora sí me explicarás quién era ese tipo?
La miró serio; ella aún con miedo a que Díego volviera soltó una lágrima y entre llantos le explicó a Andrés de quién se trataba.
Él la abrazó y le dio un beso en la mejilla. Sabrina dijo que quería entrar a casa, así que ambos entraron y se sentaron en unos muebles.
- Preciosa... sé que aún no corresponden mis sentimientos, pero nada se me va a quitar con preguntarte... ¿quieres ser mi novia?
Ella lo abrazó, pues esa vez sí estaba convencida de que responder, entre llantos dijo.
- A-Acepto, si me gustas, t-te amo...
Andrés le secó las lágrimas, sacó un collar y se lo colocó; ella se sintió en su regazo, entrelazó sus brazos y pronto se vieron envueltos en un largo beso.
El beso fue lento y con mucho amor; Sabrina se sentía feliz de poder haber dicho que sí. Andrés también sentía felicidad de que el amor de su vida le haya finalmente correspondido a sus sentimientos.