Habían pasado varios días desde que una muerte trágica causada por un accidente me condujo a un mundo completamente diferente al mío. En este nuevo lugar yo no era más que una simple señorita noble que fue obligaba a permanecer dentro de las paredes de un palacio lujoso. Mis nuevos padres no podían soportar la idea de mantenerme ni un segundo fuera de su vista, pero aunque no tenían ni la menor idea, la realidad era que su verdadera hija ya se encontraba muerta.
—Señorita… ¿Enserio piensa ir usted sola al bosque? Muchos dicen que allí se encuentran criaturas horribles, con grandes cuernos y dientes capaces de arrancar la piel de una sola mordida.
No era la primera vez que una de mis sirvientas me advertía sobre los riesgos que tomaba al decidir escabullirme del castillo e ir al bosque cercano a este. Pero por mucho que intentara alejarme, algo dentro de mí sabía que ese bosque tenía las respuestas que tanto me empeñaba en buscar. En ese lugar se encontraba la solución de todos mis problemas.
Sin tardar más tiempo elaboré un plan para escapar del palacio y al caer la noche, decidí ponerlo en práctica. Luego de varias horas evadiendo guardias, finalmente logré salir por la gran entrada que se localizaba en el jardín delantero y corrí hacia el bosque como si no hubiera un mañana.
Por primera vez después de acabar en ese mundo me sentía libre. Como cuando un pájaro escapa de la jaula que lo mantenía cautivo y alza el vuelo hacia un camino de libertad. Pero… ¿Era realmente la libertad lo que me esperaba al final del túnel o simplemente comenzaba un infierno del que no podría escapar jamás?
Las dudas e incertidumbre llenaban mi cabeza mientras caminaba por el bosque. El trinar de las aves, ligado al frío viento y a la sensación escalofriante causada por el silencio del entorno, me hacían estar alerta de cualquier cosa a mi alrededor.
Justo cuando pensé que había llegado al centro del matorral, escuché una voz masculina e instintivamente caminé hacia ella.
—No vayas… No te acerques… Escapa—susurros desconocidos inundaban mi mente pero eso no me impedía continuar mi recorrido.
Con cada paso que daba, estaba más cerca de mi meta hasta que lo ví. Un hermoso hombre de cabellos dorados que al percatarse de mi presencia simplemente se quedó observando como si nunca hubiera visto a otra persona en su vida.
Luego de un extendido silencio incómodo, finalmente decidió hablar.
—¿Qué estás haciendo aquí? Los humanos no suelen ir más allá de la entrada del bosque. —Sus palabras por un momento me provocaron confusión.
—¿Entonces tú no eres humano?
Justo después de mi pregunta el chico levantó su mano derecha y junto con ella, comenzaron a salir hermosas flores a su alrededor.
Yo no podía creer lo que sucedía; sin embargo, el simple hecho de estar viva en otro cuerpo ya desafiaba las leyes mismas de la lógica.
—Si no te consideras humano, ¿qué eres realmente?—Le pregunté, pero su silencio era más que suficiente para hacerme entender de qué no diría una sola palabra al respecto.
A pesar de eso, me acerqué a él y le sonreí. Algo que nunca había hecho antes sin ningún motivo en particular. Después de todo, con una sonrisa inició una bonita historia entre dos personas que no sabían nada de la otra.
Las horas que pasé con el chico se convirtieron en días y sin darme cuenta comenzaron a surgir sentimientos que me empeñaba en ocultar. Muchos dirían que vivir aislado en un bosque sería como estar en el mismísimo infierno, pero gracias al poder que él poseía, cualquier cosa que yo quisiera se hacía realidad. Él tenía la capacidad de crear bellas ilusiones que te hacían sentir como si estuvieras viviendo tus más emocionantes sueños. Aunque, solo una cosa me intrigaba. Siempre ocultaba su brazo izquierdo y nunca dejaba que lo tocara. Llegué a preguntarle varias veces pero cuando lo intentaba, conseguía cambiar de tema al instante.
Todo era paz y felicidad en aquel bosque hasta que un día, luego de terminar de recoger unas bayas, lo ví. Él dejó al descubierto su brazo izquierdo y cuando tocó a una pequeña ardilla, esta se convirtió en piedra y dejó de existir.
El miedo y el terror se apoderaron de mi cuerpo, todos tenían razón. En ese bosque habían monstruos y ese chico era uno de ellos. Intenté dar un paso atrás pero al hacerlo, rompí algunas ramas y llamé su atención. Nuestros ojos se cruzaron y ninguno dijo ni una sola palabra por un rato hasta que él habló.
—Esto… no es lo que piensas. —Susurró intentando acercarse pero yo solo retrocedía.
—¡Aléjate de mí por favor! —Le grité y él obedeció.
Al ver su triste expresión, por un instante me sentí mal pero por mucho que quisiera no podía consolarlo. ¿Y si solo era un truco? ¿Qué pasaría si realmente era un monstruo y puso esa cara para atraerme a su trampa? Miles de preguntas sin respuestas inundaban mi mente. ¿De verdad sería capaz de permanecer con él después de lo que ví? ¿Está bien amar a un monstruo?
De repente con un movimiento de su mano derecha, él creó un pequeño gatito.
—Este gato te llevará de regreso… —Y después de decir eso, se dió la vuelta y comenzó a caminar lejos.
Las lágrimas salieron por sí solas de mis ojos. Me encontraba confundida, sin saber qué hacer en esa situación. No lo quería aceptar pero yo lo amaba y a la misma vez me aterraba. Quería quedarme con él pero tenía miedo de que esa decisión me costara la vida. ¿Habrá él sentido lo mismo por mí alguna vez?
Luego de pensarlo varias veces no tuve otra opción más que elegir partir, irme lejos del bosque y tratar de olvidar lo que en su momento me hizo feliz.
Sin perder más tiempo, seguí al gatito por todo el lugar, mirando hacia adelante, evitando observar atrás. Cuando por fin encontré la salida de ese sitio, lo último que recordé fue un leve susurro.
—Te amo…
Después de eso, mis ojos se cerraron y caí desmayada al suelo.
Al abrir los ojos, me encontraba acostada en la cama de la que había sido mi antigua casa. Rápidamente fui al espejo y al observar que había regresado a mi cuerpo original, me sentía más que sorprendida.
—Pero como es esto posible. ¿No se supone que morí? ¿Al final todo fue un sueño?
Luego de ese día, regresé a mi vida cotidiana pero nunca olvidé lo que viví en ese bosque, con ese chico. Esos recuerdos iban a permanecer grabados en mi memoria para siempre.
Incluso un día mientras iba de camino a mi casa, extrañamente me pareció ver al gatito que me había guiado por el bosque. Pero quien sabe y tal vez solo fue una ilusión o quizás… esta nueva vida sea la verdadera fantasía.
