Nunca he sido alguien que busca aventuras. Mi vida era rutinaria; universidad, trabajo a medio tiempo de cajera con un sueldo de $400.650, y tardes tranquilas en mi pequeño departamento. Sin embargo, aquella mañana, todo cambió.
Me desperté con el sonido del despertador, los rayos del sol apenas asomándose a través de las cortinas. Me sentía un poco más cansada de lo habitual, como si no hubiera descansado en absoluto. Después de un rápido desayuno, me vestí con unos jeans y una sudadera, y me preparé para salir hacia la universidad.
Al abrir la puerta de mi apartamento, esperaba ver el pasillo familiar del edificio, pero lo que vi me dejó helada. Frente a mí se extendía un sendero oscuro, bordeado por árboles altos y retorcidos, que se alzaban como garras hacia un cielo cubierto de nubes grises. El aire era frío y denso, y un silencio qué lo envolvía todo.
— ¿Qué demonios…?. — Murmuré, retrocediendo un paso. El departamento había desaparecido, y con él, cualquier rastro de normalidad.
— Esto tiene que ser un sueño. — Mencione.
Golpeé la pared detrás de mí, buscando la puerta, pero no había nada. Estaba atrapada. Sin ninguna otra opción, comencé a caminar por el sendero, mis pasos resonando en el silencio absoluto. Cada paso que daba me hacía sentir más expuesta, como si algo me observara desde la oscuridad.
Después de lo que parecieron horas, vi una figura encapuchada de pie en medio del camino. Su silueta era alta y delgada, y aunque su rostro estaba oculto en las sombras, sentí una presencia poderosa.
— ¿Quién eres?. —Pregunté, tratando de mantener mi voz firme.
— No deberías estar aquí. — respondió la figura, su voz resonando en el aire, aunque no podía ver su boca moverse.
— No estoy aquí porque quiero. — Respondí, apretando los puños.
— Solo quiero volver a casa. ¿Puedes ayudarme?. — Pregunte.
La figura se quedó en silencio por un momento, como si estuviera considerando mis palabras. Finalmente, levantó una mano y señaló un sendero que se extendia hacia la izquierda, oculto entre la maleza.
— Ese camino te llevará a un lugar donde puedes encontrar respuestas. — dijo.
— Pero ten cuidado. Este lugar no es lo que parece. Te mostrará cosas… cosas que no quieres ver. — Menciono esta figura extraña.
— ¿Qué es este lugar?. — insistí, pero la figura ya había comenzado a desvanecerse en la niebla que se levantaba del suelo.
— ¡Espera!. — Exclame, pero no obtuve respuestas.
Era demasiado tarde. La figura había desaparecido, dejándome sola una vez más. Sin más opciones, seguí el sendero indicado, adentrándome en la densa vegetación. A medida que avanzaba, el paisaje se volvía cada vez más surrealista. Las ramas de los árboles parecían moverse a voluntad, estirándose hacia mí como si intentaran atraparme. El suelo bajo mis pies a veces parecía disolverse, dejándome con la sensación de estar caminando sobre un abismo.
— Esto no tiene sentido. — Murmuré para mí misma, sintiendo que la desesperación comenzaba a apoderarse de mí.
— Tiene que haber una salida… — Dije.
De repente, el sendero se abrió en un amplio claro, donde una pequeña cabaña de madera se alzaba solitaria. La cabaña parecía sacada de otro tiempo, con su techo cubierto de musgo y ventanas oscurecidas por la suciedad. Pero lo más inquietante era la sensación de que la cabaña estaba viva, como si respirara junto con el viento.
A medida que me acercaba, la puerta de la cabaña se abrió lentamente, emitiendo un chirrido agudo que hizo eco en el claro.
— ¿Hola?. — llamé desde la entrada, mi voz temblando ligeramente.
No hubo respuesta, pero una luz tenue parpadeaba en el interior. Entré, a pesar de que cada fibra de mi ser me gritaba que me alejara. El interior estaba cubierto de polvo, con muebles viejos y deteriorados esparcidos por la sala. En el centro, una mesa de madera desgastada sostenía un libro grueso de aspecto antiguo.
Me acerqué cautelosa, como si el libro pudiera saltar y atacarme. Al abrirlo, descubrí que las páginas estaban llenas de símbolos extraños y dibujos que no lograba entender. Sin embargo, algo en el libro parecía llamarme, atrayendo mi atención hacia una página en particular.
— El Sendero Entre Mundos… — Leí en voz alta, mi corazón acelerándose al instante.
“Un lugar donde las almas perdidas quedan atrapadas, vagando entre la vida y la muerte, entre lo real y lo irreal.”
Un ruido repentino detrás de mí me hizo dar un salto y girar sobre mis talones. Un hombre de mediana edad, con el rostro cubierto de cicatrices y una mirada intensa, estaba de pie en la puerta.
— ¿Qué haces aquí?. — Exigió, su voz grave llenando la pequeña cabaña.
— Este no es un lugar para mortales. — Dijo con un tono serio.
— No lo sé. — Respondí con sinceridad, sintiendo el miedo volver a apoderarse de mí.
— Solo quiero volver a casa. — Exprese.
El hombre me observó durante unos segundos, antes de suspirar y sacudir la cabeza.
— Este lugar… no es fácil de comprender. Pero si quieres salir, debes enfrentar lo que te trajo aquí. — Respondio.
— ¿Qué quieres decir?. — Pregunté, acercándome más al hombre.
Él señaló el libro en la mesa.
— Ese libro contiene los secretos del Sendero Entre Mundos. Pero también guarda tus peores pesadillas. Si quieres encontrar la salida, tendrás que enfrentarlas. — Respondio el.
— ¿Cómo lo hago?. — Pregunté, aunque una parte de mí ya conocía la respuesta.
