El circo había caído en silencio esa noche. Las luces parpadeaban con un cansancio espectral y el aire olía a lluvia vieja y sueños rotos. La chica Arlequín, con su maquillaje ya corrido y su corazón desgarrado, había sido la estrella del espectáculo, pero ahora sólo era una sombra caminando entre ruinas de recuerdos.
Lo había amado con todo su ser. Él, el domador de palabras dulces y promesas vacías, la había envuelto en un mundo de ilusiones. Cada beso fue un pacto silencioso, cada caricia una promesa rota antes de nacer. Pero las máscaras caen, y cuando la suya lo hizo, mostró el rostro de la traición.
La encontró aquella noche, entre bastidores, abrazado a la funámbula. Riendo. Como si sus palabras de amor fueran un chiste contado para su entretenimiento. La chica Arlequín no lloró. No gritó. Solo sintió cómo su alma se partía en miles de fragmentos afilados.
Esa noche, cuando todos dormían, se vistió de negro. La máscara del dolor cubría sus ojos rojos, y su sonrisa ya no era dulce. Era oscura, torcida y peligrosa. Regresó al centro del circo vacío. Las cuerdas de las marionetas colgaban como sombras de muerte, y las luces titilaban sobre un suelo sucio de traiciones.
Lo esperó. Sabía que vendría. Los hombres que traicionan nunca esperan ser cazados. Él apareció al borde de la pista, confiado, sonriendo todavía.
"¿Creías que iba a llorar para siempre?" le dijo ella, con la voz llena de grietas y hielo.
Antes de que él pudiera responder, ella lanzó las marionetas al aire. Decenas de cuerdas negras volaron como serpientes vivas, enredándolo hasta inmovilizarlo. Su sonrisa desapareció; el pánico creció en sus ojos.
Ella se acercó lentamente, con la mirada vacía. "Yo era tu espectáculo favorito. Ahora te mostraré lo que es el final del juego."
El eco de su risa quebrada llenó el circo. Algunos dicen que el domador desapareció aquella noche. Otros dicen que su sombra aún deambula entre las carpas rotas, un espectro atrapado en su propio infierno.
Y la chica Arlequín... renació. Una nueva máscara cubrió su rostro: la de alguien que ya no confiaba en el amor, pero que ahora danzaba con el karma de su lado.♦️♣️♦️