De niño todo era un misterio, quería conocer al hada de los dientes. Siempre tuve una fijación extrema con ella. Todo comenzó cuando perdí mi primer diente, mi madre lo colocó debajo de la almohada, al otro día al despertar tenía una barra de chocolate y mi diente se había desaparecido para siempre.
Desde ese día intentaba con todas mis fuerzas perder uno de mis dientes. Intentaba aflojarlo con mis manos, intentaba caerme sobre ellos a ver si así perdía otro pero nada. No fue hasta un día que le contesté mal a mi abuelo y me llevé una hostia de altura que perdí otro y si fin ni madre lo colocó debajo de la almohada.
No dormí esa noche, la esperé despierto batallando con mi sueño, recuerdo que mis ojos cedían ante el cansancio y yo batallaba por permanecer consciente, no sé cuando ni como perdí la batalla y cedí ante el sueño. Al despertar estaba la barra de chocolate y ni rastro de mi diente.
Pero me hice un juramento, la vería. En la escuela cada vez que un niño perdía un diente yo iba a su casa a dormir, así tendría más oportunidades de verla, pero siempre en vano. A ellos no los visitaba el hada de los dientes. A algunos era un tal ratón Pérez que dejaba dinero por ellos. Ha otros nadie.
Ya había perdido todos mis dientes de leche y no había podido verla, pero aún había esperanza me quedaban las muelas y así fue. Entre en mi adolescencia y fui perdiendo mi primera muela y con ella me gane tres barras de chocolate. Fue este gesto lo que me hizo comprender que el hada no me había abandonado.
En mi escuela me llamaban infantil por creer en que había un hada que intercambiaba dientes por chocolate. Me decían, para qué crees que una hada quería dientes, si existiera un hada no necesitarían intercambiar chocolate por dientes, decían. No estaban en un mal razonamientos, pero yo quería creer que existían.
Incluso una tarde llegué a cuestionarme si eran real o no. Casualmente, ese día perdí una muela, mi madre me juró que si existía y siguiera con mi rutina de colocar el diente debajo de la almohada. y así fue. Mi diente fue cambiado por dinero y billetes grandes. Con eso podría comprar suficiente chocolate para más de un mes.
Mi madre comenzó a enfermar repentinamente, yo velaba con más fuerzas al hada de los dientes, para pedirle que la sanara a cambio de ellos. Ya no quería dinero, ni chocolate. Quería que sanara y rápidamente, pero como siempre me dormía en el intento y no nunca alcancé a verla.
Ya sólo me quedaba una muela por cambiar y mi madre empeoró. Fue tan grave su pesar que dejó este mundo para pasar a otro más hermoso o eso quiero pensar. Con ella se fue el hada de los dientes también. Llevo una semana con mi muela debajo de la almohada y no regresa.