La camisa estaba siendo cuidadosamente abotonada, muchas veces David tenía la costumbre de cambiarse a último momento, lo causaba que por los nervios pudiera botones en dónde no iban y se daba cuenta al ver su camisa más corta de un lado que del otro. Está vez, no tuve ningún tipo de apuro.
Una vez termino con la camisa blanca, se puso ensima un chaleco negro y empezo a comodar su gargantilla, de forma que el pequeño dije de rayito quedara en el medio.
“¿Debería atarlo?”
Se miró en espejo del baño mientras movía un poco su cabeza, no le parecía mal, nada mal, no había necesidad de atarlo, ese día no había humedad, no humedad igual a no cabello con frizz. Al final, decidió no hacerlo, tenía muchas ganas de empezar de una vez con su plan y atarlo solo haría que se retrasara.
Una vez tomó la decisión, agarró su celular, abrió la cámara , se aseguró de acomodarlo lo mejor posible en el bolsillo delantero de su chaleco, y cuando vio que no se caería, salió del baño.
“Vamos tu puedes David, tu puedes.”
Se alentaba a sí mismo, nunca se había considerado un buen actor, pero sí quería hacerle esa pequeña e inofensiva broma a su novio, al menos que durará unos minutos, tenía que aguantar la risa, aunque sea unos minutos.
–¿Qué haces?
Su pregunta tal vez era muy obvia, o al menos para Samuel.
El moreno se encontraba felizmente tirado en el sillón jugando con su Nintendo Switch, en ella se podía ver como disfrutaba de una agradable partida de Zelda Breathe Of The Wild mientras comía algunas galletas.
–juego.
Estaba completamente echado en el sillón, sabía que esa posición no era muy buena para su espalda, pero en ese momento estaba demasiado cómodo como para moverse.
–ya se que estas jugando–una pequeña risa se escapó de sus labios, pero después recordó su pequeño plan, hizo su mayor esfuerzo por hacer que su voz sonara un poco más molesta–. Lo que quería saber es, porque estás jugando si todavía no estás listo.
En ese momento la mente de Samuel hizo un corto circuito, y miles de preguntas pasaban por su mente, ¿Acaso había olvidado algo importante? Esperaba que no, había molestado tantas veces a David con su personalidad olvidadiza y despistada, que si había olvidado algo muy importante le daría razones para defenderse la próxima vez, especialmente porque siempre le decía.
“–algun dia te pasara, y me voy a reir mucho.”
¡Lo iba a molestar tanto con eso! Y durante bastante tiempo, no había forma que se le olvidará pronto, incluso dentro de dos años él podría seguir usando el mismo argumento.
–¿Listo para que?
Pauso el juego para verlo mejor, apenas lo hizo sintió como un sudor invisible resbalaba por su frente mientras sus ojos lo analizaba de arriba a abajo, una y otra vez, no tenía dudas, si había olvidado algo.
–habías dicho que hoy tendríamos una cita, incluso, dijiste que harías una reservación en un restaurante, o algo así.
Explicó toda la situación inventada mientras tenía una mano en el bolsillo y apretaba fuertemente sus dedos contra su palma. Quería reír, la cara pérdida de Samuel, como si realmente estuviera confundido y no entendiera nada de nada, era un completo poema. Pero no podía hacerlo, si lo hacía sería muy evidente que algo estaba pasando, y quería ver si lograba obtener al menos un video de unos cinco minutos.
–¡Claro que lo hice!
Con suma rapidez y mucha torpeza se bajó del sillón, casi cayendo del piso en el intento.
De un momento a otro ya no se encontraba en la sala, sino en la habitación buscando que ropa ponerse mientras intentaba hacer una reservación a algún restaurante.
David escuchaba todo, y apenas se fue empezó a reír. Ya estaba más que listo para decirle a su pareja que todo había sido una broma, pero… ¿Qué tan lejos podía llegar su actuación?, ¿Que tan malo era que su novio lo invitara a cenar? No veía nada de malo, y realmente estaba disfrutando el momento.
Unos minutos después Samuel apareció con un cambio completo de estilo, llevaba ropa con un estilo un poco casual pero a la misma vez elegante, y un poco de rimel en sus pestañas, le había tomado más de lo normal, probablemente porque la ropa limpia se Lee había mezclado con la sucia.
–¿Vamos?
Lo miró con curiosidad, quería asegurarse de que estaba listo y que no le faltaba nada. Cuando te arreglas con tan poco tiempo las posibilidades de olvidar algo son muy grandes.
–Tengo billetera, celular y llaves del auto–enumerar cada cosa mientras se aseguro de que todo estaba–,si, estoy listo.
Ahora un poco más calmado fueron al auto, en el camino no hablaron de nada, David por miedo a reírse y Samuel por miedo a ser muy obvio de que se había olvidado de la salida. Aunque realmente, no había olvidado nada.
