Desde siempre escucho una voz en mi interior que ordena, manda, yo solo obedezco. Si me resisto me grita tan fuerte en los oídos que prefiero la muerte que tal castigo. Siempre esa voz era majadera. Cuando quería algo lo cesaba hasta conseguirlo.
Una vez me negué a cruzar una calle llena de autos y me dejó sin conocimiento por el ruido que me provocó al negarme y así pasaron mil cosas más, pero resulta que la voz se ha encaprichado en la vecina. Una chica linda que se mudó nueva al barrio.
Mi madre me ha sorprendido en varias ocasiones espiándola, pero yo trato de que no se note mi actuar, la voz me dice cuando u como hacerlo. Fue así que logré que ella me notara. Se fijó en mí y somos novios, me gusta mucho y quiero cuidarla.
Para las personas que me ven luzco un chico normal, nadie sabe que tengo el don de hablar con la voz. Solo mi madre y yo, bueno y también ella, la voz. De vez en cuando mí madre me lleva al médico y tomó medicación. Mientras lo hago no la escucho, es un alivio dejar de oír sus órdenes.
Luego la extraño, dejo de tomar medicamentos por un tiempo y vuelvo a escucharla. Pero esta vez quiero apagar la voz, no quiero que lastime a mi vecina, así que tomo mi medicina y no la extraño para nada, con mi vecina soy feliz.
Luego de estar un tiempo tranquilo, decidí darle una oportunidad a la voz y ver cómo estaba. Me costó algo recuperarla al parecer estaba dolida por silenciarla y encerrarla. Volvió con ganas de venganza hacia la vecina, pero me negué, como era costumbre perdí el conocimiento, pero esta vez al despertar tenía las manos ensangrentadas.
No recordaba que había ocurrido, pero la vecina estaba muerta frente a mí. Tenía la cara cortada al igual que su cuerpo. Me acerqué a ver si respiraba, pero no lo hacía, así que sin mucho más por hacer corrí a lavar mi cuerpo mientras la voz reía en mi interior.
Me di una ducha y tiré la ropa en la basura. Entonces sentí un grito enorme en la habitación, era mi madre que había descubierto el cuerpo de mi vecina. La voz quería hacerle daño a ella también, pero por suerte corrió, se fue del lugar. Lo otro que sentí fueron muchas sirenas que venían hacia el lugar.
Unos hombres irrumpieron en mi baño para colocarme una camisa de fuerza. Fui llevado a un hospital allí recibí varias terapias, incluso corriente, me obligaban a medicarme. Pero al preguntar por mi vecina nadie me explicaba, incluso la voz me había abandonado.
No sabía de nadie hasta que mi madre me visito. Quise ir a casa pero ella me dijo que ese era mi hogar. En casa ni podía cuidarme, le era imposible, se veía que temía y se compadecia de mí, tampoco me dio respuesta por la ausencia de mi vecina pero yo cada tarde miro la ventana y espero a que venga.
