La vieja máquina de escribir, cubierta de polvo y con teclas desgastadas, descansaba en un rincón del ático. Era un silencioso testigo de historias olvidadas, de sueños escritos en papel y de palabras que se perdieron en el tiempo. Un rayo de sol, que se filtraba por una grieta en el techo, iluminó el teclado, revelando una hoja de papel amarillenta.
Sobre ella, una frase escrita a máquina: "El amor es un pájaro que canta en la noche". La tinta, a pesar del paso de los años, seguía viva, como un eco de un corazón que alguna vez latió con pasión. El ático se llenó de un silencio expectante, mientras la vieja máquina de escribir parecía susurrar: "Recuerda las historias que se esconden en las palabras".