Hola, quería solamente decir que esta es de la historia que esta en mi perfil "Rosa blanca, Mathania Leucothea y Strix", es un resumen de todo recopilando solamente 4 o 3 capítulos que seria los primeros y los finales, pero evitando varios detalles que al menos yo considero importante, solo dejo esto para llamar la atención de los demás y pueden leer la historia que es mucho más completa para que entiendas mejor, sin más que decir, sigan leyendo.
Una mañana hermosa con un cálido ambiente, mariposas volando y flores muy hermosas hacían que el día se vea más precioso y decorado. Los niños jugaban en aquel ambiente, correteando y riendo mientras jugaban entre sí. Todos estaban felices, a excepción de una pequeña niña, aquella misma niña, miraba a través de la ventana del castillo, sus rizos castaños eran peinados por ella misma y no se daba cuenta lo mal que lo estaba haciendo, puesto que se quedaba más cabellos en el peine de lo normal al tirar con brusquedad, también sucedia eso por no prestar atención, ya que su mirada estaba en aquella escena con una expresión decaída y al mismo tiempo, aquella expresión facial era acompañada por una enorme envidia.
La niña, al terminar de peinarse, dejo el peine de marfil sobre su mueble, el cual, tenía detalles de mariposas tallados en el, y dejo de ver por aquella ventana. Se acomodó el vestido que era demasiado desmesurado para su gusto, le gustaba que sea de color rosa, ya que era su supuesto color favorito, pero aun así, era muy incómodo como para poder sentarse sobre su cama sin sentir molestia alguna. La niña soltó un suspiro al poder sentarse sobre su cama, luego de tener una pequeña batalla con su vestido, al apenas sentarse, escucho unos pasos acercarse, la pequeña de rizos castaños hizo una pequeña mueca que intento cambiar cuando por fin los pasos ya se había detenido dentro de su habitación.
—Catherine, ¿Qué haces aquí?, se supone que debes de estar abajo practicando—le regañaba una mujer con los mismos cabellos que tenía la niña y que vestía con una túnica de color rojo, en su rostro se veía claramente como tenía su ceño fruncido demostrando molestia.
—Mamá, estoy cansada de practicar siempre, no quiero practicar hoy—respondía la pequeña ante la molestia de su madre.
—Pero es tu deber hacerlo, tu eres la única que puede gobernar. Todo hubiera sido más fácil si en lugar de nacer tu como niña hubiera nacido un bebé varón, ya te lo explicamos con tu padre—seguía regañando sin pensar bien en lo hirientes que eran sus palabras, aunque la niña no entendiera muy bien el dolor de ellas, solo le provocaba algo de enojo porque no podría hacer lo que ella quisiera hacer como una niña normal.
—Lo sé, pero quiero tan solo un día sin hacer eso, quiero al menos un día salir y poder jugar con los demás niños.
La madre soltó una risa amarga.
—¿No tuviste mucha diversión con los días que te escapabas del castillo?, Esos días, tu padre y yo estuvimos como locos buscándote pensando que te había pasado algo grave.
—Ya pedí perdón por eso, yo solo quería salir—murmuraba ya sin saber como convencer a su madre para dejarla salir.
—Un perdón no basta con lo que paso Catherine, ve a practicar ahora en este instante si no quieres que le diga sobre esta rebeldía a tu padre.
Catherine miro a su madre con su expresión decaída. No dijo más nada ya que no quería más problema con ella como era de costumbre, cada conversación, por alguna razón, terminaba en una discusión en la cual su padre terminaba interviniendo, pero regañándola de una forma peor. La niña siempre estaba confundida, no entendía porque todos se molestaban con ella o la miraban mal, no comprendía porque no podía salir tan solo unos minutos afuera para jugar o juntar flores, lo único que podía hacer, era mirar la belleza de las flores desde la distancia por su ventana o también a las mariposas que volaban. Cuando escapaba del castillo, que eran muy pocas oportunidades, solo logró acercarse un poco a una flor de color amarillo, pero que se notaba que a su alrededor tenía aún más flores de ese mismo color, lastimosamente termino siendo sorprendida por detrás por uno de los caballeros del castillo, el cual no escucho sus suplicas y solo la llevo nuevamente a su hogar que casi consideraba como una celda.
(...)
La luna estaba sobre la sima del cielo, haciendo que todo se oscurezca, pero dando una pequeña fuente de luz como para ver a medias el camino de las personas que volvían a sus casas para dormir. En la noche, todo era silencio, lo único que se escuchaba, eran los ulular que transmitían los búhos, acompañado con las estridulaciónes de los insectos como el de los grillos que eran de lo más frecuente. A muchos le molestan esos ruidos, ya que no los dejaba dormir bien, pero a la pequeña princesa ensoñadora, le encantaban, le transmitían demasiada calma. La pequeña miraba por su ventana a las aves que volaban rápido hacia distintas direcciones, con su rapidez, no podía identificar si era un ave cualquiera, búho, o hasta alguna lechuza. De lo lejos que estaba del suelo, no podía ver que era lo que transmitía aquel sonido tan característico de los grillos, sabía sobre algunos animales e insectos por libros que hablaban sobre ellos, pero nunca logró ver uno o tocarlo por más comunes que eran. Los pensamientos de la pequeña de rizos castaños nuevamente fueron interrumpidos al ver una sombra pasar por detrás de un árbol. Catherine enfocó su vista a aquel lugar con curiosidad, para descubrir de que animal se trataba, pero solo vio lo que parecía ser una mano asomándose por el árbol. Ladeó la cabeza confundida al no entender que era, lo más lógico que llegó a su cabeza, es que era una persona normal y corriente que daba un paseo nocturno, cosa que era raro, sin embargo, sabía que no era eso al ver que aquella mano era completamente esquelética. Se asomó aún más por la ventana teniendo su cuerpo apoyado en el marco para tener mejor vista de que o quien podría ser aquello que estaba detrás del árbol y se escondía, pudo visualizar como el cuerpo de aquella cosa se asomaba más mostrando solamente puros huesos y partes esqueléticas, la cabeza fue la última parte en salir de atrás del árbol para mostrar sus cuencas vacías y oscuras que parecían verla fijamente. La cabeza de la criatura se ladeó y le fue inevitable para Catherine empezar a hiperventilar al ver eso.
