Cuando abrí los ojos, ya no era yo. Había despertado en el cuerpo de la temida villana del Reino de Velaris, la misma que había leído en mi novela favorita. Pero, ¿por qué yo? ¿Por qué poseer a una mujer que coleccionaba amantes como trofeos y era odiada por cada uno de ellos?
Frente a mí, los vi: los cuatro villanos que componían su harén. El letal espadachín que había jurado matarla tras traicionarlo, el mago que quería usar su alma para un ritual oscuro, el príncipe que ansiaba destruir su legado, y el asesino que deseaba ver su sangre correr. Y ahora... ¡todos esos enemigos eran míos!
Intenté calmarme. "Si soy diferente, si cambio su destino, seguro podré sobrevivir", pensé. Pero en cuanto abrí la boca para disculparme, uno de ellos desenfundó su arma, fulminándome con la mirada.
"Si no los trato bien, me matarán. Si no los controlo, también me matarán".
Entonces, algo en mi interior despertó, una chispa de desafío. "¿Saben qué? Yo también mando aquí. No me doblegaré ante ustedes".
Sonreí con una mezcla de nervios y osadía. "De ahora en adelante, ustedes serán mis esclavos. Les guste o no, aprenderán a obedecerme."
El silencio fue mortal. Luego, el príncipe se rió con burla. "¿En serio crees que puedes controlarnos?"
"Intentémoslo", respondí. Porque si iba a morir, lo haría siendo la reina indomable que este mundo jamás olvidaría.