En el silencio de la noche oscura,
se escuchan susurros de un dolor callado,
el eco de un corazón que anhela,
pero que en su soledad se ve atrapado.
Las lágrimas caen como lluvia densa,
en un paisaje desolado y frío,
donde los recuerdos se vuelven penas,
y el alma se desgarra en un vacío.
El amor se desvanece en el tiempo,
como una flor marchita por el invierno,
dejando en su paso un rastro de lamento,
y un corazón destrozado en el infierno.
Así va la vida, cruel e implacable,
arrastrando ilusiones y sueños rotos,
dejando en su camino cicatrices imborrables,
y corazones rotos en pedazos dispersos.