Nunca se supo si esta historia ocurrió en algún pueblo de Libia en los 70s, o, en cambio, en una de las tantas escuelas que había en el sur de la República Dominicana por allá de los 60s, pues su carácter es prácticamente universal. Lo que si se sabe es que fue uno de esos asuntos que se confunden en mil y un ficciones, pero que siempre conservan algo de veracidad.
Algunos dicen que ese joven tenía el Didi en su nombre, otros que empezaba por G, e incluso algunos le agregan el apodo de Chivo (ya ni que decir de los que exageran y le agregan el Adolf al inicio), así que su nombre será uno muy confuso de precisar. Yo diré que se llamaba Augusto, solo para darle un carácter hispano a este relato.
Es claro que todo esto ocurrió en una escuela (pues ese detalle le da su carácter a la historia). La mayoría concuerdan que fue una primaria, aunque también haya partidarios de que fue en la secundaria. Tal vez la secundaria sea una mejor opción, o al menos para mí lo es, analizando a los personajes, pero que soy yo contra el argumento de mayoría.
Esta historia comenzó, como en muchos otros casos (ustedes, lectores, podrán comprobarlo si investigan), por disgusto general, por necesidad colectiva de un cambio. A diferencia de lo que muchos dicen y agregan a la historia, esto no empezó de un día a otro. El desagrado fue desarrollándose, poco en poco, en la mente de los estudiantes, como una idea poco tratada, pero que se hacía un hueco en sus pensamientos.
El descontento pudo llegar a un punto en el que los estudiantes pensaron seriamente en su inconformidad, planteando los problemas que no les servía para cumplir sus metas. Su deseo revolucionario surgió.
Comenzó a decirse que el nuevo director ya se estaba empezando a pasar de donas, que ya los maestros se hacían muy flojos y aun así pedían más trabajos, que esos tiranos que gobernaban la escuela cada vez pedían más y más dinero, pero tanto presupuesto no se veía reflejado en las instalaciones. De pronto todo se les mostró como un nido de corrupción y problemas que había que solucionar.
Algo en lo que coinciden muchos de los relatos (no hagamos caso de lo que dicen algunas otras personas, ignorantes de la historia), era que la mayoría de alumnos eran de lo más trabajadores. Se trataba de un instituto lleno de alumnos de lo más destacados, mozuelos los cuales si tenían ganas de aprender y trabajar, obedientes a su deseo de aprender y nutrirse de su ambiente. Ellos tenían espíritu y verdaderamente querían algo bueno para ellos (aunque el tiempo no les diera lo que verdaderamente esperaban).
Por eso, al ver las condiciones en las que estudiaban (que se dice estaban muy sucias y con grietas), se llenaron de resentimiento y malos pensamientos, en una bomba de sentimientos negativos que esperaba el momento de estallar. Y, mientras más y más disgusto se formaba en sus mentes, más planeaban una manera de solucionar ese desastre.
Al principio solo fueron un par de ideas que le surgían a uno que otro alumno, o eran temas que se discutían a la hora del recreo y que los maestros ni escuchaban. Sin embargo, cada vez era más evidente en toda esa escuela que pasaría algo.
Más jovenes aparecían con ideas sobre un cambio (nuestro protagonista claramente uno de ellos), siendo mucho mayor la cantidad de muchachos de planes revolucionarios. Muchos se los guardaron, no confiando en ellos y sin esperanzas verdaderas de una mejora. Tal vez ellos se hayan arrepentido ante lo que les mostró el tiempo.
Con el pasar del tiempo era más obvio el enojo que se armaba en toda la escuela; no se podía ignorar que los estudiantes hacían cada vez sus trabajos más descontentos, y hasta se dice que sus padres cada vez los notaban más enojados al llegar a casa, incluso pareciendo tener intenciones oscuras. Solo era cuestión de tiempo para que el colegio por fin colapsara.
El día que empezaron los acontecimientos es uno de los momentos clave de esta historia, por lo que es importante decir cómo ocurrió toda esa mañana.
Se sabe que, a lo largo de varios días, un gran grupo de chicos se fue reuniendo no solo fuera sino incluso dentro de la escuela, como si se estuvieran burlando de lo poco vigilados que los tenían. No sé sabe que clase de niños y niñas se unieron a estos guerrilleros escolares, pues a veces se dice que lo conformaban chiquillos de primero, o incluso de cuarto para atribuirle un elemento de traición por cuestión de hechos ulteriores. Lo más claro, aunque no absolutamente, era que Augusto era el líder de cada uno de ellos.
Que quede claro que también unas narraciones que se tienen por ahí dicen que nuestro protagonista no era completamente el líder; es más, se dice que apenas y tuvo influencia en la revolución, siendo un cero a la izquierda en aquel complejo plan. A veces se cuenta que fue otro chamaco mucho más noble, uno de espíritu guerrero y gran benevolencia, pero que fue capturado ya casi de concluida la rebelión, y, por ende, el muchachito al que nadie le daba importancia, usurpó su lugar e hizo como si aquel otro crío hubiera sido su amigo de toda la vida. Yo no creo en eso, pero es bueno comentarlo.
