Los encuentros en la biblioteca se volvieron rutina. Emil llegaba tarde, siempre con un café en la mano, y se quejaba de que las matemáticas eran "una tortura innecesaria para los músicos".
Porque sí, Emil era músico.
—¿Tocas en una banda? —le pregunté una tarde, mientras él intentaba (y fallaba) resolver un problema de derivadas.
—Sí. Soy el vocalista y toco la guitarra.
—Eso explica la chaqueta de cuero.
—También explica por qué me cuesta tanto concentrarme.
Me reí. Había algo en él que hacía que todo pareciera más ligero.
Poco a poco, pasamos de estudiar cálculo a hablar de todo y de nada. Descubrí que Emil tenía un gato llamado Bowie, que su color favorito era el rojo y que odiaba la piña en la pizza con una pasión absurda.
—Eres demasiado serio, Dylan —me dijo una noche, mientras caminábamos por la ciudad después de una sesión de estudio.
—¿Serio?
—Sí. Siempre tienes ese ceño fruncido, como si estuvieras resolviendo un problema imposible.
Me encogí de hombros.
—Supongo que soy así.
Se detuvo y me miró con intensidad.
—Te haré reír más seguido. Lo prometo.
No le di mucha importancia en ese momento.
Pero Emil cumplía sus promesas.
(Historias extraídas de mi novela "Historias Cortas De Romance BL" contiene más Historias como está, tanto las publicadas aquí como nuevas).