Sabía que viajar en el mismo coche con Richard sería una mala idea.
Habíamos escapado de Sam por los pelos;justo cuando uno de los encargados del local nos guiaba a Richard y a mí a la salida de emergencia Sam nos vió. Pensé que estábamos perdidos y que el plan se había ido por el retrete pero Mary intervino en el momento exacto, distrayendo a Sam con un beso. Nosotros aprovechamos para huir.
Ahora estoy en la camioneta de Richard en los asientos de atrás para ser exactos. Aguantando como puedo el silencio incómodo que se ha formado desde el momento en que me subí a su coche.
— ¿Al menos vas a dejar que te diga dónde vivo? Llevas un buen rato conduciendo sin rumbo.
Él me lanza una mirada amenazante desde el retrovisor.
No sé en qué momento empezó esta absurda guerra y a decir verdad tampoco me importa por que no quiero ni voy a seguir con ella.
Voy a enterar el hacha de guerra.
— Vale. —Empiezo mirándolo desde el retrovisor, él ya no me lanza ninguna mirada amenazante. De hecho creo que me ignora. Pero éso no me detiene. — Si te he hecho algún mal en mi vida pasada ,lo siento, pero no entiendo a qué se debe tanto mal rollo de tu parte.
Él no responde de inmediato. Aparca el coche y suspira profundamente antes de retomar el contacto visual desde el retrovisor.
— Tú eres el problema. Si no te gusta un chico dícelo y punto. ¿Para qué te complicas la vida con planes ridículos que no hay por donde cogerlos? —Mira el maletín que descansa en el asiento del copiloto— Y lo peor es que incluyes a Mary en todo.
— Te podrías haber negado.
— No podía. Si cuentas con Mary automáticamente cuentas conmigo. Es imposible llevarle la contraria.
Suspiro levemente, mirando por la ventanilla del coche por un segundo. No hay nadie en la calle,el asfalto está iluminado por unos faroles aparentemente antiguos y ahora que me fijo en los pocos edificios que hay en la zona,debo decir que esta es una de esas calles que se han estancadas en los años 60.
— Yo... —Parpadeo un par de veces mirando a los ojos azules de Richard que también me devuelvan la mirada desde el retrovisor. — Pude dejar plantado a Sam. Podría haber ignorado lo que sucedió en la biblioteca y seguir con mi aburrida vida en la que no pasa nada.
— ¿Pero?
— Pero ví la oportunidad perfecta de... —Me muerdo el labio inferior apartando la mirada. — De hacer amigos.
Noto cómo él suelta un silencioso «Oh». Él desvía su mirada y la cuelga en la solitaria carretera atemporal.
Nunca ha sido fácil para mí hacer amigos,de hecho creo que el universo siempre se salta ésa fase a la hora de añadir posibles novios a mi vida. Cómo si yo necesitase un jodido novio. Mi padres se dieron cuenta de mi incapacidad para hacer amigos cuando cumplí doce y me llevaron a un campamento de verano; con las esperanzas al mil por ciento me dejaron allí tirada, rodeada de desconocidos. Los primeros días yo no hablaba con nadie—por miedo al rechazo claro—algunos incluso creyeron que era muda, otros que era una atrasada mental. Cuando me reuní de valor—a los tres días de estar ahí—comencé a hablar con cualquiera que veía, creía que si lanzaba un montón de anzuelos caerían un montón de peces también,y por suerte fué así,al menos las primeras horas. Al final del día ya conocía a todos los campistas, menos a un niño que pasaba completamente de todos, literalmente. Pero las cosas fueron a mal cuando quedé con quién creí que sería mi mejor amiga a primera hora de la mañana;lo de la hora era idea suya, lo recuerdo perfectamente:
—Ven a buscarme a primera hora de la mañana,trae tu enciclopedia.
Esa niña no sabía lo mucho que me ilusioné con su propuesta,casi no pude dormir esa noche. Fuí a buscarla a las cinco de la mañana, me quedé parada frente a la puerta de su cabaña. Inmóvil. Con la enciclopedia, que pesaba un huevo,en las manos. Y ella salió de la cabaña a las siete de la mañana junto con todas las demás niñas. Va y me dice que se cancela todo por que ya tiene otros planes con otra niña. Yo como lo comprensiva que era en ése entonces lo acepté y me fuí a desayunar encantada; pero no paraba de preguntarme qué había hecho mal. Había obedecido: vine a primera hora de la mañana con la jodida enciclopedia.