Catherine dio pasos hacia atrás, con sus piernas temblorosas, aún sin apartar su mirada llena de miedo de aquella criatura, sus pasos se detuvieron en seco cuando la criatura empezó a correr a lo que parecía ser en dirección hacia ella, subió el castillo con una facilidad extraordinaria hasta finalmente llegar a la ventana de la pequeña. Ambos se quedaron mirando fijamente, la criatura por afuera de la ventana y Catherine por dentro de ella, temblando de miedo. Los labios de la de rizos castaños se movían intentando pronunciar alguna palabra o decir algo, cosa que finalmente logró al ver que la criatura hizo un movimiento con la mano que no sabía para que era, pero no espero a que lo haga y soltó un fuerte grito alertando a muchas personas.
—¡¿Catherine?!—el rey entró al cuarto azotando la puerta, haciendo así, que choque con la pared provocando un estruendo que asusto aún más a la pequeña princesa llena de terror y lágrimas.
—Y-yo, yo, vi, lo vi, e-esta ahí—decía tartamudeando y apuntando la ventana mientras no apartaba la vista de su papá que se acercaba a ella confundido.
—¿Qué viste Catherine?, ¿Qué es lo que viste?—pregunto desesperado, pensando que abría sido alguna persona de mente perversa queriendo aprovecharse de la inocencia de la pequeña niña.
—¡U-un monstruo!, ¡v-vi un monstruo por la ventana!—decía la pequeña entre gritos desesperados, mientras seguía apuntando la ventana y esta vez si dirigió su vista a la ventana donde la criatura esquelética ya no se encontraba—e-estaba afuera, pero escalo el castillo y... Y... E-entonces-
Pero la voz tartamuda de la pequeña se detuvo al sentir un golpe demasiado fuerte en su mejilla que le hizo perder el equilibrio de sus propios pies, terminando en el suelo. Catherine miro a su padre, sus ojos se llenaron aún más de lágrimas y empezó a emitir sonidos de sus sollozos que se le escapaban de sus labios al ver el rostro furioso de su padre y los puños que tenía demasiado apretados a los lado de su cuerpo. Catherine se dio cuenta que nuevamente hizo enojar a su padre por su conducta, pero su mentalidad normal de seis años no lograba descifrar el que había echo mal.
Cayó la noche demasiado rápido para Catherine que estaba sentada sobre su cama frotando su mano derecha, donde tenía una curita en uno de sus dedos. Ese mismo día, fue uno de los peores en su vida, cortarse la mano e ir corriendo siendo regañada por sus padres, fue un extremo dolor de cabeza para la pequeña.
¿Acaso alguna vez se preocuparán por ella?, ese era un pensamiento que tenía cada día.
La pequeña de rizos castaños se asomó por la ventana, ya sin la misma emoción que antes. Miraba la nada misma al estar perdida en sus pensamientos sobre lo que paso en ese momento, pero al ver un movimiento, sus ojos miel se posaron donde provenía aquello, pensando que por fin podría ver aquella lechuza negra que siempre se cruzaba volando por alguna extraña razón, pero solo termino viendo la misma criatura esquelética de ayer. Catherine solamente la miraba fijamente intentando que el miedo no la consuma de nuevo al ver cómo la criatura nuevamente corría en su dirección para treparse como lo hizo la noche anterior. La criatura miró a Catherine fijamente a los ojos por detrás del vidrio de la ventana, e intento abrirla con aquellas manos de puro huesos para entrar. Catherine retrocedió tapándose la boca para no gritar, al ver que la criatura seguía intentando abrir la ventana se escondió debajo de su cama tapándose los oídos muy fuerte para no escuchar su alrededor y solo escuchar la voz de su cabeza diciéndole que no se preocupe, esa es tan solo una ilusión suya, pronto se irá y todo estará bien.
Pronto se irá, todo estará bien.
Escucho el ruido de la ventana que intentaba ser abierta de una forma más brusca cada vez. Se tapó aún más los oídos al escuchar aquellos sonidos que hacían latir bastante su corazón.
Pronto se irá, todo estará bien.
Poco a poco empezó a escuchar que el ruido se hacía menos fuerte, entonces suelta un suspiro para dejar de contener el aire.
Pronto se irá, todo estará bien.
Al ya no escuchar nada, dejo de taparse los oídos escuchando así solamente el sonido de su corazón latiendo en su pecho de forma constante, lo escuchaba a la perfección al no haber ninguna clase de ruido en su habitación, sus oídos en un momento escucharon un pequeño ruidillo agudo por parte del silencio que pronto logró calmar al tranquilizarse. La pequeña asomo su cabeza para analizar su alrededor y paro su mirada en la ventana, la cual, estaba cerrada, al asegurarse de eso, salió de la cama con una sonrisa.
—Se fue... todo está bien—se dijo así misma muy feliz al poder superar su miedo. Catherine volteó su cabeza hacia la cama, ya que iba a recostarse en ella para dormir tranquilamente, pero se quedó completamente helada y con su boca abierta al ver a la criatura sobre su cama, mirándola fijamente con aquellas cuencas vacías y profundas—e-esto... n-no es real... p-pronto te irás... esto solo es una fantasía—decía, intentando recordar cuál era la palabra que dijo hace unos segundos en el momento en que estaba escondida debajo de su cama como método para tranquilizarse, pero cuando la criatura acerco su mano esquelética hacia ella con intenciones de tocarla, Catherine empezó a gritar con todas sus fuerzas haciendo que la criatura aparte su mano de manera brusca y se aleje de ella arrastrándose por la cama, la criatura abrió su boca haciendo un ruido raro como si estuviera gritando, creando así un sonido tan fuerte con la combinación de los dos gritos al unísono.
