PARTE 1
Era la niña de sus ojos, eso decía. Un hombre enamorado de su creación. La mayor de sus flores quién tomaba forma a medida que crecía.
Antonio puso sus ojos carnales en su pequeña. Con la excusa de leerle un cuento o acompañarla a dormir. Sin previa sospecha se metía entre sus sábanas y toc*ba su cuerpo inocente.
Ana era una chica que sentía y aunque desconocía las intenciones de su héroe, le gustaba su t*que, le gustaba sentir sus dedos vagar por todo su ser y lo esperaba con ansias cada noche.
Ana despertó un deseo infernal deseaba ser sucumbida por la maldad, pero Antonio tuvo que marcharse, su esposa dejó de amarlo y le pidió que abandonara el hogar.
Una tristeza embargo a Ana, por muchos años espero que su padre regresara, pero el la había olvidado.
La chica creció y su cuerpo glorioso también.
Ana tenía secretos en las noches, veía películas para adultos y toc*ba su cuerpo en la oscuridad. Era su vicio y aunque quisiera no podía dejar de hacerlo.
Ana pasó de cama en cama por muchos años. No podía detenerse y no encontraba estabilidad con nadie.
La mujer laboraba en un bar, lugar que le permitía continuar con sus fechorías, pero un día conoció a un sexi pelirrojo, era extremadamente guapo y se encontraba solo en su mesa.
Era extraño que alguien tan hermoso estuviera sin compañía, normalmente esos hombres siempre tenian una o mas chicas a su lado.
Ana se dirigió hacia el con un pequeño cuaderno para tomar su orden.
"Hola, ¿Gusta beber algo?"
Ana era una hermosa chica con ojos azules como el mar y radiante cabellera negra que adornaba su maravilloso cuerpo.
Ryan levantó su cautivadora mirada, intentando decifrar lonque ocurría, observó a la mujer de pies a cabeza y respondió "A ti"
Ana le impresionaron sus palabras, había sido directo y no lo esperaba. Le pareció que aquel guapo hombre podia leer todo de ella.
El pelirrojo desplegó una hermosa sonrisa, le gustó su falsa inocencia.
"He venido por alguien que me debe su alma. Después que acabe con el podríamos divertirnos"
Definitivamente era peligroso, pero Ana no tenía nada que perder su madre había fallecido y sus hermanas no la querían por ser una promiscua que dañaba su reputación. Deseaba ser arrastrada por aquel oscuro hombre, pero algo la detuvo, era tenebroso y nada confiable.
"Yo...___ Titubeó ___ No salgo con desconocidos"
"Soy Ryan Phriston, pero mis enemigos me dicen Lucifer ¿Es eso suficiente para estar dentro de ti Ana?"
"¿Cómo...?__ Ana miró hacia todos los lados, todo estaba en pausa y los ojos verdes de Ryan brillaron.
"¿Cómo se tu nombre? Soy un mago negro Ana y tu no deberías verme"
Ana dejó caer su cuaderno y corrió a la barra, su respiración se tornó inconstante, sus compañeros de trabajo golpearon su rostro y le dieron a beber un poco de agua.
De pronto se sintió un estruendo un hombre se había tirado desde la galería más alta cayendo encima de una mesa de vidrio, perdiendo así su vida.
Ana se levantó y miró hacia arriba, allí estaba Ryan, pero nadie lograban verlo.
La mujer desesperada tomó su bolsa y salió huyendo del lugar, corrió desesperada y se sumergió en calles espesas y oscuras.
No tardaron en salir hombres que se escondían para hacer daño y la tomaron con demanda, lanzándola al piso "¿Pero que tenemos aquí?"
"¿Qué dices cangrejo? ¿Empiezas tu o yo?"
Ryan apareció en la escena de manera extraña los hombres se paralizaron sin poder entenderlo y sus corazones colapsaron. Ana vio como él mago se encargaba de acabarlos y aprovechando el descuido huyó una vez más.
Ana entró a su departamento temblorosa y cerró todas las puertas y ventanas, fue a la cocina y bebió un te para los nervios. La mujer se dirigió a la cama y recostó su cabeza cerrando los ojos.
Su tranquilidad fue perturbada por una voz que conocía perfectamente "No te dejaré Ana"