¿Qué más quería esa niña?
¿Qué más quería el universo?
Dejé de intentar hablar con los demás niños por qué creí que me pasaría lo mismo. Así que me dediqué a observar a los otros: miraba sus juegos, escuchaba sus conversaciones etc. Y no tardó en salir un apodo, comenzaron a llamarme la acosadora. Después de eso el niño que pasaba de todo se peleó con medio campamento y sus padres se lo llevaron a casa un día después,lo llamaban el loco y gracias a él se olvidaron de mí por un tiempo.
Desde entonces no he intentado hacer amigos. Así que Mary me pareció el conejillo de indias perfecto para reanudar mi nula vida amistosa.
— ¿No tienes amigos en tu instituto? —Pregunta Richard después de una larga pausa silenciosa de parte de los dos. — Ése es el sitio perfecto para hacer amigos.
— Por desgracia no. En mi insti todos se preocupan por las notas,el índice de popularidad se reduce a eso: notas. Si tienes calificaciones increíbles eres popular, todos están ocupados intentando ser el más brillante. —Suelto una risita triste. — ¿Te puedes creer que ninguno nos vemos fuera de las instalaciones del centro? —Busco su mirada por el retrovisor y por suerte la encuentro.
— A mí me gustaría ir a una escuela así. —Comenta sonriéndome, provocando la misma reacción de mi parte. — Tu vecindario. Yo conocí a Mary porque era mi vecina.
— Mis vecinos son... Bueno ni si quiera los conozco.
Él me mira con compasión, con pena. Seguramente se pregunta cómo es posible semejante patetismo.
— Si se lo vas a decir a Mary, adelante. Después de todo no es tu problema que yo sea una inútil mala para hacer amigos.
Le miro a los ojos sin disimular mi tristeza. Es más, quiero que vea lo triste que estoy, que deje salir su empatía.
— ¿Donde decías que vives? —Interroga mientras arranca la camioneta.
Supongo que lo de interpretar el papel de una chica triste no es lo mío.
Ni para dar pena sirvo.
Le digo la dirección de mi casa.
Toda la trayectoria la pasamos sin intercambiar ni una palabra;yo quería hablar, intentar buscar algún punto en común con él. Hacerme su amiga, pero las palabras no me salían de la boca por miedo a morir ignorada.
— Ahora entiendo por qué no conoces a tus vecinos. —Richard mira los apartamentos de lujo con asombro,sin ocultar su fascinación.
Yo sólo me limito a sonreír.
Es una maldición vivir aquí, no conoces a ningún vecino tuyo,no tienes jardín propio y tampoco sabes si vive aquí una viejita de esas que te regalan galletas acompañadas de consejos que nunca vas a cumplir.
— Bueno yo ya me voy yendo. —Anuncio abriendo la puerta del coche para salir.
Nada más poner un pie fuera,el frío de la noche me atropella poniendo mis poros alerta. Ignoro ese hecho y cierro la puerta del coche con lentitud, esperando a que Richard cambie de opinión.
— Espera.
Dios existe.
Me volteo de inmediato para verle la cara.
— Siento haberme comportado contigo de esa forma. A veces me cuesta lidiar con personas que no sean Mary o mi familia. —Se disculpa esbozando una sonrisa. Todavía mantiene las manos en el volante.
— No importa. —Niego con la cabeza sonriendo.
Él suspira de forma sonora, apartando su mirada de mi cara para ponerla otra vez en la carretera.
— Bueno yo...
— Sí ehm —Él frunce el ceño con una sonrisa. Él tampoco sabe cómo proseguir con esta despedida. — Puedes irte y eso.
Asiento con la cabeza todavía sonriente, preparada para darme la vuelta e irme a casa.
— Ah y —añade obligándome a mirarle otra vez. —No me puedo creer que vaya a decir esto. —dice por lo bajo, cómo un pensamiento. — Ése, ése vestido te queda bien. Así no pareces una monja.
Mi sonrisa se amplía a un más. Siento como mis mejillas se calientan y rezo para que mi cara no se transforme en un tomate.