Una vez que a la de rizos castaños le dolía la garganta de tanto gritar, se calló, viendo así como la criatura esquelética también cerraba su boca para dejar de soltar esos ruidos extraños, se quedaron mirando el uno al otro un par de minutos hasta que ambos extendieron sus manos al mismo tiempo, y al ver la acción del contrario, se asustaron y dejaron de extender sus manos. Catherine tragó saliva y se sentó en el borde de la cama para quedar un poco más cerca de la criatura, la cual, al ver como Catherine se movía, empezó a retroceder más en la cama.
—Tranquilo, no te are daño, solo soy una niña... Pero tampoco me hagas daño a mí, porque tú si puedes hacerlo, eres más grande que yo y más tenebroso—decía intentando sonar calmada para no espantar a la criatura, la cual ladeo la cabeza al escucharla—me llamó Catherine, este es mi cuarto y es aquí donde vivo—habló esta vez con más confianza, haciendo que la criatura se acerque a ella rápidamente provocándole nerviosismo a la pequeña. La criatura solamente la inspeccionaba, y despacio, acercó uno de sus esqueléticos dedos para tocar su mejilla y rápidamente apartó su mano asustado y tembló un poco, cosa que dejó confundida a la castaña—Oye... Dije que no te are daño, soy pequeña, ¿Cómo puedo hacerte daño?—se quejó, ya que no le gustaba que la criatura la vea como alguien peligrosa.
El esqueleto se deja de cubrir y volvió a tocar su mejilla con su dedo algo tembloroso, haciendo que hasta sus huesos hagan pequeños ruidos por el chocar de los mimos, pero al ver que Catherine no le hacía nada, tomo sus mejillas con ambas manos esqueléticas y luego tomo sus cabellos rizados de color castaños.
—¿Ves? No muerdo—dijo sonriendo al ver que la criatura se notaba fascinada por la anatomía de esta—aunque tú tampoco pareces morder—dijo más que nada para sí misma antes de tomar ambas manos de la criatura para comprobar cómo era la sensación de tocar sus huesos expuestos que tan raros se les hacía, pero sus manos de esqueleto solo temblaban por la repentina acción—wow... Se siente raro...
La criatura dejó de temblar y está vez se sintió más en confianza, el esqueleto tenía sus cuencas vacías posadas en las manos de la niña. Con su mano, señaló las curitas que cubrían las heridas de la pequeña, heridas echas por lo que pasó en el accidente a la hora de la cena. La criatura no entendía para qué servían, por eso se las señaló curioso, mientras tenía su cabeza ladeada.
—¿Estás?, Son curitas, sirven para curarte de alguna herida, y tiene esos dibujos de mariposas porque me gusta dibujarlas para que queden lindas—explicaba mientras mostraba bien sus manos para que la criatura vea fascinada aquellas curitas qué tal y como dijo la pequeña, tenía dibujos de mariposas—¿Quieres alguna?—pregunto haciendo que la criatura asienta rápidamente, contento.
Catherine sonrió al ver cómo la criatura estaba interesado en tener algo que para ella era tan simple y con poco valor. La niña de rizos castaños se levantó para abrir su mueble de madera, donde tenía sus cosas guardadas, y al hurgar un poco, encontró una curita que tenía el dibujo de una bella flor de color amarilla, con cuidado se acercó a la criatura y puso aquella bandita alrededor del dedo índice esquelético de la criatura.
—Listo, ¿Te gusta?—pregunto viendo como la criatura miraba su dedo con su boca abierta. La pequeña no entendía si hacía eso como una expresión de felicidad, o de que no le gustaba para nada, pero optaba por creer más la primera, ya que no dejaba de ver el objeto—veo que si—dijo riendo leve, pero sus risas se detuvieron al escuchar los pasos de alguien acercándose—¡Rápido, escóndete!, ¡Deben ser uno de mis padres!—dijo rápidamente entre susurros. La pequeña tomó la mano de la criatura para indicarle su escondite, mientras el contrario se encontraba confuso—escóndete aquí—mandó y la criatura no dudo en seguir la orden al no entender lo que sucedía.
—Catherine, ¿Por qué gritaste?—pregunto la madre de la pequeña niña de rizos, una vez que se encontraba en la habitación de la pequeña son sus brazos cruzados. Claramente, estaba molesta con su hija por aquellos gritos.
—Bueno... Perdí el equilibro y caí—mintió la pequeña, mientras intentaba no estar nerviosa. Catherine dio algunos pasos hacía la derecha para alejarse de la cama donde estaba aquella criatura esquelética escondida, escuchando y mirando de manera sigilosa lo que ambas hablaban.
—¿Y hacía falta que todo el reino se entere de que te caíste?. Deja de gritar así y compórtate como una niña grande Catherine, tienes ya suficiente edad como para andar gritando o llorando por idioteces.
—Perdón mamá... Pero... Si escuchaste que grite, ¿Por qué no viniste a verme?—pregunto mirándola, pero su madre aparto la mirada.
—Ya suponía que era una idiotez por la que gritaste, siempre gritas por todo—se excusó de una manera muy mala, ya que ni su hija de seis años creía aquellas palabras envenenadas por una asquerosa mentira—no vuelvas a gritar por alguna estupidez, tu padre y yo estamos bastante cansados y ya causaste muchos problemas.
