No estaba contenta, se notaba en su cara, estaba con el ceño fruncido y parecía que iba a morder a alguien. Con Renata todos sabían perfectamente los pasos que seguían, como si fuera un juego y estuvieras pendiente de las reglas enumeradas. Primero: Advierte que algo va mal, en este caso cuando "se equivocaron de nombre" los jueces, entonces su cara, que estaba con tremenda sonrisa se empieza a arrugar tal como una pasa.
Segundo: Empieza a murmurar cosas algo incomprensibles para el ser humano capaz e invocaba al diablo para hacer un trato con él, darle su alma a cambio de que ella ganará, a cambio de que ella ganara en vez de Gonzalo.
Tercero: Este es muy Renata, deja la pista de patinaje pasa por la cinta de seguridad hasta la grada dónde está su mamá y se queja con ella, como si pensara que su mamá podía sacarle la medalla a Gonzalo y dársela a ella, como si su mamá practicara magia o fuera jueza, y nada de eso; su mamá era cocinera, ni siquiera podía quedarse viendo por mucho tiempo a los chicos dando vueltas porque se mareaba, no servía para eso.
-¡Gonzalo ganó!- Su mamá ya estaba viendo para donde iba a ir la conversación, la frase no estaba dicha por una persona contenta, sino por una amargada, la mamá de Renata respiró hondo, había estado sentada ahí desde hacía casi tres horas, poco más, y ella y la grada, serían uno, lo único que quería hacer era pararse e irse, pero aún faltaba que los dejaran ir hasta donde se entregaban las medallas, que le dieran la correspondiente a su hija, y ahí, se podrían ir tranquilas... O casi.
-Bueno, eso a veces pasa amor, a veces se gana, a veces se pierde, varias veces ganaste vos, Gonzalo gano unas, vos ganaste otras, ya habrá una próxima- Explicación razonable para cualquier niño del mundo, para cualquier niño del universo, menos para Renata.
-No quiero una próxima, ¡Quiero que sea ahora!- Su hija era mala perdedora, casi desde que nació, y eso era algo que la desquiciaba hasta los huesos.
-¡No será ahora, asique cerrá el pico!, ¡Ahora te vas a sentar acá conmigo, vas a esperar a que nos llamen, y vas a ir y con una sonrisa de oreja a oreja vas a recibir tu medalla, no será la número uno, pero es una maldita medalla!, ¡Asique deja de joder!-
Renata se largó a llorar y se sentó en las gradas junto a su madre, esperaron veinte minutos más hasta que los jueces llamaron a la sección de 14 años para ir a la sala donde se entregaban las medallas. Fueron llamándolos de a uno, con tiempo de unos cinco segundos entre llamado y llamado, primero fue Gonzalo, y después ella, quien se sintió humillada. Estaba llorando a mares, era horrible tener que pasar por eso, antes de ir adelante, estaba atrás de su enemigo mortal, caminando hacia donde los llamaban, él se giró y la miró.
-¿Por qué lloras?-
-¿Eh?-
-Que porque lloras-
-¿Por qué crees idiota?- Gonzalo en serio parecía no entenderlo, como si la opción de llorar por no tener el primer puesto fuera tan pero tan ridícula que ni siquiera estuviera en sus opciones de respuestas; el joven la siguió mirando, notó como ella tocaba la medalla que aún no se había puesto y como miraba la que él tenía colgada en el cuello, hipnotizada, por su mente paso un: "ah", de haber descubierto que cosa le molestaba a su compañera de patinaje. Se sacó su medalla y se la puso en el cuello a su contrincante y tomo la suya y se la puso en el cuello.
-¿Qué rayos estás haciendo?, esto es una ridiculez-
-Una ridiculez divertida- El se rió y la tomó de la mano, corrieron hasta delante de todo, dónde estaban las tres plataformas de madera de distintas alturas, Gonzalo agarró a Renata de la cintura y la subió a la plataforma más alta de las tres, y él se subió a la segunda más alta. A la chica no le dio tiempo ni de protestar, ni de bajarse, todos estaban tomando fotos, por lo cual solo le quedó sonreír con la cabeza algo pérdida, el muchacho la abrazo, lo cual hizo que la foto que conservaran ambas mamás fuera de los más cómica, Gonzalo abrazando a Renata, Renata a pura lágrima sonriendo, Gonzalo siendo el número dos cuando había salido número uno, y Renata siendo el número uno cuando había salido el número dos, una historia simple que termino en un enriedo.
-¿Porque hiciste eso?- Pregunto enfadada una vez que su no tan enemigo mortal la bajo, ella podía bajar sola, pero el molestó insistía.
-Para que estuvieras feliz, ¿Lo logre?-
-Mhm, más o menos- Dijo mientras tocaba la medalla de oro. En verdad si había funcionado, pero Renata además de ser mala perdedora era muy orgullosa.
-Bueno, lo tomaré como que funcionó- Sonrió.
-Pero, ¿Vos no querías una foto siendo el número uno?, digo, lo eres...asique, no entiendo-
-Nah, para mi vos sos la número uno, además, ya habrá más veces para que gane, o no, pero será divertido-
"¿Divertido?" Se quedó analizándolo.
Ya en el auto Renata estaba con la cabeza apoyada en el vidrio dándole la vuelta una y otra vez a una frase.
"Para mí vos eres la número uno"
Eso la ponía contenta, ahora, al recordar la frase dicha, el oro no se veía tan brillante como ella lo recordaba, pero el momento en que él le dio la medalla, era lo más brillante que alguna vez había visto, más brillante que cualquier estrella. Sonrió al ver que en aquella foto que le saco su mamá por primera vez aparecía una Renata a la que le puso feliz perder, porque a veces perder no es tan malo, a veces es una ridiculez divertida.