Cada noche antes de dormir desde que era un bebé, la cosa me observaba desde el clóset. Recuerdo que temía a la noche y aún lo hago. Gritar no servía de nada mis padres me ignoraban, a lo sumo venían a verme desde el pasillo para corroborar que no fuera algo extraño, mi nada malo me ocurriese.
Ya hoy tengo quince y aún la visa me atormenta. Siempre mi madre dejaba el clóset entreabierto, decía que era mejor así para que no tuviéramos miedo a antes de dormir, lo mismo hacía con mi hermana en la habitación continúa. Pero al apagar la luz solo me visitaba a mí.
La cosa era delgada y tenía unas manos de extremidades largas. Nunca me atreví a cerrar la puerta del clóset, al verla solo giraba ni cuerpo hacia el lado contrario y fingía que no estaban mirando. Mi corazón latía mil por segundos cada noche hasta que al final me dormía.
Jamás la cosa salió de su es escondite en mi clóset, solo se quedaba allí muy quieta mirando hasta el amanecer que al prender la luz se esfumaba. Al parecer tenía contratado con la oscuridad y la noche. Una vez le pedí a mi hermana que se quedara en mi habitación y entonces la vio.
Que mi hermana la viera le dio algo de credibilidad a mis palabras y cada noche mi madre miraba debajo de mi cama, y los alrededores y como no había nada extraño, apagaba la luz al salir, justo aparecía la cosa. Ya al notar que no me hacía daño fui asimilando tenerla allí mirando un poco.
En la escuela mi hermana contó mi historia, incluso realizó u. dibujo donde apareció ella, la cosa y yo. Nadie le dio importancia y asumieron que tenía exceso de imaginación o que tal vez yo tenía un amigo imaginar a lo que ella estaba informada.
Lo más raro era que la cosa solo aparecía en mi cuarto. Si íbamos de vacaciones ella no estaba, podía dormir tranquilamente sin preocuparme por ella. Tampoco estaba si dormía con mi hermana, las pocas veces que me lo permitían mis padres. Ellos consideraban que cada uno debía tener su espacio propio y no podía ser invadido por nadie.
En parte la teoría era buena, lo malo era que mi educación estaba invadido por sabrá Dios que y nadie me ayuda a desalojar el inquilino que habita en mi clóset. Hubo un tiempo que me escribí a un cura para que viniera a bendecir mi clóset o hacer un exorcismo, lo que sea, ya que no le encontraba otra explicación a la cosa.
Como ya estaba próxima a cumplir quince, comenzaron los obsequios y el espacio en mi clóset comenzó a reducirse. Tomé la decisión de donarle a mi hermana varias cosas de este, incluido la percha de mis bolsos con todos ellos, ya que me habían obsequiado otros. Algunos de cuando era muy pequeña, pero como ella era cuatro años menor los podía usar sin problemas.
Mi hermana colocó la percha en la misma lugar que yo la tenía. Esa noche al apagar la luz mi madre noté que la cosa no estaba, se había ido. Así fue por los siguientes días hasta que noté que mi hermana estaba extraña y al preguntarle me confesó que en su cuarto estaba la cosa, mi cosa.
Pensé en una explicación lógica para esto, no podía ser nada paranormal, sino se hubiera marchado de mi habitación hace mucho. Fue así que con la mente fría noté que la cosa que me atormentaba todos estos años era simplemente la sombra de la percha de los bolsos al apagar la luz.