Catherine asiente, haciendo que su madre salga de aquella habitación para volver a dormir tranquila y sin pensar en sus palabras crueles y dolorosas, como siempre, las palabras de aquella soberana siempre eran así para la pobre niña que intentaba no pensar mucho en eso, la niña solo se concentró en la criatura aquella que seguía escondida. Catherine se acercó a la cama y se puso de rodillas para buscar a su nuevo amigo ya mencionado.
—Hey, ya se fue, puedes salir—le aviso a la criatura, la cual, no dudo en salir de la cama para mostrar la gran diferencia de altura que había entre ambos—bueno... Creo que ya es hora de que vuelvas de donde vienes, no es seguro que estés aquí, hay muchos guardias—le explicaba, mientras se acercaba a la ventana y volteó su rostro para ver a la criatura que solo se quedaba en el mismo lugar mirándola con sus cuencas vacías, parecía como si no quisiera irse de allí—somos amigos ahora, puedes venir cuando quieras, pero ahora debes irte.
El esqueleto siguió mirando a Catherine por un rato, aun sin moverse, pero luego camino hacia la ventana y le echo una última mirada a la pequeña de rizos castaños por un momento, antes de salir de un salto y aterrizar sin problema en el suelo, la criatura corría hacia aquel lugar que Catherine desconocía y siempre tuvo curiosidad por conocer.
El día fue bastante estresante para la pequeña de ojos miel, quien mientras hacia sus prácticas, de vez en cuando debía de mirar las cortinas de la ventana, ya que su amigo, la criatura esquelética, se asomaba por aquellas cortinas para verla y saludarla con un gesto de mano, cosa que ponía aún más nerviosa a la pequeña princesa al pensar que su abuela, que estaba sentada mirando atentamente los movimientos de la pequeña, viera a la criatura.
—Catherine, deja de estar en las nubes y has bien las cosas—le regaño su abuela como por tercera vez, haciendo así que cada vez la voz de la anciana sea aún más ruda para la pequeña.
—Sí... Lo siento abuela—se disculpó la pequeña por tercera vez también, aunque seguía desconcentrada por sus nervios.
Luego de las prácticas, ya era hora de la cena. La pequeña caminaba por los pasillos para ir hacia el comedor, mientras miraba como la criatura se movía de un lado a otro para esconderse, siguiendo cada paso de Catherine, cosa que seguía haciendo poner de los nervios a la de rizos castaños. Aun cuando la pequeña le susurraba a aquella criatura que se vaya o se detenga, la criatura hacía caso omiso.
—Esta vez intenta no cortarte Catherine—dijo su padre con su típico tono frío. No miraba a la pequeña, no miraba a nadie, solo miraba la comida que se llevaba a la boca—y también intenta mejorar en tus prácticas, a tu abuela no le gusto para nada las lecciones de hoy.
—Está bien papá—dijo Catherine mientras cortaba su comida con cuidado, pero buscaba con la mirada a la criatura que no encontraba, hasta que sintió un roce en su pierna, haciendo que mire por debajo del mismo objeto, encontrándose así con aquellas cuencas vacías y profundas. Rápidamente, volvió a su postura normal para que sus padres no la vean de forma sospechas por aquel comportamiento extraño que estaba teniendo, pero todo fue en vano al tirar su cubierto y luego su plato con torpeza a causa de los nervios. La pequeña miraba atentamente como aquel objeto frágil caía en cámara lenta hasta llegar al suelo y romperse en muchos pedazos que se esparcía por todos lados. No se sobresaltó para nada al escuchar el chirrido de una silla moverse de manera brusca, ni tampoco intento huir al escuchar unos pasos acercándose a ella, aun sabiendo perfectamente el porqué se acercaban, pero solo cerro sus ojos esperando aquel golpe que seguramente le ara llorar unas horas.
La pequeña abrió sus ojos al escuchar el grito de su padre y sus pasos retroceder, no entendía por qué tuvo esa repentina reacción, hasta que lo entendió perfectamente al ver a su amigo esquelético parado a su lado con dos pedazos rotos del plato, pareciera como si intentará unirlos de nuevo.
—¡Guardias! ¡Guardias!—gritaba la reina de forma alterada al tener miedo de aquella cosa hecha de huesos. Los guardias no tardaron en ir con ellos por el llamado de la soberana, pero se quedaron en un estado de shock al ver aquella criatura que parecía ser sacada de un cuento de hadas, era difícil de creer lo que estaban viendo, pensaban que solo era producto de su imaginación o alguna pesadilla de la cual ahora deseaban despertar.
—¡¿Qué esperan?!—grito el rey mientras algunas gotas de sudor caían por su frente—¡Mátenlo!.
Los guardias salieron de su shock, y con sus espadas ya listas, empezaron a correr hacia esa criatura para darle muerte. Catherine, que hace unos momentos estaba igual de perpleja, al no saber que hacer, se posicionó frente a su amigo para que no le hagan ningún daño. Los guardias se detuvieron enseguida al ver a la pequeña princesa.
—¡Esperen! ¡No le hagan daño!.
—¡Catherine apártate de esa cosa si no quieres que la criatura esa o los guardias te maten!—grito su padre molesto al ver que su hija estaba haciendo lo que para él era una gran estupidez.
La pequeña de ojos miel iba a hablar, sin embargo, no se le fue posible, ya que la criatura la cargo entre sus esqueléticos brazos para empezar a correr de forma bastante rápida hacia la salida de aquel lugar. Los reyes gritaron el nombre de la niña estando bastantes histéricos. Guardias empezaron a correr para intentar atrapar a la criatura, la cual ágilmente los esquivaba y seguía corriendo sin soltar a la de cabellos rizados, aun cuando la misma gritaba que se detuviera o la dejase. El exterior del castillo se llenó de gritos al ver a la criatura que seguía corriendo para escaparse de aquellos guerreros que aun sin rendirse los seguía, aunque poco a poco se iban deteniendo del cansancio. La criatura, una vez que salió por completo del reino, se adentró al bosque para que su rastro se pierda por completo y los gritos de Catherine sean menos audibles para los guardias.