— Sigue leyendo. — Fue todo lo que dijo antes de darme la espalda y salir de la cabaña, dejando la puerta abierta tras de sí.
Volví mi atención al libro, aunque mi mente estaba llena de dudas y temor. Sabía que leer más me llevaría a lugares oscuros, a enfrentar miedos que preferiría mantener enterrados. Pero si esa era la única manera de salir de este lugar, no tenía otra opción.
Giré la página, y de repente, el mundo a mi alrededor comenzó a distorsionarse. La cabaña se desvaneció, reemplazada por un pasillo largo y estrecho, iluminado por una luz parpadeante. El aire estaba cargado con una sensación de ansiedad, y las paredes parecían moverse, acercándose lentamente hacia mí.
— ¿Dónde estoy ahora?. — Me pregunté en voz alta, pero no hubo respuesta.
Comencé a caminar por el pasillo, cada paso resonando como un eco que parecía crecer en intensidad. A medida que avanzaba, vi puertas a cada lado, todas cerradas y numeradas con dígitos que no tenían sentido para mí. El pasillo parecía alargarse interminablemente, como si nunca fuera a llegar al final.
De repente, una de las puertas se abrió con un crujido, revelando un interior oscuro. Un frío intenso emanaba de la habitación, y una voz débil y familiar resonó desde dentro.
— Alison… — Era mi voz, pero sonaba distorsionada, como un eco distante de mis propios pensamientos.
— ¿Hola?. — llamé, asomándome a la habitación. Dentro, vi una versión de mí misma, sentada en el suelo, acurrucada y temblando.
— ¿Qué…?. — Exprese.
La otra yo levantó la cabeza lentamente, sus ojos vacíos y sin vida.
— Tienes que enfrentar lo que más temes, Alison. Es la única manera de salir. — Dijo.
Retrocedí, el miedo apoderándose de mí.
— ¡No, esto no es real!. — Mencione.
Pero la otra yo se levantó lentamente, sus movimientos rígidos y antinaturales.
— ¿Qué estás esperando? ¿No es esto lo que querías? Enfréntame.
Sin pensarlo, cerré la puerta de golpe, sintiendo mi corazón latir con fuerza. Comencé a correr por el pasillo, pero cada puerta que pasaba se abría, revelando versiones distorsionadas de mí misma, todas repitiendo las mismas palabras...
— Enfréntame.
Finalmente, llegué al final del pasillo, donde una gran puerta doble se alzaba. La abrí con fuerza, esperando encontrar una salida, pero lo que vi me dejó sin aliento.
Era mi apartamento, pero distorsionado, como si estuviera mirándolo a través de un espejo roto. Las paredes eran demasiado altas, los muebles demasiado pequeños, y todo parecía estar fuera de lugar. Un frío helado llenaba el espacio, y en el centro de la habitación, estaba la figura encapuchada que había visto antes.
— ¿Por qué sigues huyendo, Alison?. — Preguntó la figura, su voz resonando en mi mente.
— No estoy huyendo. — Respondí con determinación, aunque sentía el miedo arremolinándose en mi estómago.
— Estoy buscando la salida. — Dije.
— La salida no está aquí. — Dijo la figura, dando un paso hacia mí.
— La salida está dentro de ti. Enfrenta tus miedos, enfrenta la oscuridad, y solo entonces podrás liberarte de este lugar. — Dijo esta figura.
— ¿Cómo?. — Pregunté, sintiendo la desesperación apoderarse de mí.
— Mírate a ti misma, Alison. — Respondió la figura, extendiendo una mano hacia un espejo que colgaba torcido en la pared.
Me acerqué al espejo, aunque cada paso me hacía sentir más pesada, como si una fuerza invisible intentara detenerme. Cuando finalmente me vi reflejada, entendí lo que la figura intentaba decirme.
En el espejo, no vi a la joven universitaria que solía ser. Vi a un demonio con mucha energia maligna. Su fuerte energia me esta consumiendo, su apariencia era... Era igual a mi, pero distorsionada. Se esta haciendo pasar por mi...
— Enfréntate a ti misma. — Dijo la figura detrás de mí, y por primera vez, comprendí lo que debía hacer.
Miré mi reflejo a los ojos, sintiendo que una fuerza poderosa comenzaba a emerger dentro de mí.
— No voy a dejar que me controles. Dije en voz alta, mi voz firme y clara.
— Soy más fuerte que esto. Soy más fuerte que tú.
El reflejo comenzó a cambiar, transformándose en la versión distorsionada de mí que había visto en el pasillo. Pero esta vez, no retrocedí. Di un paso hacia adelante, y cuando lo hice, sentí que algo se rompía dentro de mí. El espejo se agrietó, y con un estallido de luz, todo el mundo a mi alrededor comenzó a desmoronarse.
Caí de rodillas, sintiendo que el peso del mundo me aplastaba, pero me negué a ceder.
— No más. — Susurré, apretando los puños.
— No más…
Y entonces, todo se desvaneció.
Me encontré de nuevo en mi habitación, el sol brillando suavemente a través de las cortinas. El reloj marcaba la hora exacta en que había salido de casa esa mañana, como si nada hubiera pasado. Pero yo sabía que algo había cambiado.
Me levanté con dificultad, sintiendo que había librado una batalla que no podía explicar. Cuando miré a la mesa de noche, vi un pequeño colgante con una piedra oscura, brillante y fría al tacto. Un recuerdo del sendero entre mundos.
— "Solo aquellos que enfrentan su verdad pueden encontrar el camino de regreso". — Susurré, recordando las palabras del guardián.
...
Fin...
Un agradecimiento especial a mi amiga Alison, que fue la protagonista de esta historia (Todo lo que paso aqui fue ficción).
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