Un hombre sabio, quiso ir al espacio, pero con alas del Alcón.
No lo podía lograr porque los humanos nunca lo han hecho; entonces tomo sangre del Alcón porque un sabio le había dicho que esa era la manera, para que pudiera obtener sus alas y se tomó ese líquido rojo sanguinolento.
En realidad si empiezo a volar, pero no sabía lo que sentía, pues sintió como su cuerpo se volvió, más liviano y le salieron alas y rostro se le volvió una mezcla entre ser humano y ave y le empezó a entrar un apetito por la carne y lo que el quería llegar muy alto se le olvidó y su mente humana ya no era la misma, pensaba como un animal, ignorante, de lo que eran sus antepasados cuando, todavía no eran seres evolucionados.
La esperanza que tenía de ir más allá de la estratosfera, se le había esfumado entre sus plumas.
Debido a esto antes de que perdiera la última parte de humanidad, se encerró en una caverna y dicen los que conocen su historia que posiblemente este fue el echo de inspiración, para el cuento del hombre de las cavernas de Platón.