Un día cualquiera, una mañana cualquiera, una tarde cualquiera y una noche cualquiera.
Había un hombre, un fotógrafo, al igual que cualquier otra persona con una cámara, le encantaba capturar imágenes de personas, animales, naturaleza; era tan apasionado a tomar fotos que incluso fotografiar a algo tan pequeño como una hormiga le satisfacía. Fotografiar el pasto le daba paz, pero con las personas, el joven fotógrafo … …. aunque los hombres le decían que era habilidoso con la cámara y las mujeres quedaron cautivadas por la imagen capturada. El artista sentía inquietud, molestia.
Cuando cargaba las imágenes de su cámara al computador, y veía las fotos para asegurarse de que se guardó por completo……………… ¿A quien le tomaba foto?, ¿a la persona que estaba frente a mi? y si es así ¿Eran así como se veían por dentro? ¿Esas expresiones en sus rostros reflejaban lo que realmente sentían eran o solo lo hacían para quedar bien frente el lente?
Se agitaba cada vez que esas preguntas golpeaban su cabeza, pero eso no era todo; al pararse para ir a la cocina por un vaso de agua, se encontró con el espejo que estaba en el pasillo de la casa. Al momento en que pasó de largo su cuerpo se detuvo, se quedó parado como si alguien lo retuviera, una fuerza, era él; lentamente caminó hacía atrás hasta estar frente al espejo, el cristal se reflejaba desde los hombres hasta la cabeza con algunos centímetros de más. Miraba fijamente su reflejo realizando las mismas preguntas hacia el mismo
– ¿Cómo era él realmente?, este soy yo por fuera, pero dicen que tu carácter y actitudes son los reflejos de como eres por dentro. Eso a mi no me importa quiero saber como soy de verdad, como es mi alma, ¿Tiene color? ¿Tiene forma?.
* * *
Todos las noches eran así, ahora el cómo combatía con sus preguntas existenciales, la forma en que calamaro sus frustraciones era simple (para él), tomaba la cámara que utilizo hoy con mucha fuerza lo lanzó contra el suelo, la comida se copia en pedazos y sus partes se esparcen por el suelo de su habitación; algunas ocasiones, cuando la cámara no se rompió “bien”, lo recoge del suelo o tomaba la parte más grande y volvió a lanzarlo contra el piso. Con los trozos más pequeños los pisaba con fuerza, como si quisiera que quedarán incrustados en el piso alfombrado.
Llegaba la mañana, levantaba completamente sudado, el pijama se le pegaba al cuerpo, se bañaba con agua fría, de desayuno era solamente un vaso de agua con pan blanco; comía el pan sin emoción mientras veía su reflejo en el vaso.
Salió de su casa y fue a comprar otra cámara y repitió sus acciones por 7 siete días, hasta que compró otra cámara el cual duraría sólo una semana y así siguió una y otra y otra vez; ese era la rueda de su vida monotona. En el día su pasión se alegraba, caía la noche y esa pasión se volvió su tormento y locura.