Igualmente, en los dos casos, al muchachito se le atribuye una figura algo respetable y atributos bastante curiosos.
Se dice que era un mozuelo de lo más listo, y si no se le atribuye enorme conocimiento y estrategia, sí que se le da una gran maldad en el relato. En ambos casos, se le atribuía ser un chiquillo muy leído, teniendo muchas lecturas en su haber. Algunos dicen que leía mucho texto sobre política, y más de uno agrega una lectura de Sade a su gran historial de lecturas.
Sea como fuera la mente de este muchacho, el día que ocurrió la revolución escolar fue uno cargado de violencia y hasta confusión.
Los diálogos y conversaciones que se tenían en toda la escuela referente a lo que hacer llegaron a una conclusión, y se decidió tomar por fin el poder. “Escuela para los escolares” es lo que supuestamente se dijo cuando todos se unieron a la violencia.
¡Oh, imagínense ese cuadro que se pintaba por todas las instalaciones, esa obra de caos y humor que se desató y que tan impregnada se quedó en la mente de los múltiples narradores del cuento, aún cuando varios ni siquiera la presenciaron!
Miles de estudiantes andaban por ahí, corriendo como locos por los pasillos, ya sin respetar ninguna norma del reglamento. Hacían destrozos por doquier, tirando esa comida de la cafetería que sabía a mierda, y rompiendo los baños que también estaban del asco. Algunos maestros estaban por ahí, intentando contenerlos, pero realmente ya no teniendo poder alguno. Incluso uno de ellos fue sacado por la ventana por un grupo de lo más radical (aunque de vez en cuando se dice que fue el propio Augusto).
Fueron horas y horas de caos, que terminaron en hacer a los niños dueños de la integridad completa del territorio. Se cree que tomo hasta un par de días que ellos tomarán el poder por completo, pues se habla de intervenciones de los padres, que querían llevar a sus hijos a la casa. Se habla de que incluso unos padres les pegaron a esas criaturas sin piedad, o que hasta usaban esas armas prohibidas por la ONU, como lo son el cinturón caliente.
Fue inútil aquello, pues terminaron al final haciendo del colegio su hogar. Sobretodo, el líder de este nuevo lugar.
Y, aquel señorito de la guerra, sin perder el tiempo, se nombró: Su excelencia santísima Augusto, líder de toda la edad juvenil, director universal del colegio y gobernador eterno del gabinete estudiantil. Por alguna razón, este es el dato en el que más personas coinciden (excepto en su nombre original), y tal vez eso se deba a qué cada uno de los que se lo encontraban en ese colegio, cuando lo debían hacer, tenían que nombrarlo así. Vaya que produciría un gran cansancio tener que nombrarlo así todo el tiempo. Es claro que eso, a largo plazo, se te queda grabado en la mente.
Al tener una escuela que restaurar y en donde él y muchos otros tendrían que vivir (aunque no es como que pensara frecuentemente en los estudiantes, que hasta él decía que se trataban de simples ayudantes para su proyecto), empezó toda una serie de propuestas para “mejorar” la escuela. Aunque, en cambio, más bien parecía una empresa para construir su propia utopía, en la que pudiera estar completamente cómodo.
Al estar tan cansados del estudio agotador, decidió él solo que había que destruir cada uno esos engorrosos libros, sin importar lo que pudiera costar. “Esos libros son un mal” fue lo que pronuncio una mañana calurosa “Sirven únicamente para freír sus cerebros, por eso les gustaban tanto a nuestros antiguos opresores” tiempo después él mismo se arrepentiría de decir eso.
La quema de libros fue un gran evento en el que muchos tuvieron participación. El líder fue quien más participo, encantado con su trabajo, y emocionado porque todos participan de sus locas ideas. Solo algunos guardo, a veces por considerar que se trataba de escritos acordes con sus valores, o porque necesitaba de ellos para calentarse en las noches más frías. Sea como fuere, el humo del incendió de libros quedó impregnado en toda la escuela, siendo un mal que duró varios días.
También uso un sitio para guardar toda la comida que quedaba. La boveda al principio fue un secreto, pero rápidamente Augusto tuvo que dar explicaciones. “Tenemos que guardar nuestras provisiones, y yo de eso me encargo. Sé que sabe a mierda, pero al menos es mierda para nosotros” fue uno de sus comentarios, junto con: “Y no coman mucho, que hasta la mierda se acaba”
Relacionado con este último asunto, uno de los actos más salvajes que se le atribuyó fue haber corrido a todos los de cuarto grado. Los consideraba opositores a los valores que tenían ellos, y también decían que eran una bola de tragones que se comían su comida sabor a cagada, sin siquiera haber participado en la derrota del anterior gobierno. “Son el mal que ha vivido muy cómodamente aquí, sin castigo. Nuestro tolerancia a llegado a niveles intolerables”. Eran cada una de las cosas malas que podía haber, y por eso los saco a la fuerza de la escuela. Fue un acontecimiento incluso con mayor participación que la quema de libros. Entre palazos, palizas y demás tratos inimaginables, los del cuarto grado quedaron como animales. Fue una escena grotesca, donde corrió la sangre y el llanto, mientras el gobernante solo veía eso con gran alegría. Al final su plan fue un éxito. Unos minutos le aplaudieron, y los siguientes días le culpaban por ya no tener en qué entretenerse, pues ellos eran los más graciosos que había en el colegio.
