La extensa lluvia cae sobre mi débil cuerpo que tiembla con cada sollozo. Las gotas mojan mis pestañas haciéndome difícil abrir los ojos y mi respiración está descompuesta por el llanto descontrolado. Se supone que me había acostumbrado a la Soledad, a no ser nadie. Quedarme siempre en una esquina siendo invisible.
Cuando me hice amiga de Lisa conocía las consecuencias de eso, que no tardaron en llegar. Y en mi historia nunca fui la princesa que deja de ser fea para ser hermosa y que todos la amen. Los chicos de la escuela solamente se me acercaban para dos cosas: burlarse de mí o pedirme el número de teléfono o una cita con Lisa.
Y para ella yo solo era una más de sus muchas criadas que tenía como séquito. Pero a pesar de eso y de la toxica amistad que tenía no me aleje porque era la única persona que seguía a mi lado.
Abatida por los recuerdos de mi última conversación con ella me dejó caer en un banco del parque, el cual está vacío porque la lluvia espanta a las personas.
"No vales nada Elena" "¿Piensas que soy tú amiga y que te hablo porque en realidad me caes bien?, lo hago por pura lastima y caridad" "Nadie se fijara en ti porque eres una basura en la sociedad, la chica invisible, y no precisamente una heroína"
Sus palabras se clavan en mi piel como pequeñas agujas absorbiendome la sangre y aumentando mi dolor y vulnerabilidad. Rompo en llanto nuevamente y palpo el asiento en busca de algo en que sostenerme y siento debajo de las palmas de mis manos húmedas una carátula gruesa.
Miro el libro ahí sorprendida y agobiada, no tiene título, solo es una carátula gruesa de color negro. Está mojado el libro y lo agarro con mis pequeñas manos apretándolo contra mi pecho para impedir que se siga mojando. Corro al primer lugar que veo y me resguardo allí hasta que deja de llover.
Cuando llego a casa me doy una ducha y dejo secando el libro y regreso para tomarlo nuevamente en mis manos.La letra es preciosa y luego descubro que también es masculina.
"Querido Diario Amigo:
El mundo es cruel y cada día sigue siendo más difícil que el anterior. La pérdida de Estefany me ha dejado un vacío en el pecho difícil de explicar. Ya no quiero más una vida social ni está cara bonita. Porque de que sirve conocer a muchas personas si todos llevan máscaras y ocultan cruelmente muchas mentiras.Llevo dos semanas sin salir de mi apartamento, cancele el contrato de modelaje en Los Ángeles porque ya no quiero pensar más en esa vida donde todos te juzgan constantemente y toman decisiones que tú no deseas.A veces termino con la mano llena de pastillas de diferentes colores preguntándome si tiene sentido vivir cuando ya no tengo absolutamente nada. Esta tarde me tope con Aymara, la ansiana del sexto piso. Desde que la conozco nunca ha usado el elevador, es una señora muy sabia. Ella me tocó la puerta y me dijo "Hola muchacho, te traje algo de comer porque estás muy flaco". Hablamos por un rato y me dio unos cuantos consejos y antes de irse me dijo: "La vida puede ser difícil, pero siempre hay un motivo por el cual seguir viviendo. Estefany se fue, pero seguro que hay más personas que te necesitan". Escribí este capítulo un tanto estresado y decidí dejarlo en el parque para completar un experimento. Te dejo las demás páginas en blanco para que hagas lo mismo, deja un mensaje positivo y ayuda a alguien que lo necesite.
PD: Espero haberte ayudado."
Cierro el libro con lágrimas en los ojos. Paso alrededor de una hora en la que pensé que escribir hasta que al fin lo conseguí y corriendo fui a llevar el diario al mismo lugar.
Un joven de alta estatura estaba junto al banco, tenía un abrigo negro largo y un gorro en su cabeza pero que dejaba a la vista unos mechones de su cabello que cubrían sus ojos. No pude ver su rostro pero miraba fijamente el banco, y lo supe: era el. Estaba vestido completamente de negro como si guardase luto. Me acerqué sigilosamente pero el no me noto hasta que el libro entró en su campo de visión. Rápidamente se volteo y esos profundos ojos azules me miraron expectantes. Le ofrecí una sonrisa de comprensión y sin decir nada lo abrace. Se sintió familiar, tardo en devolverme el abrazo pero lo hizo. Y entonces comenzó a llorar. Lo tranquilice y en cuanto se separó me miró y acariciando mi mejilla dijo:
-¿Funcionó?- asentí mirándolo a los ojos.
-Gracias por salvarme de ese vacío.
-No me agradezcas, no fue mi idea. Pero de todo lo que ha pasado no me arrepiento de haber salido en pijama de mi apartamento hace 12 horas para traer esto.- mire mi atuendo por instinto y solté una carcajada que no me salía hacia meses. Yo también iba en pijama.