—¡Ya bájame!—siguió gritando Catherine—¡¿Por qué hiciste eso?!, ¡Tengo que volver!.
Catherine miró a la criatura con lágrimas en sus ojos, pero solo vio como la criatura ladeaba la cabeza con confusión, ya que pensó que estaban escapando juntos y no quería dejar de verla por culpa de aquellos que querían matarlo.
—Esto está mal, tengo que volver a mi casa, ¿Si?, Necesito volver.
La criatura bajo a la pequeña, pero tomo su mano y empezó a caminar aun más adentro del bosque, haciendo así que Catherine termine siendo llevada, aunque intentaba quedarse quieta o quitar la mano del contrario para que la soltara.
—¡Hey!, ¡En serio debo volver!—siguió quejándose, pero se detuvo al mismo tiempo que la criatura al ver algo que hizo que sus ojos se iluminen—son... Flores...—murmuro al ver un gran acúmulo de inflorescencia que la rodeaba y no presto atención. Al sentir que la mano de su amigo criatura la soltó, no dudo en acercarse a las flores para tocarlas y sentir su aroma. Sintió como su corazón empezó a latir con fuerza en su pecho por alguna extraña razón.
¿Eso era la felicidad?, ¿Por eso sonreía?.
Hasta el pensar que estaba sintiendo felicidad la volvía aún más feliz. Aquello era una sensación extraña para ella, aun teniendo seis años, vivió toda su infancia con un vacío, no sabía que era lo que le faltaba, hasta que lo conoció...
Los ojos miel de la pequeña se posaron en la criatura que estaba de pie, mirándola atentamente, como si estuviera esperando algo, y por alguna razón, Catherine entendió que era ese algo que esperaba. Era una decisión difícil y complicada que hacían poner nerviosa a la de rizos castaños.
Pero quería seguir.
Quería seguir sintiendo esos golpes en el pecho por parte de su corazón, quería seguir sonriendo, quería seguir sintiendo ese libramiento en su piel, quería seguir viendo cosas tan comunes como aquellas flores blancas que seguía tocando.
Tal parece que su decisión fue tomada. Sus ojos miel se posaron en las cuencas vacías de aquel ser hecho de huesos y su cabeza se movió para asentir, dando así su respuesta final.
—Está bien, estaré contigo, iré contigo a donde vayas para que nos hagamos compañía mutuamente, para que ninguno de los dos se sienta solo y sufra en la horrible soledad, yo iré contigo, y aunque eso signifique que me puedan castigar... Me niego a dejarte solo, o a dejarte morir en este caso, después de todo, ahora somos amigos—dijo la pequeña de rizos castaños como juramento. Ella extendió su mano hacia la criatura, la cual, no entendió esa acción—debes tomar mi mano, será como una promesa, o un juramento—explico, y miro atentamente como la mano esquelética de aquel ser se acercó a la mano a la suya hasta tomarla, haciendo así, que ambos terminen por aceptar aquella promesa que duraría por mucho tiempo.
(...)
Así fue como Catherine y su nuevo amigo apodado como "Voskoskorner" vivieron muchas cosas juntos, desde divertidas hasta tristes o grotescas, pero siempre juntos, siempre terminaban el día con una gran sonrisa en sus labios y este día no era la excepción, el día en que actualmente estaban.
—Llegamos al bosque, ¿No es así?—pregunto la pequeña de ojos miel que estaba en los brazos de Voskorner, el cual, solo seguía caminando para llegar a casa—apenas estemos allí leeremos un cuento, ¿Qué te parece?.
Voskorner no dudo en asentir con la cabeza, aunque no sabia perfectamente que era un cuento. Recordaba el haber escuchado algo así en el bosque estando escondido entre los arboles, era como una historia, además era una mujer acompañada por sus hijos la que contaba aquel cuento, pero la criatura dejo de escuchar al no gustarle, ya que aquel cuento era una historia en la que hablaban de el, pero no contando cosas muy buenas. Era un relato sobre lo que paso en aquella guerra de cien años en la que él solo escapo.
—Sabes lo que es un cuento, ¿No es así?—pregunto la pequeña al ver que Voskorner estaba con su cabeza ladeada mirando al frente. La criatura negó con la cabeza para responder aquella pregunta.
Y así es como en todo el camino solo se escuchaba la voz de Catherine que explicaba el qué era un cuento, además de que a veces se desviaba de la explicación para darle ejemplos y esos ejemplos se desviaban, para que en su lugar, contar algunas historias completas por mas extenso que sea el relato. Voskorner solo la escuchaba los cuentos mientras caminaba, gracias a ellos, la criatura sentía que el camino a casa perdía distancia mas rápido, además de que le interesaba bastante aquella historia que, por lo que entendía, se traba sobre un hombre llamado "Teseo" que se enfrento a una bestia feroz conocido como "minotauro" en un laberinto. A Voskorner, la parte que mas le gusto, fue la descripción de aquel monstruo que la pequeña princesa le dio como una ayuda para darle una imagen en su cabeza del como lucía o era el minotauro. Aquella historia se estaba volviendo una de sus favoritas hasta ahora.
—Pero creo que eso no es un cuento... Es mas un mito, pero seguiré contando de todos modos, luego de que haya...—pero la pequeña princesa callo sus palabras al ver que se amigo se detuvo y sin razón, ya que estaban bastante cerca de su hogar, solo debían de cruzar aquel árbol de manzanas del que alguna vez se sentaron bajo su sombra y la pequeña de rizos castaños comió de los mismos frutos rojos de aquel árbol—¿Por que te detienes Voskorner?, ¿Te cansaste?, ¿Quieres bajarme para que no te canses mas?—pregunto la pequeña mientras miraba a Voskorner algo confusa, ya que lo notaba bastante raro.