Sería una estupidez creer que comerían mierda el resto de sus vidas (pues todos tenían implantada desde la independencia la idea de que esa escuela sería su hogar para el resto de sus vidas), por eso, una mañana que descubrió el gran tesoro que guardaba la escuela, aquel señorito anunció que empezarían algunas renovaciones. La mayoría se mostraron esperanzados y creían que por fin empezaría lo bueno.
El dinero que había (que no era poco, pues los maestros lo habían recolectado por varias semanas, de parte de los cientos de estudiantes que había), rápidamente fue usado por el queridísimo líder, en un montón de compras extravagantes, de las que los demás ni siquiera se enteraron. “Ya está aumentando la cantidad de comida” fue lo que dijo, casi a media noche “solo que ustedes aún no lo han notado”
Sin embargo, la utilidad de estás compras no fue vista hasta que llegaron, mostrando un montón de prendas extravagantes únicamente destinadas a los jefes. Muchos miraron ese conjunto de prendas con odio, como si se tratara de un viejo símbolo de la causa por la que habían iniciado la revolución. Fue tan obvio el coraje que sentían algunos, que no le quedó al señorito otra opción más que traer a uno de sus fieles sirvientes, para castigar a esos malvados opositores. “Más les vale no verme con malos ojos” fue según lo que dijo, mientras los muchachitos de mala mirada se llevaban a los derrotados desertores, a quién sabe que lugar.
El líder lució sus prendes por mucho tiempo. Incluso hizo desfiles de moda donde solo él podía modelar su ropa. Algunos le aplaudían, pero la mayoría solo lo miraba con desprecio.
Cómo era obvio estos tratos no fueron para siempre, pues eventualmente todo este disgusto general se fue haciendo cada vez más grande, hasta el punto de no poder evitar ocultar que, de nuevo, un gran cambio llegaría al colegio.
Este salvador se dice que pudo ser uno de esos amigos que siempre estuvo a su lado, que terminó por cansarse de las estupideces de su amigo. También se llega a decir que fue una especie de contraparte del muchacho, un estudiante que estuvo disgustado desde el inicio del régimen por las decisiones.
Igualmente, casi siempre se habla de que todo esto ocurrió una noche.
Cómo muchas otras noches, nuestro señorito del caos y sus demás colegas estaban comiendo de lo más felices. Comían tranquilos y sin preocupaciones,
Los pasos de los críos que venían hacia ellos al principio ni los notaron; paso el tiempo, y el ruidito se volvió más notable. Pasaba y pasaba el tiempo, y con ello el sonido de las pisadas fue completamente notable, empezaron a preocuparse por el gran ruido de montones y montones de pasos al unísono. No pudo haber un cuadro más horroroso para ellos que ese que se mostró al ver por la ventana, con cientos y cientos de estudiantes enojados.
Las amenazas a gritos no sirvieron para calmar a esa turba iracunda. La figura de Augusto se había hecho más insignificante al ya no verlo junto a sus guardias (que se habían unido a la revolución al ellos también, al estar cansados del pobre idiota). Estaba ya prácticamente solo con sus colegas. No había ya nada que hacer en ese diminuto cuarto, que cada vez se hizo más pequeño, y en el que solo quedó seguro un estrecho rincón, donde el pobre imploró incluso a los dioses que criticaba.
La escuela fue libre otra vez, y se dice que nunca brillo más que cuando el pequeño líder yacio por fin en la calle, sin ropa y lleno de moretones y con la nariz que le sangraba a montones. Algunas personas juraron verlo ahí tirado en la carretera, y que según ahí estuvo tirado hasta que decidió levantarse. Lo último que se vio de él es que estaba caminando desesperado por llegar a casa, no pareciendo estar en muy buen estado, tropezando de vez en cuando y yendo muy lento.
Su final también es muy discutido. Algunos le dan un toque de ironía al contar que sus padres, avergonzados por lo que habría hecho su hijo y las cosas que les decían sus amigos, decidieron tomar unas vacaciones (de las que pudieron volver tiempo después al pueblo, o no, depende del tipo que te narre esto). También se dice de un final más justo para el joven, donde fue azotado por sus progenitores por horas y horas, e incluso siendo castigado en su habitación por días enteros.
Sea como sea, es obvio que nunca se le da un final correcto a esta clase de personas.