En el silencio de la noche oscura
se escucha el grito del dolor interno,
el peso del amor propio que se fractura
en un mar de lágrimas y mal gobierno.
La mente se convierte en enemiga
y el corazón se siente abandonado,
el semblante se torna gris y se castiga
por no cumplir con el perfecto dictado.
El espejo refleja una imagen distorsionada
que no encaja con la realidad vivida,
y el alma se siente desgarrada
por la falta de aceptación compartida.
El amor propio se desvanece en la penumbra
y el dolor se instala en cada rincón del ser,
una batalla interna que deslumbra
en medio de la oscuridad sin saber.
Pero en la profundidad de la herida
se encuentra la fuerza para sanar,
y el amor propio renace de la caída
en un renacer de la propia verdad.
El dolor del amor propio es un camino
que nos lleva a la reconstrucción del ser,
una oportunidad para sanar el destino
y aprender a amarnos sin temer.