Últimamente no salgo mucho de casa, he estado leyendo libros, jugando en el computador y viendo anime pero no me ocupa el tiempo de todo un día. Este día fue diferente, papá me preguntó si lo acompañaba a pasear a mis perritas al cerro que hay cerca de casa y acepté. Este día desperté con mejor ánimo que otros días y me levanté temprano así que fue un buen momento para salir. El día estaba nublado, hacia frío pero no tanto, salí abrigado pero con algo ligero. Llegando a la entrada del cerro soltamos a las perritas y corrieron felices, con su cola en alto y oliendo los diferentes aromas del lugar me gustaba verlas así. Más adelante nos encontramos con un caballero algo anciano, justo en el lugar donde lo encontramos con mi papá teníamos planeado romper unas ramas para usar como apoyo en la subida al cerro. Cuando estábamos llegando el caballero se asustó por mis perritas pero mi papá lo intentó calmar diciéndole que no hacían nada a lo que el caballero respondió con tono molesto "no le creo". Eso fue suficiente para hacerme sentir mal, encontrar personas complicadas es lo peor para mí.
Mi papá solo atino a reírse y seguir nuestro camino si antes empezar a romper un par de ramas del árbol caído que había allí. Pero el caballero nos interrumpió diciendo que no podíamos hacer eso por qué había una demanda por la persona que cortó el árbol, nuevamente con una actitud que me hizo frustrame y ponerme nervioso, con ganas de irme de ahí, pero aguanté.
Mi padre le contestó de forma un poco burlesca y nos fuimos, no recuerdo bien lo que le dijo solo que yo me sentía de lo peor y estaba luchando para no devolverme y ser vencido por la frustración.
Tras ese episodio seguimos subiendo sin problemas pero yo aún estaba dolido y no tenía muchas energías para seguir pero aun así llegamos a la cima y disfrutamos del aire puro del lugar, alejado de la ciudad.
De regreso nos fuimos por otro camino y mientras pasábamos por un pasaje ya fuera del cerro una señora mayor vio a mis perritas y nos reprendió diciendo que como era posible que no teníamos amarrados a esos perros peligrosos. Nuevamente la frustración me vino y le pedí a mi papá que no le contestara y solo nos fuéramos, mientras yo cerraba mis puños y me sentía con rabia. Mis perritas no son peligrosas solo son de un tamaño y una cara que puede parecer un perro peligroso pero son unas ternuras, solo en casa cuando actúan como guardianas son de verdad peligrosas.
Esas dos situaciones fueron suficientes para dejarme mal durante el día, desanimado, sin ganas de moverme mucho. Así es la ansiedad, la poca tolerancia a situaciones que para muchos no presentan mucho estrés pero para mí son de lo peor.