Era un viernes y caminaba con la misma expresión que tengo los últimos veinte años, la de alguien que dibuja una sonrisa para el resto, pero tiene el corazón roto en mil pedazos.
Vi aquel chico de ojos grandes, que siempre aparece en mis sueños o mis pesadillas desde que tengo razón, desde que recuerdo; es como un acompañante silencioso que mantiene la misma imagen mientras soy yo quien va creciendo.
Me sorprendo y decido seguirle, no sé su nombre así que no sé cómo llamarle para que me preste atención, ¡Oye!, ¡Oye!, grito, pero él sigue caminando. En mis sueños siempre está conmigo, cuidando mis pasos, ya sea para pasear por la orilla del mar, o para escondernos en un mundo postapocalíptico en que las personas son perseguidas si no pertenecen a las filas de los gobernantes que dirigen una tierra oscura y sin vida.
De pronto, recuerdo que sé su nombre y grito:¡Alex!
Él voltea y mi ve, sonrió porque en el sueño, siempre es confort para el espíritu y consuelo para el alma; y ahí mientras lo veo acercarse, el dolor de esta vida triste, angustiante, que desespera y oprime, parece desaparecer en el acto.
Es ahí cuando siento el dolor en la espalda, mi cuerpo está inmovilizado y reconozco que estoy en el pavimento, sin movimiento. Siento mi cabeza empapada, y comprendo, un auto me atropelló y estoy muriendo.
"Calma", dice Alex mientras me observa detenidamente, las personas que han rodeado mi cuerpo, curiosas y temerosas se van desvaneciendo.
Tal vez para otros eso sería una pena, pero para una alma que grita con desesperación cada día rogando que se acabe el tortuoso tormento de una vida desdichada de la cual no ha podido escapar, eso se siente cálido, un sonido armonioso que parece trasladarme a un lugar de paz.
Estoy en calma, a pesar de todo yo había luchado contra la corriente y aún con pesadez en el alma, había intentando día tras día seguir; pero parece que en el camino de la vida, mi fecha de caducidad ya había llegado.
Ya no hay dolor, Alex está muy cerca con mirada pasible y voz tranquila me dice "ha llegado el momento, luchaste, intentaste y fuiste valiente, ya es momento de descansar"; sus palabras de cierta manera me dan calma, y me preparan para entender que el camino de mi existencia terrenal culminó; yo no lo busqué así sucedió, y está bien todos sin saber tenemos un día que no escogemos, pero que ahí está esperando hacer su aparición.
Ahora comprendo que Alex siempre fue mi ángel de la Guarda, la compañía onírica que le daba un consuelo a mi alma, ahora conoceré el otro lado, mi ángel dice que todo estará bien, debo partir, debo confiar, debo por fin ser feliz.