En una familia común nacieron mellizos, y todo transcurría con normalidad hasta que crecieron y descubrieron que eran notablemente diferentes a las demás personas. Estaban completamente conectados, sintiendo cada emoción y experiencia del otro: dolor, tristeza, felicidad, angustia.
Vivían una vida tranquila hasta que a uno de ellos le diagnosticaron una enfermedad. A pesar de todos los esfuerzos médicos, quedaron secuelas. El sufrimiento continuo y el dolor persistente se volvieron insoportables, incluso con medicación. A medida que uno soportaba los dolores, veía cómo su hermano gemelo sufría y gritaba de dolor. Intentó consolarlo, pero sus esfuerzos resultaban ineficaces.
Llegó un punto en el que su gemelo, agotado por el sufrimiento, estalló: "¡Si tan solo no existieras, nada de esto me estaría pasando! ¡Todo es culpa tuya!" expresó con desesperación. Fue entonces cuando ella, sorprendida, comprendió la verdad. El sufrimiento de su hermano era consecuencia de su propia enfermedad, de su conexión con él.
Se llenó de determinación para encontrar una solución. Si lograba romper esa conexión que compartían, su hermano dejaría de sufrir, ¿no es así? Convencida de esta idea, se dispuso a encontrar una solución para liberarlo de aquel sufrimiento.
Mientras tanto, su hermano se dio cuenta de sus palabras y trató de disculparse, pero ella simplemente respondió con calma: "Está bien, encontraré una solución". Salió de la casa con una sonrisa en su rostro, pero lo que su gemelo sintió fue completamente distinto: una profunda tristeza lo invadió y tuvo un presentimiento sombrío. Aunque pensó que nada podía ser peor que el dolor insoportable que había estado experimentando, cometió un grave error al subestimar lo que podría venir después: el vacío de no sentir absolutamente nada.
Ambos mellizos se enfrentaban a un destino incierto, uno tratando de salvar al otro, mientras que el otro se enfrentaba a la posibilidad de perderlo todo. La búsqueda de una solución se convirtió en un dilema, y la conexión que alguna vez los unió ahora se convertía en una encrucijada entre el amor y el sacrificio.