¿Acaso vio algo?.
Se pregunto la pequeña en su cabeza, ya que se le hacia extraño aquella manera en la que su amigo se comportaba, ni siquiera le contestaba sus preguntas con algún gesto con la cabeza. La pequeña se tuvo que obligar a mover un poco su cuerpo y cabeza con el fin de saber aquello que Voskorner percibía y ella no, pero al hacerlo, sus pequeños ojos color miel se abrieron al mismo tiempo que dejaba de tener aquel brillo de emoción, además de que su corazón inicio con un bombeo de sangre mucho mas rápido que provocaba unos latidos mas rápidos, Catherine juraría que sentía el golpe de aquella víscera bombear contra su pecho de una manera tan violenta que le hacia pensar que saldría de su mismo pecho.
—¡Veo a la criatura!, ¡La criatura tiene a la princesa en sus brazos!—grito un soldado para alertar a los demás soldados.
Catherine reconoció enseguida a aquel soldado, sabia que era uno de los soldados que cuidaba el pasillo que daba de su habitación, a la habitación de sus padres.
Era uno de los soldados de Antarr, no cabía duda de eso.
Voskorner, al ver que mas caballeros corrían hacia el con aquellas armas filosas que tanto miedo le generaban, empezó a mover sus piernas para huir como lo había hecho hace cien años atrás, pero esta vez con la única diferencia de que huía teniendo a Catherine en sus brazos, la cual no hablaba, tampoco gritaba, parecia una estatua por culpa del estado de perplejidad que se encontraba, con el cual no le permitía poder hacer ninguna de aquellas acciones que seguramente hubiera hecho.
—¡¿Por que no lanzan flechas?!—grito uno de los soldados al percatarse que Voskorner era mucho mas rápidos que ellos, a ese paso perderían la figura de aquella criatura asustada entre los inmensos arboles de aquel bosque tan extenso por la flora que había en el mismo, también perderían todo rastro nuevamente y estarían otras semanas más intentando buscar su paradero.
—¡¿Estas demente?!, ¡Podríamos dañar a la princesa!—hablo otro soldado en forma de desaprobación por tal idea tan estúpida que dio aquel soldado.
—¡Me da igual lo que ustedes digan o hagan!, ¡Pero no puedo permitirme el dejar que una criatura esté por ahí dando vueltas y secuestre a mis hijos para luego darles muerte!—hablo otro guerrero que no dudo ni un segundo en lanzar su espada hacia la criatura, sin importarle las palabras de privación que sus compañeros le voceaban al estar preocupados por el bienestar de la princesa, tal y como dijo en sus palabras, le dio igual lo que digan.
—¡Voskorner cuidado!—grito Catherine con desesperación al apenas salir de su estado de perplejidad provocado por el miedo, pero fue demasiado tarde.
La criatura recibió ese golpe de arma en su pierna, haciendo que caiga al suelo y agriete un poco su cráneo por el golpe, sus brazos hechos de huesos dejaron que la pequeña princesa también caiga al suelo. La pequeña princesa, por aquel golpe de caída, se tomó la cabeza mientras respiraba de forma agitada, sus ojos se clavaban en el suelo teniendo así su miraba en césped que se iba tiñendo y humedeciendo por gotas de un color rojizo a causa de la sangre que se deslizaba por su mano y antebrazo, hasta que finalmente caían aquellas gotas de flujo rojo al suelo. La pequeña dirigió aquellos ojos de color miel a la figura de su amigo que intentaba escapar de los soldados que lo intentaban retener. Catherine intento gritar para que lo suelten, sin embargo, lo único que logro fue el decir el nombre de Voskorner en susurros. Esa fue la última escena que sus ojos miel lograron ver antes de que se cierren y caiga desplomada en el suelo, mientras más sangre surgía de la herida que tenía en su cabeza.
Todo eso parecía como si la pesadilla de la pequeña niña se volvía realidad y nada podría hacer en aquel estado en el que se encontraba. Solo quedaba esperar lo que podría pasar ese día, nada más que eso.
(...) (Alerta de spiler, si piensas en leer la historia te recomiendo no leer a partir de aquí, pero bueno, adelante si no es así)
Unos pequeños ojos color miel fueron abriéndose poco a poco, una vez que aquellos ojos fueron abiertos por completo, se quedaron posados en el techo un largo rato mientras la mente de la portadora de aquellos ojos estaba en blanco al recién despertar. La pequeña niña, portadora de aquellos ojos, al escuchar el ulular de una lechuza se sentó en su cama y dirigió sus ojos miel en la ventana donde entraban los rayos de sol. Una lechuza de plumaje negro estaba sobre el marco de aquella entrada de luz mientras soltaba aquellos sonidos característicos suyos. Catherine bajo sus piernas de la cama para ponerse de pie, sus pasos eran algo torpes, como si se hubiese hasta olvidado de caminar. Las manos de la pequeña se apoyaron en la pared para tener equilibrio y se acerco a aquella lechuza.
—Strix...—murmuro la pequeña mientras miraba aquel animal con su seño fruncido.
La pequeña se quedaba mirando fijamente los ojos de ese animal, hasta que sus ojos miel se abrieron por completo. La lechuza, en cambio, se alejo de la ventana, además de que prendió vuelo para alejarse de la pequeña niña que ahora se encontraba de rodillas tomándose la cabeza, en la cual, tenia una cinta echa de tela para mantener un trozo de gaza al costado de su cabeza, aquella gaza ya tenia un tono de color rojizo. Catherine recordó todo nuevamente, no entendió como se pudo haber olvidado de la pesadilla que se estaba volviendo realidad en ese momento. El cuerpo de la pequeña se reincorporo lentamente y camino paso a paso hacia la salida, pero al ver la puerta de su habitación abrirse quedo completamente helada y detuvo su pasos en seco.
