1. Salió de espaldas de la chimenea arrastrando la enorme bolsa de carbón, la mas grande y la última. Sacudía la cabeza envuelto en sus pensamientos: No estaba bien que me obliguen a llevar Carbón, nunca en estos cientos de años me habían dicho nada al respecto. “Santa es una figura de luz, no castiga sino que premia, aparte estoy patrocinado por esa bebida justamente por eso” les dije.“Estamos comprometido con la educación de los niños -me contestaron- y no es justo que solo los Reyes lleven a cabo esta tarea”. Y muy bajito para si mismo: “Soy Santa Claus”.
2. Resbaló un poco al pisar unas bolitas metálicas que estaba unidas entre si, le llamó la atención que eran muy pequeñitas comparadas con las de un árbol de toda la vida y esas nunca venían de a tres pero pasó de ello y siguió bregando con aquel enorme saco que no podía sacar de la chimenea y dándole vueltas a su desgracia: “Pero de que sirve que les lleve el Carbón ahora, miren la lista- les dije y lance el rollo al suelo ocupando casi toda la sala para que vieran lo larga que era- ya todos son mayores, ni hablar de aquellos que ya ni están.” Mi única victoria: “Hemos pensado detenidamente en lo que dices, vamos dejarte solo siete, será tu expiación, los cumplirás después de tus tareas en Nochebuena, no se hable mas”. Y con un hilo de voz dijo: “Soy Santa Claus”.
3. Un poco agotado se estiró porque le dolía la espalda. Entonces reparó que, colgado de los ganchos de la campana de la chimenea, estaba colgado uno de los calcetines para regalos más raros que había visto en su vida. Lo cogió en sus manos era muy suave y liviano, de un color gris humo con una viva cinta roja de un rojo un poco menos brillante que al que estaba habituado que terminaba en un lazo pero tenía un gran fallo: la rejilla muy amplia y dejaba ver todo entro, lo que le quitaba el misterio al regalo que llevaría dentro. Se encogió de hombros y volvió a su lucha con la bolsa y sus pensamiento sobre aquella noche: “Menudas piezas los que me tocaron, en cierta manera culpa mia, pero peor fue como me prepararon la logística. Siete bolsas, la última enorme, en cada una un sobre que debía abrir con las instrucciones. Cada una decía: Debes preguntar: ¿Quién se ha portado mal?”. Sacudió triste la cabeza y dijo: “Soy Santa Claus”.
4. Por fin, la bolsa cedió y la arrastró hasta el árbol que era poco más que un mástil con sus palos y velas recogidas. En el suelo tirado un bastón de caramelo, bueno, parecía un bastón de caramelo. Lo levantó y lo hizo girar achinando los ojos, no tenía el clásico espiral rojo y blanco este era solo blanco, tampoco el codo era todo lo que recordaba, éste era más bien como un gancho para la ropa saliendo en un ángulo sin curvas. Cuando empezó a vibrar casi lo deja caer al suelo pero se las arregló para apagarlo, dejarlo junto a ese árbol seco y sin adornos y volvió a repasar sus noche: “Cada uno, fue peor que el otro. ¿No puede ser culpa mia?Por mis carboncitos no entregados, ¡Por favor! El primero, ese tipo enorme que solo quería comer su carbón… y si lo dejo se come mis dedos al grito de “salchichas”. ¿Y eso de abrir el sobre cada vez para leer, el mismo: ¿Quien se ha portado mal?. Apenas me daba tiempo para reaccionar. El segundo no estaba conforme porque se empeño que todos los demás tenían mejor carbón. El tercero quería todos los sacos y también el trineo. El cuarto dormía a pierna suelta y me costó encontrarlo en medio de toda su propia basura. El sexto pasó de mi dijo que no daba el nivel, que no era nadie para juzgarlo a él que era perfecto y yo venía así de desastrado. Lógico, el quinto se había enfadado de verdad, me había arrancado media barba y encendido el fuego la chimenea mientras yo escapaba por ella quemándome todo el uniforme y lo que restaba de barba”. Sus hombros se abatieron un poco y sin emitir sonido solo moviendo sus labios dijo: “Soy Santa Claus”
5. La bolsa estaba en su lugar. Empezaba el ritual. Se acomodó la ropa que ahora era su calzoncillo enterizo ahora de un color negro chamuscado, tomó nota mental que debía tener un uniforme de repuesto en el trineo. Había afeitado la barba y recortado el pelo mas que nada para quitar el olor a pelo quemado y que no le volviera a pasar lo del anterior. Abrió la bolsa, ahí estaba el sobre para ganar tiempo dijo automáticamente su línea: “¿Quién se ha portado mal?, antes aún de terminar de abrir el sobre. Para su sorpresa, en ese papel decía: “Piensa rápido, Santa. Feliz Navidad. Firmado: Los tres”
El chasquido lo sobresaltó y levantó las manos con el sobre abierto sobre el pecho. Al momento, unas correas se cerraron alrededor de sus muñecas aprisionándolas. El filo de unas uñas rascando suavemente la linea de su cogote y el aliento cálido en su oreja dispararon su corazón al ritmo sincopado de una locomotora desbocada. Una sensual voz de terciopelo, calentó su sangre al punto de fuego liquido cuando le dijo: “Yo he sido muy mala, Y ¿tú quien eres? Soltó el sobre y sonrió mientras se daba vuelta y decía: “Soy Batman”.
Fin.