Elisa y Marcos llevaban un tiempo juntos, y todo parecía perfecto. Pero de un día para otro, Marcos empezó a volverse distante. Al principio, Elisa pensó que era el estrés del trabajo o los estudios, así que trató de no darle importancia. Sin embargo, dos meses después, la situación había empeorado; a Marcos le molestaba todo de ella, incluso su presencia.
Un día, su amigo Luis, incapaz de seguir ocultando la verdad, decidió decirle lo que realmente estaba pasando. "Marcos se está viendo con otras chicas", le confesó con un tono de preocupación. "Llama a varias, y no es solo amistad." Las palabras cayeron sobre Elisa como una tonelada de ladrillos. Desconcertada y furiosa, no podía creerlo.
Decidió jugar su carta: un rumor. Hizo que corriera la voz de que alguien la estaba cortejando. Marcos no tardó en enterarse, y aunque nunca había mostrado celos antes, ahora estaba furioso. Su comportamiento se volvió aún más errático.
Un día, Elisa estaba practicando fútbol, algo que Marcos ni siquiera sabía que hacía. Durante la práctica, un compañero la saludó con un abrazo, justo en el momento en que alguien tomó una foto comprometedora y se la mandó a Marcos.
Esa misma tarde, Marcos apareció en su casa, exaltado. "¡Eres una ofrecida! ¡No puedo creer que estés con otro!" le gritó.
Elisa, harta de la situación, le explicó con calma que todo era una malinterpretación. "Era solo un saludo, Marcos. Estaba en las prácticas de fútbol, algo que ni siquiera te interesa saber porque últimamente no te importa nada de mí."
Marcos no la escuchaba. Estaba cegado por la ira y la inseguridad. Elisa, cansada, sacó las pruebas que había reunido sobre las infidelidades de Marcos y se las lanzó a la cara. "Mira quién es el verdadero mentiroso aquí. ¡He sabido lo que haces desde hace semanas!"
El teléfono cayó al suelo, y Marcos lo aplastó con furia. "¡Sube al coche!" le ordenó, tomando a Elisa del brazo y arrastrándola hacia el auto.
Mientras conducía a toda velocidad, Elisa le pedía explicaciones. "¿Qué estás haciendo, Marcos? ¿Por qué no simplemente me dejas si ya no te importo?"
Con una sonrisa cruel, él respondió: "No es que no me importes, Elisa. Es que me cansé de ti... pero aún así, no voy a dejar que me avergüences o que otro te tenga. Serás mía de nuevo, aunque tenga que obligarte."
De repente, Marcos aceleró hacia un tráiler que venía en dirección contraria. Elisa gritó de pánico, pero en el último segundo, Marcos giró el volante, evitando el choque por unos centímetros. Sin embargo, el auto derrapó y terminó fuera de la carretera.
La siguiente vez que Elisa abrió los ojos, estaba en una cama de hospital, con un dolor insoportable en la cabeza. Miró a su alrededor, desorientada.
"¿Qué pasó? No recuerdo nada", preguntó con la voz débil cuando un doctor entró a la habitación.
"Tuviste un accidente automovilístico con tu novio", le explicó el doctor con suavidad. "Él está bien, pero tú sufriste un fuerte golpe en la cabeza. Tardará en sanar por completo."
Elisa apenas podía procesar lo que le decían cuando Marcos entró en la habitación con una sonrisa radiante. "Cariño, me alegro de que estés bien", dijo mientras se acercaba a su cama.
Elisa sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al verlo. Algo en él le parecía inquietante, pero no podía recordar qué era.
Marcos le tomó la mano con delicadeza. "Todo volverá a ser como antes. Te prometo que lo solucionaremos."
Lo que Elisa no sabía es que el accidente no había sido tal. Marcos lo había planeado todo. Quería que Elisa olvidara lo que había descubierto, lo que había sucedido entre ellos. Ahora, con su memoria fragmentada, podría convertirla en la novia perfecta que siempre había deseado tener. Para él, era una nueva oportunidad para controlarla completamente. Y mientras Elisa luchaba por recordar, Marcos se aseguraría de que nunca lo hiciera.