Es la primera vez que un halago causa tal efecto en mí. Creo que se debe a que él ha pasado de casi odiarme a ser empático conmigo.
— Gracias.
Le dedico otra sonrisa que él corresponde de igual manera antes de arrancar el coche y despedirse con un «chao».
— Chao. —Repito en voz baja antes de ir pitando al portal.
📖🎮📖🎮
— Selena estoy en casa. —Mi madre interrumpe mi maratón de Sleepy Hollow entrando a mi cuarto y obligándome a pausar la serie.
El traje gris que lleva le queda a la perfección y la poca luz que entrar del gran cristal que forma la cuarta pared de mi cuarto le da un toque sombrío. Su pelo castaño claro lo lleva atado en un moño elegante que combina a la perfección con sus ojos oscuros. Se ve cansada, intentando ser la mejor abogada del país después de dejar a medias su trabajo de madre.
— Ya te veo. —Respondo secamente. Mi cara iluminada por el brillo del ordenador portátil en el que estaba viendo la serie y que tengo sobre mis muslos.
— Las clases empiezan el lunes Sele. Y...
— Ya lo sé, tengo que sacar las mejores notas si quiero entrar a la mejor universidad. Lo sé.
Ella me mira frunciendo el entrecejo,no por que esté enfadada conmigo por ver series en Netflix a las dos de la madrugada sino por que tiene la cara así.
Mi madre está de pie a pocos metros de mi cama,si quisiera podría darme un abrazo y decirme que estamos en esto juntas, que esta conmigo, que todo va a salir bien. Pero en vez de eso se limita a mirarme; todavía me ve como la niña que atrasó sus estudios, como el vivo recuerdo de su matrimonio fallido.
— Si no tienes nada más que decir me gustaría continuar con mi maratón. —la miro directamente a los ojos— Mamá.
—¿Todavía no lo entiendes verdad? —Se cruza de brazos.
— ¿El qué? ¿Que quieres a tu trabajo más que a mí? Lo entiendo perfectamente.
— Trabajo para darte lo mejor Selena.
— Yo no quiero lo mejor. Yo quiero a mi madre. —Aspiro aire. No quería "hablar" de lo mismo otra noche más pero no queda de otra. — Estábamos bien en nuestra otra casa, allí no me sentía tan sola y en la otra escuela al menos hablaba con personas de algo que no fuese la teoría de la evolución.
— Tu padre seguía viviendo en ésa ciudad con su amante. No quería que le vieras después del daño que nos hizo.
— ¿Nos? —Suelto una risa sarcástica. — A mí no me hizo nada,era un buen padre tú lo alejaste de mí, mamá. Se suponía que querías mi custodia completa para pasar más tiempo conmigo pero no lo haces. Te pasas días enteros fuera de casa dejándome sola. Señorita Abogada ¿eso no es delito? ¡Todavía soy menor de edad!
La boca de mi madre se curva hacia arriba,en una especie de sonrisa.
— Te pareces a tu padre,no valoras el trabajo que hago por tí.—Me da la espalda, camina en dirección a la puerta— Buenas noches Selena.
— Prefiero eso a parecerme a tí. —Cierra la puerta detrás de sí— ¡Selena Castaño Alveida! ¡Eres un monstruo!¡Un monstruo! —Ella no llega a escuchar ninguno de mis gritos.Paredes insonoras.
Me dejo caer en mi amplía cama con mis ojos al borde del colapso. Aunque discutamos de lo mismo casi todas las noches todavía no me acostumbro, siempre acabo igual: llorando. Me tapo la cara intentando ocultar inútilmente las lágrimas que ahora corren por mis mejillas.
— Tú no eres mi madre. Tú no...—Balbuceo entre sollozos.
Mi madre no es así, ella no puede ser mi madre. Me atrevo a decir que perdí a mi madre dos días después de volver del campamento de verano, cuando mi padre le pidió el divorcio.
Aunque me llamo igual que ella no nos parecemos en nada más. Cualquier persona puede tener una hija de ojos oscuros y pelo negro.
[BORRADOR]
*Autora*:si quieres saber lo que sigue puedes ver la novela en mi cuenta y darme tu apoyo 🌱.