—¡Catherine!, ¡¿Que haces parada?!—hablo la voz de una mujer que se acerco a ella e intento tocarla, pero Catherine aparto la mano de aquella mujer de manera brusca—¿Hija...?.
—¡No te quiero a aquí!, ¡No quiero quedarme aquí!—decía la pequeña niña con varias lagrimas deslizándose por su mejilla—¡Necesito salir!.
La pequeña de rizos estuvo apunto de salir por aquella puerta, pero fue retenida por aquella soberana que formó un abrazo como un modo de retención para que la pequeña de cabello rizado no cometa una locura.
—Catherine... Cariño... Entiendo, se que estas enojados con nosotros por lo que paso y sabemos que estas asustada, pero tranquila, mamá y papá ya no serán los de antes, ahora todo va a ser distinto, te lo prometo—decía su madre, mientras unas pequeñas lagrimas caían de sus ojos y mostraba una sonrisa. La pequeña, al ver esa expresión, estaba bastante confusa, disfrutaba del abrazo y de aquellas palabras que su madre decía para consolarla, pero no era el momento, no sentía que estaba bien con eso.
—No, no mamá, ¡Tu no entiendes!, ¡Necesito ir a ver a Voskorner!, ¡¿Donde esta y donde esta papá?!—gritaba la pequeña, mientras intentaba alejarse de su madre, pero la contraria aun la retenía y seguía intentando hacerla "Entrar en razón".
—Hija, papá esta ocupado ahora... ¿Quién es Voskorner?—pregunto su madre, demostrando lo confusa que estaba por aquellas acciones de desesperación y alarmantes que tenia su hija.
—¡Papá lo va a matar si sigo aquí!, ¡Debo ayudarlo, debo de estar con él!—seguía diciendo a gritos la pequeña de aquella forma desesperada—¡Necesito ayudarlo!.
—Catherine... ¿Te refieres a la criatura?—pregunto su madre con su ceño fruncido—¿Te refieres a ese maldito monstruo que te secuestro Catherine?.
—Él... Él es mi amigo, no quiero que muera—dijo la pequeña entre lagrimas—me cuido y es el primer amigo que tuve.
Medea, al escuchar eso, soltó a Catherine y camino a la salida de la habitación, la pequeña solo la seguía con una mirada confusa, ya que no entendía como reaccionaria su madre, sin embargo, tenia la esperanza de que la ayudara a salvar la vida de su amigo Voskorner y que todo termine bien, lastimosamente no fue así y Catherine sabia que no lo aria al ver que su madre volteo su rostro para verla, demostrando el claro enojo que tenia la soberana—mamá... Por favor... Él no es malo, no lo merece—siguió insistiendo la pequeña entre mas lagrimas.
—Yo y tu padre estuvimos días preocupados por ti, perdíamos dinero cuando una persona nos daba información sobre esa maldita criatura, buscábamos días tras días, yo lloraba en cada uno de esos días y tu padre perdía la coherencia por culpa de unas alucinaciones, sueños extraños y también por culpa tuya—la reina soltaba todas esas palabras y aun sin apartar su vista de los ojos color miel de la pequeña niña—todo para nada, tu la andabas pasando bien como la rebelde que eres, no te preocupabas por nada, esa criatura en lugar de parecer tu secuestrador parecía mas un cómplice tuyo, ahora la criatura va a morir y tu vas a tener la culpa de eso, estoy bastante decepcionada de ti Catherine.
La reina, al ver que su hija estaba cabizbajo y soltando sollozosos, estaba por irse, pero la voz de su hija la detuvo.
—¡¿Y alguna vez no lo estuviste mamá?!—pregunto la niña, levantando la cabeza para ver así a su madre de espaldas, que estaba de pie en el marco de la puerta—¡¿Alguna vez no estuviste decepcionada de mi?!, ¡¿Alguna vez se enorgullecieron de algo bien que hice?!.
—Catherine...—murmuro su madre dándose vuelta para verla aun teniendo su ceño fruncido.
—¡¿Alguna vez se preocuparon por mi?!, ¡¿Alguna vez le e importado?!—siguió gritando con furia la pequeña princesa que ya no soportaba mas aquellos tratos que siempre le dieron en toda su vida, la pequeña no sabia lo que decía, pero sentía que esas eran las palabras que necesitaba soltarle en la cara a uno de sus progenitores.
—¡Claro que nos preocupamos por ti!, ¿Por qué hicimos todo esto entonces si no fuera así?, tu eres la que no se preocupaba por lo que nosotros pasábamos, no confundas las cosas.
—¿Se preocuparon por mi o la corona?, cada día me privaban de varias cosas para ser la mejor princesa y futura reina, yo no quería serlo, yo solo me esforzaba e intentaba ser úna para enorgullecerlos y para que dejen de gritarme, pero seguían haciéndolo, seguían diciéndome que soy una deshonra y a mis espaldas decían que jamás seré una futura reina, ¡Nunca les importe!, ¡A la única persona que verdaderamente le importe fue a Voskorner!, no a ustedes, nunca les importe y tampoco me amaron, pero eso ya no me importa ahora, porque yo tampoco los amo, solo amo a Voskorner, él es la única personas importante para mi y no me importa que sea una criatura que da miedo, ¡Me gusta estar mas con él que con ustedes que me hicieron daño cada día de mi vida!.
Medea quedo en un absoluto silencio, no sabia que decir ante aquellas palabras que jamás imagino que salieran de la boca de su propia hija teniendo una edad muy corta, estaba apunto de retirarse para dejar a Catherine, sin embargo, la pequeña soltó un grito y la empujo de manera brusca para impedírselo, la reina cayo al suelo al perder el equilibrio e intento gritarle a su hija, pero Catherine ya estaba corriendo por los pasillos de forma rápida, alejándose así cada vez mas de Medea, la cual, ahora gritaba que se detenga.
