Ella siempre había creído que el amor era una ilusión, hasta que un día, en una pequeña cafetería, sus ojos se encontraron con los de él. Fue como si el tiempo se detuviera. Él sonreía y ella sentía que su corazón latía con una intensidad que nunca antes había experimentado.
Desde ese momento, cada día juntos fue un regalo. Paseos bajo la lluvia, risas compartidas y miradas que decían más que mil palabras. Ella se dio cuenta de que el amor no era una ilusión, sino una realidad que había estado esperando en el rincón más inesperado de su vida.
Y así, en un mundo lleno de incertidumbres, encontraron en el otro un refugio seguro, un amor que los hacía sentir completos, un amor que era su verdadero hogar.
