Un día un extraño hombre me recogió de la calle donde solía vivir. Me llevó a su enorme casa, me alimento, me compro ropa nueva y dijo que quería un trato, él me daría todo lo que necesitara a cambio de fingir ser su esposa, de hecho nos teníamos que casar de verdad, pero no habría intimidad alguna.
Me pareció extraña la oferta, pero terminé aceptando, cualquier cosa sería mejor una fría calle, incluso el hombre no lucia mal para nada así que si hubiese pedido intimidad no hubiese sido un problema. El hombre pidió otra condición, me mostró una habitación que quedaba en el sótano, era señalada con un color violeta incluido la puerta.
Ese pedido me resultó extraño, pero tampoco le di importancia, de seguro quería un lugar para ser el mismo, tener sus cosas. En la enorme casa tenía un servicio de limpieza día veces por semana, yo no tendría que hacer mucho solo mantener el orden y cocinar. Él era muy reservado y no le gustaba que hubiese personas en casa.
Al fin nos casamos, me presento a todos sus amigos del trabajo, él no tenía familia o si menos nadie asistió a la boda y yo menos, si tenía, pero me dieron la espalda hace mucho así que ni me moleste en decirles. Salíamos de fiesta y hacíamos viajes, para todos éramos la pareja perfecta.
Llegó un día en que me pidió que tuviéramos un hijo. No le vi el problema a su pedido incluso deseaba ser madre, lo malo era que como lo haríamos si jamás habíamos intimado. Él se perdía algunas noches al mes, otras veces pasaba horas en la habitación violeta, que creí que tenía otra relación con alguien casado y me usaba para despistar.
Tuvimos sexo y fue fabuloso, era un gran amante, lástima que no sería por siempre. Luego de varios intentos al final lo logré salí embarazada y él se puso muy feliz. Todo volvió a lo de siempre, no volvió a tocarme ni un pelo, seguía desapareciendo algunas noches y pasaba horas en su cuarto violeta.
Ya tenía unos nueve meses, estaba próxima a dar a luz cuando buscando en el sótano unas cajas para guardar cosas que no usaría por un tiempo sentí la vez de una chica que pedía auxilio. La voz venía de la habitación morada, me acerqué y puse mi oído en la puerta y efectivamente, había una chica dentro.
El miedo se apoderó de mí y subí rápidamente, por qué habría una chica ahí, me preguntaba una y mil veces. Él llegó como de costumbre y fue directo a la habitación, paso horas allí. Está vez presté más atención sin que se diera cuenta. En la madrugada sentí como su auto se puso en marcha, baje rápidamente al sótano cuando se marchó.
Puse mi oído en la puerta y di tres toques, pero nadie contestó, solo había silencio. En el suelo había un rastro de gotas de sangre. Volví a la cama e intenté dormir. Los días pasaron y él se ausentó nuevamente, cuando regresó fue en la noche y únicamente se encerró en la habitación violeta. Esa noche se me presento el parto, lo llamé por teléfono y fue en mi auxilio.
Me dejó en el hospital y regreso a la casa. Aproveche su ausencia y le pedí al médico que llamara a la policía, en la espera di a luz un bebé precioso de ocho libras. Al salir de recuperación un policía esperaba, le comenté mis sospechas sobre mi esposo y fueron a comprobar.
En efecto ni esposo era un asesino en serie, la habitación violeta era el centro de su fetiche, luego de jugar con sus víctimas las mataba u buscaba a la siguiente. Todas coincidían con mi físico, así que fui muy afortunada de no conocer esa habitación. Él fue encerrado inmediatamente.
Pidió vernos, no me negué, si final él a mí me dio una oportunidad. Le mostré nuestro hijo, pero jamás volví a saber de él. El bis dejó todas sus propiedades y su dinero, yo los tomé, vendí todo y me fuí lo más lejos posible de todo. No quería que ni hijo supiese quién era su padre y ser castigado por ello.