Al llegar David se sorprendió con el restaurante, no era uno extremadamente elegante como eran los que normalmente su mejor amiga lo llevaba, lo solía llevar cuando festejaban algo, pero tampoco era malo, era hogareño y acogedor, en realidad lo hacía sentir bastante cómodo.
–¿Samuel Hernández verdad?
El recién nombrado asintió ante la pregunta, la mesera fingía revisar algo en su cuaderno, aunque realmente solo había algunas anotaciones que se veían más como un garabato que letras.
–Sígueme por favor, su mesa está por aquí.
La pareja siguió a la mesera, mientras David miraba la situación con completo asombro, ¿En qué momento lo había hecho? No es que dudara de las habilidades de su novio para ser sociales, pero eso ya era otro nivel.
–¿Creíste que me había olvidado?
Entre risas solo pudo decir que nunca había dudado de él, aunque claro que era mentira, y por obvias razones.
Samuel mientras se cambiaba había intentado hacer alguna reservación, sin embargo después de hablar con cuatro restaurantes y que se la negaron por que se debía hacer con más tiempo, se iba a dar por vencido, al parecer los restaurantes toman reservas hasta cierta hora, ¡Pero! De pronto tuvo una gran idea, lo que él necesitaba no era necesariamente una reservación, sino hacer creer que tenía una. Al quinto restaurante le pidió que por favor actuarán como si tuviera una, y que lo guiaran a una mesa aleatoria que estuviera vacía. Al final resultó, y cuando le explicó la situación a la recepcionista, solo pudo reírse.
“–No te preocupes, a mi también me ha pasado lo mismo.”
Sin duda, se sentía en deuda con la chica.
Ambos chicos siguieron con su cita, David estaba muy feliz porque paso de una noche de solo comer pizza fría de hace dos dias con lo que quedaba de jugo de manzana, a disfrutar de una hermosa hamburguesas completa, con su tomatito, su lechuguita, su huevito frito, su peino y varios ingredientes más, se aseguro de saborear todo lo que podía con cada mordida, acompañada de unas papas fritas, y de postre brownie con helado de vainilla… no era que no le gusta la pizza fría y el juego de manzana, ¡Pero! No había comparación, una era rica y la otra era comida para y hecha por dioses, estaba seguro que después le dejaría cinco estrellas al restaurante.
–¿Estás disfrutando cariño?
Samuel miraba con una sonrisa llena de ternura como su novio luchaba por poner en la cuchara: Brownie, helado y salsa de chocolate, para poder comer las tres cosas de un solo bocado. Era más difícil de lo que parecía, podía simplemente comer por separado y de a poco, pero no, el quería poder comer todo de un solo bocado, y estaba muy seguro que lo lograría.
Continuaron comiendo el postre, cuando se terminó quedaron unos minutos para dejar que la comida bajara un poco.
–¿Vamos Rayito?
Una vez dejaron todo pago salieron por la puerta agarrados de la mano, y empezaron a recorrer las iluminadas y transitadas calles. Sería una lástima no aprovechar la noche, con lo bonita que estaba, no hacía ni mucho calor ni mucho frío, y el ambiente era bastante agradable.
Siguieron caminando por unos minutos hasta que decidieron descansar en una pequeña baranda de un parque, mientras miraban el cielo David simplemente no pudo más y empezó a reír.
–¡Hey! Yo también quiero reírme.
Protesto mientras miraba con una leve mirada acusadora a su novio, y esperaba que terminara, tenía mucha curiosidad. Muchas veces David dejaba volar su mente, haciendo que un pensamiento simple terminará en otro totalmente diferente, cuando eso pasaba se reía de la nada, y siempre le contaba, por lo general solían ser cosas que terminaban en conversaciones muy extrañas, como.
“¿Sabes? Creo que los alienígenas no nos vienen a visitar, porque vieron que somos tan inútiles que no podemos matar mosquitos. Esas cosas se están volviendo inmortales, la otra vez le tiré un montón de insecticida y siguieron vivos los malditos.”
–Si te lo digo, ¿Prometes no enojarte?
Cerró los ojos mientras pensaba profundamente. Sabía que debía decir que no, algo dentro de él le decía que iba a terminar enojandose, pero, realmente quería saber.
–Lo prometo.
Un par de tartamudeos, sonrisa nerviosa y silencios, fueron lo que le pasó a David antes de decir lo que estaba pasando.
–Bueno, en realidad nunca planeamos nada, era una broma y pensaba pararla pero estaba yendo también, que ¿Porqué no continuar?
Solo fueron unos segundos hasta escuchar la respuesta de su pareja, solo fueron segundos en donde el ambiente se llenó de tensión y David estaba listo para arrodillarse en el piso para pedirle perdón en caso de que no se hubiera tomado bien la broma. Nada de eso pasó, Samuel empezó a reír.
–No se si estar molesto, o por el contrario orgulloso–fingió limpiarse unas pequeñas lágrimas y después apoyó su espalda contra la baranda–, fue un plan muy ingenioso.