He resivido tu carta, tus quejas me han llegado al Alma. En ellas dices que amáis, que sufrís por mi partida.
He de aceptar que me a molestado un poco...
¿Tan desgarrador ha sido nuestro amor, que lloras por el?.
No lo sé y no lo he de saber nunca. Lo que sí se, es que ignoraste mi cariño, destruirte el amor que sentía por ti, con tu desprecio y sin sentido...
Jamás hubo mujer alguna, que añorara más que a ti. Nublaste mi mente con tu lujuria, adornarse mi macabros pensamientos con tu dulce voz... ¡ho querida mía!, ¡con tu melodiosa voz!.
Pero la luz de la sabiduría llegó ami, como un Rayo de luz que atraviesa los bosques más tenebrosos.
¡Pero no te odio!... es más, hoy te amo más que nunca. Pero ahora el trinar de las aves despierta mis nervios, el mar y sus olas no calman mi mente, los cielos sonrosados me parecen patéticos.
¡pero aquí yo soy el patético!, ¿crees que algún día me alivie del mal que me has causado?.
Anhelo con esperanza casi nula, que algún día pueda volver a verte a los ojos, que sus electrizantes destellos no hipnotizen mi Alma y que pueda decirte a viva voz;
"Yo sé que no me amás"...