Por fin estoy frente al restaurante donde hemos quedado, llego media hora tarde, espero que no se haya ido.
Al entrar veo que no hay nada extravagante, todo es simple, tal y como le pedí que fuera nuestra primera cita.
Busco entre las mesas, ahí esta él, con un libro y una rosa sobre la mesa. Camino hacia él moviendo mis caderas sensualmente llamando la atención de todos los comensales.
- Perdón por la tardanza, el taxi se equivocó de ruta.
- No ahí nada que perdonar, la espera a merecido la pena. – se levanta y me da dos besos. - Siéntate el camarero pronto nos atenderá.
La velada la pasamos contándonos cosas del uno al otro.
Sinceramente no me esperaba que fuera así de detallista, amable, caballero y algo romántico, en su perfil, de dónde lo encontré no ponía nada de eso, solo su nombre y poco más.
- ¿Qué te parece si después de la cena vamos al cine o a dar un paseo por el
parque?, estoy tan a gusto contigo Lidia, que no me importaría pasar más tiempo juntos.
- Prefiero ir al cine, el tiempo no acompaña mucho la noche para dar un paseo, además según vi la cartelera de hoy, estrenan una película que me gustaría ver.
Samuel me miró con una sonrisa radiante llena de alegría.
Terminada la cena salimos del restaurante, el cine solo estaba a unas manzanas, así que decidimos ir caminando.
En el trayecto seguíamos conociéndonos.
La sala de cine estaba bastante llena, buscamos nuestros asiento a oscuras, ya que la película estaba a punto de empezar.
- Ahora vuelvo tengo que salir un momento al baño. –
Samuel se apartó para que pudiera salir.
Para mi sorpresa, cuando voy a lavarme las manos, Samuel está dejado caer en los lavabos, su mirada es diferente, se podría decir que era perversa.
Estamos solos y la puerta esta cerrada, él se acerca con sus ojos fijos en los míos, al verlo así sin querer me muerdo el labio inferior y puedo notar como algo se enciende en mí.
Sin pedir permiso alguno se acerca aún más y me besa, sus labios son ardientes, tentadores, no puedo apartarme de él y abro los míos para darle permiso a su lengua a que entre en el interior.
El beso es intenso, nuestras lenguas luchan una batalla de placer.
Sin dejar de besarnos Samuel me coje y me sienta en el mármol frío del lavabo, el beso se hace más apasionado, las manos de él acarician mi cuerpo erizando mi piel, excitándome con cada roce y anhelando algo más.
En el momento en que le voy a quitar la camisa, la puerta del baño se abre y los dos nos miramos sin vergüenza alguna, me ayuda a bajar y salimos del baño riéndonos.
- ¿Prefieres entrar a ver la película, o prefieres terminar lo que hemos empezado? – su voz es ronca y llena de deseo.
- La película la puedo ver en otro momento.
Del cine vamos derechos a un hotel.
Nada más cerrar la puerta Samuel se acerca, pasa su mano por mi rostro sin apartar la mirada, me muerdo el labio mientras él pasa suavemente sus labios por el cuello.
Con la mano que tiene libre me quita la gomilla dejándome el pelo suelto.
- Así estas mucho mejor, deberías llevarlo siempre suelto. – su voz es solo un susurro ahogado de deseo.
Mi respiración es agitada se podía oír los latidos de mí corazón.
Samuel me coge de la cintura y me arrima más a él.
Nuestros cuerpos se unen y poco a poco son uno solo, sus labios no se despegan ni un centímetro de los míos mientras baja las manos y sin pensarlo ni un segundo rompe la camisa dejando al descubierto el sujetador de encaje rojo.
Con pequeñas y delicadas caricias me susurra al oído.
- Esto es lo que he deseado todo el día, poder tenerte entre mis brazos.
Sus manos pasan a mis caderas y me sube a las suyas mientras yo enrosco las piernas alrededor para no caerme.
Desabrocho los botones de su camisa.
Medio sonriendo me besa.
Samuel baja sus manos con pequeñas caricias hasta llegar a los muslos eso me éxito aún más, alza la falda para poder tener más acceso a mi monte de venus.
Sin miramientos alguno me arranca el tanga, dejándome desnuda de cintura para abajo, me deja caer contra la pared para poder quitarse la camisa y desabrocharse el pantalón quedando solo entre nosotros los boxers.
Mueve sus caderas excitándome aún más.
De mis labios salen pequeños gemidos de placer, incluso en algún momento le muerdo el cuello para así excitarlo a la misma vez que él a mí.
En el ambiente se podía oler la excitación del placer.
Nuestros labios se buscaban con ambición, como si no hubiera un mañana, no importaba nada ni nadie, solo ese momento de los dos.
Samuel suelta mis caderas, no puede controlar más el momento, no puede estar más fuera de mí, me desea, me añora, puedo notarlo en su respiración, en su mirada, mi cuerpo le hace una muy buena invitación para pasar ambos una noche inolvidable.
En menos de un segundo, se quita los boxers sin mirar donde los deja, yo aprovecho para deshacerme del sujetador.
- Ahora si es verdad que te tengo justo donde quiero y fue interrumpido hace un momento.