Catherine, aun si escuchaba los gritos de su madre, seguía corriendo sin parar, intentaba no parar por su necesidad de respirar con normalidad o para descansar, se sentía como en aquella pesadilla en la cual corría sin parar por mas que sentía que se quedaba sin aire, esta vez si sentía la tortura del no poder detenerse a descansar o tomar aire, eso le recordaba bastante a la historia del castigo de Sísifo. La pequeña intento correr mas rápido, una vez que llego a las larga escaleras, sentía que se caería desmayada del cansancio, sus ojos se apartaron al escuchar el ulular de una lechuza, pero no había nada, sin embargo, sus ojos quedaron posados en el barandal de las escaleras, no dudo en acercarse para subirse con cuidado y deslizarse por allí con algo de miedo al pensar que podría caerse, por suerte, no fue eso lo que sucedió, la pequeña de rizos castaños por lo menos logro llegar al suelo sin hacerse daño y bajo del barandal para seguir corriendo hacia la salida del castillo, sin embargo, otra persona le detuvo el paso tomándola de la muñeca con brusquedad.
—¿Qué crees que estas haciendo Catherine?—al escuchar esa voz, Catherine visualizo el rostro de su abuela, la cual no tenia una buena cara—Ve a tu habitación, en el estado que estas no puedes estar de ese modo—le regaño la anciana, refiriéndose a lo agitada que estaba la pequeña.
—¡Suéltame!, ¡Tengo que salir!.
—¿Salir?, ¿Estas loca?, tu padre nos matara si se entera que estas afuera.
La pequeña ya sabia que solo era una perdida de tiempo el intentar hablar con ella, entonces para que la suelte mordió su mano haciendo que la anciana suelte un grito y se toma la mano adolorida.
—¡Maldita mocosa!, ¡Jamás seras una princesa con ese maldito carácter!—grito la ex reina de Antarr notablemente molesta por aquella acción. La pequeña de ojos miel solo frunció su ceño al escuchar eso, intento no tomarle mucha importancia a aquello dicho por su abuela y siguió corriendo a las salida.
Al igual que aquella pesadilla terrible, había un bullicio de gente gritando y algunos hasta aplaudiendo, Catherine entendió enseguida que aquellas personas hacían eso para apoyar el sacrificio que harían ese día, pero ella no lo iba a permitir, no iba a permitir que su mejor amigo muera siendo tratado como un monstruo, siendo que él no lo era, Voskorner no era un monstruo que mataba persona y a la pequeña no le gustaba que aquel bullicio lo trate como uno. La pequeña se adentro a ese bullicio, empujando a las personas con bastante determinación, no tenia miedo a ser golpeada por accidente por hacer eso o al ser regañada. Muchos le gritaban de mala manera por aquellos empujones como era de esperarse, pero sus bocas se cerraban enseguida al ver que se trataba de la hija de los soberanos de Antarr, a veces algunos intentaban detenerla, sin embargo, la pequeña se escabullía con facilidad como en esos días en que jugaba a las atrapadas con Voskorner. La pequeña, luego de empujar a las ultimas personas que le interrumpían el paso, logro llegar al centro para ver aquella escena que esperaba.
Voskorner estando en el suelo, de rodillas, con dos guardias sujetándolo de distintas manos como si fuera una protección para que aquella criatura no haga ningún daño, cosa que era ridícula. Voskorner tenia una grieta en su cráneo a causa del golpe aquel que se dio cuando intento escapar junto con Catherine nuevamente, lastimosamente, esta vez no dio resultado, no como la primera vez. Lo que seguía de aquella escena para que este completa, era la imagen de su padre que sostenía aquella espada de hierro y empuñadura dorada que vio en sus sueños, hasta aquella mirada fría en sus ojos era exactamente igual a sus pesadilla, solo faltaba la tragedia que tanto le dolería si la viera y justamente estaba empezando. El rey estaba por darle muerte a aquella criatura indefensa, pero el soberano abrió sus ojos muy grandes y sus manos empezaron a temblar.
—C-Catherine—tartamudeo Gadrel mientras veía el pecho de su hija atravesado por aquella espada que tenia en sus manos, también, la pequeña sostenía aquella espada por un reflejo a ultimo momento y de su boca se escapaban unos hilos de sangre. Gadrel quedo perplejo, removió la espada y miro como el cuerpo de la pequeña de ojos miel, que poco a poco se iban cerrando, se desplomo en el suelo.
Todas las personas que estaban viendo aquella escena se empezaron a alterar y soltar gritos. Los guardias que sostenían a Voskorner lo dejaron para acercarse a la pequeña niña y así evitar que se siga desangrando. Voskorner estaba igual que el padre de la pequeña, no tenia reacción alguna, se quedaba mirando el cuerpo de su amiga que yacía en el suelo rodeada de personas que intentaban ayudarla. Voskorner en ese momento sintió otra emoción extraña que no sabia que era, pero le dolía, le dolía bastante. La criatura aquella no sabia que pasaba, estaba lleno de emociones y no sabia que hacer, solo se queda allí en su estado de perplejidad, hasta que sus brazos se apoyaron en el suelo y abrió su boca para soltar uno de aquellos gritos extraños y de alto volumen que eran tan característicos en él. Las personas se asustaron al escuchar aquel sonido, pero al ver que se trataba de la criatura guardaron silencio y solo miraban la forma en la que Voskorner mostraba su sufrimiento ante esta fatídica tragedia. Los soldados que se llevaban el cuerpo de Catherine debieron de ignorar a la criatura, para en su lugar preocuparse por que la pequeña princesa tenga atención medica, pero todas las demás personas se quedaron a ver a la criatura que no paraba de soltar sus gritos lastimeros.