El sonido de mis bolsas cayendo, interrumpieron la escena lasciva que se estaba desarrollando frente a mí.
Ver a mi novio con mi hermano no fue precisamente una experiencia que alguna vez haya pensado que tendría, incluso si sabía que mi novio no me amaba.
Desde el inicio de nuestra relación supe que no le agradaba, pero le era útil.
Al menos, no había otra persona que le dedicará tanto tiempo, que conociera tan bien sus preferencias, y que pudiera invertir tanto esfuerzo en cumplir con ellas.
"¿Qué haces aquí?" Pregunto mirándome con indiferencia, no le importaba que lo hubiera encontrado follando con mi hermano, el cual ya se había tapado con la sábana de la cama, avergonzado.
"¿No me darás ninguna explicación sobre esto?" No podía creer que pudiera hacerme tal pregunta sin tratar de decirme tan siquiera que fue un error, un deliz o algo así.
"No deberías de haber vuelto hoy, ven mañana" cerro la puerta, dejándome afuera de su apartamento, solo, en la noche fría.
El frío recorrió todo mi cuerpo, no sabía si era debido a la temperatura o a mis sentimientos.
Mi pecho dolía, dolía mucho.
Sin saberlo, llegué a una habitación de hotel, arroje mis cosas a una esquina y me metí a bañar.
Cuando salí ví mi reflejo en el espejo.
Agotado.
Era todo lo que podía ver en el espejo, el joven alegre y animado que alguna vez había sido años atrás ya no estaba, mi piel se había vuelto pálida, incluso con los muchos cuidados que le daba, mi pelo mojado ahora estaba desordenado, y por mis ojos el cansancio se filtraba.
No sé cuándo fue exactamente que me empecé a perder a mi mismo. Pero recuerdo perfectamente cuándo me enamore de él.
Fue hace años, cuando tenía 17 años y estaba en la preparatoria, para ganar unos pocos créditos extras en deporte; la materia que peor se me daba, asistía al equipo de basketball, y parece ser que ahí lo conocí.
Alto, orgulloso, Inteligente y habilidoso eran las palabras que solían ser usadas para describirlo, él pareció haber nacido para liderar, incluso era el único heredero de la familia más rica de la ciudad.
Enamorarme de él fue sencillo, anhelaba ser pareja de alguien con todas esas cualidades, e ingenuamente, me force a convertirme en alguien que pudiera satisfacerlo.
En la universidad, el emprendió su propio negocio, necesitaba gente confiable y habíl, yo empecé a trabajar como si asistente a tiempo parcial mientras seguía estudiando. Fue hasta un año después de graduarme que me confesé.
Pero, el no respondió mi pregunta con un sí o no, me tomo del mentón y se acercó a mí para besarme. Tras ello, lo trate como mi todo, y de vez en cuando teníamos sexo juntos.
Parece que cometí un error, no somos novios, nunca lo fuimos.
Solté una risa ligera, ¿Qué derecho tenía yo de enojarme y sentirme dolido por alguien que no era mi pareja?
Yo siempre fuí solo su comodidad. Tal vez un ama de llaves en el mejor de los casos.
Tome mi teléfono y ví una notificación, era una nueva promoción del jabón especial que uso para lavar su ropa.
Su piel es muy sensible, y toda su ropa se debe lavar a mano con un jabón específico, y el aromatizante tampoco puede ser común, el que usó es para pieles sensibles, y tiene una ligera fragancia a pino, un aroma agradable que no resulta cansado.
Desde que me convertí en su asistente en la universidad, yo siempre fuí el que lavo cada prenda suya.
El se desvistió para coger con alguien más con la ropa que yo había tallado días antes.
Vaya que duele ese pensamiento.
Deje de pensar, y me tire a la cama sin cenar, me envolví con la cobija de esta, y me quedé aturdido hasta que mi alarma sonó puntualmente a las 5am.
A esta hora me levanto todos los días, preparo la masa y horneo un poco de pan para su desayuno, preparo algo distinto todos los días, para que pueda desayunar puntual a las 7am y llegar a su empresa a las 8am.
Según lo que dijo hoy, a esta hora debería estar ya preparando su desayuno, si me apresuró todavía puedo alcanzar.
Pero no quiero, apague la alarma y abrace a la almohada, y por primera vez en mucho tiempo, me quedé dormido hasta que el sonido de mi teléfono pitando me desperto.
[A*Lucien*]
Lucien es su nombre, la A es para que me aparezca primero en el directorio de contactos.
Tome el teléfono, y conteste.
"¿Dónde estás? ¿Sabes que por culpa de tu berrinche no tuve un buen desayuno hoy?"
Con su voz arrogante me reprimió seriamente, en este momento, yo debería de admitir mi error y disculparme humildemente, pero, no quería hacerlo, al igual que no quise levantarme hace un rato.
"No quiero que la situación de ayer vuelva a ocurrir, no sabía que era tu hermano ¿De acuerdo? Deja de actuar lamentable"
Dijo, y colgo sin que yo tuviera tiempo de decir algo, dando por echo que estaría bien con ello.
Se equivocó en algo, el chico de ayer Karin, no es mi hermano completo, es hijo de la esposa de mi padre, con la que se casó a tan solo dos meses de su fallecimiento.
Pero ¿Cómo podría el saber eso? Yo no le interesaba lo suficiente como para conocerme.
Mi estómago rugió, y baje al comedor del hotel para servirme algo casualmente.
Me quedé sentado en la mesa por un largo rato, y luego recogí mis cosas y entregué la habitación para irme en mi auto.
Llegué a mi casa, fue algo que me dejó mi abuelo que falleció no mucho después de la muerte de mi madre.
Tome mis cosas y empecé a empacar, cuando termine ya era la 1pm, me hice algo rápido y comí, para luego escribir una carta de renuncia e ir a la emoresa de Lucien.
Pase libremente hasta el piso superior, todos me conocían, y algunos no siquiera disimulaban el desprecio hacia mí. Alguien que se arrastraba persistentemente hacia su jefe.
Toque la puerta de la oficina de Lucien.
"Pasa" dijo y entre para darme cuenta que su mirada estaba fija en su ordenador.
Deslice mi carta de renuncia hacia él, y no fue hasta que intento tomar la lonchera con la que estaba familiarizado que levantó la vista.
Me miró con duda y recogió la carta, la cuál leyó descuidadamente.
"Así que te piensas ir, ¿Es parte de tu berrinche?" Me miró desdeñoso.
No le respondí. El tomo su sello y aprobó la solicitud.
"Ya que así lo has decidido puedes marcharte" y siguió trabajando, sin mostrar ningúna reacción.
Me sentí incómodo, mi partida no le afectaba, a pesar de ser consciente, me dolía recibir una y otra vez la reafirmación de que yo no le importaba.
Deje la carta aprobada en recursos humanos y me fuí, llegué a mi casa y recogí mis cosas.
Y, por primera vez en diez años, salí de la ciudad sin Lucian.
Ya invertí 12 años en él, de los 17 a los 29.
Supongo que es momento de marcharme.