Nuestras miradas se cruzaron y sin decir nada más Samuel entra en mi desgarrando su garganta con un gran gemido.
Me tengo que agarrar con más fuerza a su cintura mientras paso las manos por su cuello para no caer.
Solo siento el frío de la pared en la espalda y el ardor de él en mi pecho y en el interior.
Nuestras respiraciones se acompasaban en una sola, las embestidas son suaves, pero muy ardientes.
Poco a poco me acostumbro a que él está dentro dándome un placer infinito, un placer deseado por ambos.
Samuel busca mis manos y las pone contra la pared por encima de mi cabeza con los dedos entrelazados a los suyos.
De nuestras gargantas salen gemidos que hacen nuestra respiración más agitada.
El ambiente estaba sexualmente cargado.
Samuel no podía aguantar más ese ritmo, así que las embestidas son más fuertes y seguras, nuestras miradas son de puro deseo, ambos podemos ver las pupilas del otro dilatadas por el momento, las ganas, el placer y la excitación.
No puedo retener más mi orgasmo.
Él nota las palpitaciones de mi interior y sabe que estoy cerca de llegar al clímax, así que hizo que las penetraciones fueran más fuertes y duras para así poder llegar los dos juntos a ese estado de satisfacción.
Samuel me llena con su simiente, al notarlo me dejo ir también.
Los gritos de nuestros nombre llenan la habitación junto con nuestro gemidos de placer.
Nos dejamos caer al suelo con cuidado de no hacernos daño el uno al otro, Samuel me besa dulcemente, pero en su mirada veo que quiere más.
-No vayas a pensar que la noche termina aquí, porque acaba de empezar.
Me guiña un ojo, me ayuda a levantarme y caminamos hacia la cama.
Estamos los dos sin ropa alguna, notando el calor que uno transmite al otro a través de nuestros cuerpos.
Samuel pasa nuevamente su lengua por mi cuello provocando que de nuevo mi piel se estremezca mientras sus manos tocan cada centímetro de mi piel, al llegar a la zona de los muslos se recrea más, hasta poner la palma de su mano en mis partes más íntimas, mete un dedo en mi interior provocándome un gemido, al ver la reacción que eso me provoca hace el movimiento más rápido y profundo.
Mis dedos se enredan entre las sábanas, que las aprieto con fuerza, aún puedo sentir el resto del orgasmo anterior.
Sin dejar de mover su mano mete otro dedo en mi interior y baja su boca regalándome dulces y tiernos besos, muy despacio, sin prisa, recreándose todo lo que puede llegar dónde está su mano, siento su lengua justo donde más lo deseaba.
Estoy a punto de tocar las estrellas nuevamente, pero Samuel se separa de mí, y de la mesita de noche coge un bote de nata, su mirada es ardiente y su sonrisa muy picara, aprieta el bote y noto el frío de la nata justo en mis pezones, me estremezco al notarlo, pero él no para y pone un poco más en otras zonas de mi cuerpo, para terminar, hace como una pequeña montaña en mi boca, intento ingerir la nata, pero él lo impide chupando mis labios.
- No la comas, es mi postre. – arrima el bote a mis labios. – abre la boca. Cuando la tengo abierta hecha un poco y me la trago, paso mi lengua por los labios para no dejar nada.
Pone otra montaña de nata y esta vez no la pruebo, se la dejo a él.
Lame toda la nata sin dejar ni rastro de ella, sus manos agarran mis muñecas y las vuelve a coloca encima de mi cabeza prohibiendo que las mueva de ahí, castigándome sin poder tocarlo.
Siento como su lengua pasa por mis labios retirando el resto de nata que aún queda y al mismo momento noto la cabeza de su miembro en mi entrada, muevo las caderas para darle acceso a mi interior, deseosa de volverlo a tener dentro de mí, me penetra despacio, pero poco duran esos movimientos ya que los acelera provocándonos un disfrute mutuo.
En la habitación se siente el eco de nuestros gemidos y de la respiración acelerada, necesito correrme, el placer me esta volviendo loca, pero quiero irme al mismo tiempo que él.
Después de varias embestidas más puedo notar como su miembro se endurece y sé que está a punto de irse, suelto mis manos y le araño la espalda al notar como él se derrama en mí y toco las estrellas a la misma vez.
Se deja caer al lado de la cama para no aplastarme.
Pongo mi cabeza en su hombro.
Tal y como esperaba fue otra noche inolvidable para ambos.
- No te puedes hacer una idea de lo que me excita el juego de nuestra primera cita. – su voz volvió a la normalidad.
- Pero debes admitir que cuando te lo propuse no te hizo mucha gracia. – se me escapó una pequeña risa al recordar su rostro ese día.
- Me pareció una locura, pero ahora no veo el momento de volverlo a repetir.
Hace tiempo me inventé este juego para no caer en la monotonía de pareja y debo de decir que nunca es igual.
- ¿Qué te parece si lo repetimos la semana que viene?
- Si es contigo, lo repito todos los días de mi vida.
- Que así sea.
Este es totalmente diferente al primero que subí.
Espero que os guste, pronto subiré más.
Muchas gracias a todos 😊