𝘌𝘴𝘵𝘦 𝘮𝘪𝘤𝘳𝘰𝘳𝘳𝘦𝘭𝘢𝘵𝘰 𝘦𝘴 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘢𝘪𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘩𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢 𝘯𝘰 𝘢𝘤𝘢𝘣𝘢𝘥𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘢𝘶𝘵𝘰𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘰. 𝘊𝘰𝘯𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘤𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘱𝘢𝘴𝘢𝘥𝘰 𝘺 𝘥𝘦𝘭 "𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢"
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Me levanté aturdida, no sabía en donde estaba o no quería, pues me hacía una idea. Miré el cuarto, esta estaba vacía, claro sin contar aquel escritorio y la cama. Sobre el escritorio habían: papeles, carpetas, pergaminos, unas cuantas plumas y tinta negra. Eso si, estaba completamente sola, la habitación oscura a excepción de la luz tenue del sol que pasan por las cortinas y el rico aroma a un perfume varonil, se me hacía familiar aquel perfume pero no lograba acordarme del nombre de este.
Justamente cuando ya estaba fuera de la cama, la puerta frente a 𝘦𝘴𝘵𝘢 se abrió dejando ver a un hombre de casi 2 metros de altura, moreno, con cuerpo musculoso, pelo un poco despeinado y con una cara sería "esas de cuando madre se enoja" dije para mí. Lo mire bien, pues se me hacia familiar, ese era Edgar Schmidt, el rey de Alemania. Empezó a caminar hacia mi, yo me quedé paralizada, no sabía que hacer. Se paró frente a mi mirándome fijamente con esos hermosos ojos de color café, se sentía como si en ese instante estuviera flotando o mejor que todo daba una vuelta de 360° y que sólo existimos nosotros dos, pero justo en ese momento sentí q decían mi nombre. Me volví a levantat, pero esta vez maldiciendo a Saturno por sacarme de ese maravilloso sueño.
𝓖𝓻𝓪𝓬𝓲𝓪𝓼 𝓹𝓸𝓻 𝓵𝓮𝓮𝓻, 𝓮𝓼𝓹𝓮𝓻𝓸 𝔂 𝓸𝓼 𝓱𝓪𝔂𝓪 𝓰𝓾𝓼𝓽𝓪𝓭𝓸 ^^.