Desde mi ventana veo a mi vecino nuevo, se muda a una casa justo frente a la mía, puede ver como lleva cajas y cajas al interior de la casa. Hoy es mi día libre, así que no tengo otra cosa que hacer más que observarlo. También veo que una mujer lo acompaña, no carga ni una caja, solo camina a su lado, una y otra vez lo sigue.
Me resulta extraño que él no la mire, ni hablen, es como si no estuviese a su lado. Al fin termina y cierra la puerta, veo como la chica se para justo enfrente de la ventana me mira y me dice adiós con la mano, le respondo él saludo,,, pero verla me heló el cuerpo, mi piel se puso de gallina y una brisa fría recurrió mi habitación.
Como no había más que mirar regresé a mis labores. Yo vivía sola desde hace un tiempo, ya que mi novio y yo lo dejamos hace poco, trabajo desde casa, ya que me dedico a escribir para un sitio de novelas que la paga no es buena pero de momento me alcanza para subsistir, aunque pienso buscar algo mejor pronto, así que tengo tiempo libre.
Tampoco salgo mucho solo lo necesario, las compras que ni puedo realizar desde el móvil y esas cosas. Así que ni pasatiempos es mirar por mi ventana a los vecinos y las personas que transcurren por acá. La siguientes días pasaron y siempre mi vecino era el que salía de casa, ella la mujer solo miraba por la ventana.
Lo más probable fuera que estuviese como yo, aburrida sin mucho que hacer, siempre que coincidíamos ella me saludaba con la mano y yo le respondía el saludo. Así estuvimos por semanas. Él, en cambio, no miraba a nadie, siempre estaba como triste, no notaba a los demás y mucho menos a su esposa.
Me daba lástima la chica, que vida más triste tendría junto a él entre esas cuatro paredes, seguramente él no hablaba mucho con ella y la tenía de esclava, para hacer las labores domésticas y darle algún que otro placer. Tanto llegó mi interés por la chica que decidí ser si amiga y darle consuelo. Yo también estaba sola y me vendría bien una amiga.
Así que una mañana comencé a hornear un pastel, lo decore con fresas y llevé refrescos para compartir juntas. Cerré la puerta y fui a donde mi vecina. Al llegar a su puerta toqué varias veces y nada, al parecer estaba dormida o algo. Cuando casi estaba por marcharme la puerta se abrió, nuevamente mi piel se erizó por la brisa fría que corría.
- Adelante. Dijo la chica.
- Gracias. Contesté.
La encontré algo pálida, seguro estaba enferma.
- Soy Laura la vecina, nos hemos visto por la ventana, hice un pastel, ¿gustas? Le dije.
- Soy Lucía, me contestó. Iré por unos platos, gracias.
Vi cómo se marchó a la cocina y tardó más de lo normal, ya me resultaba extraño su demora cuando de la nada si esposo llegó al hogar, mi miró sorprendido.
- ¿Quién eres, Cómo entraste? Me dijo algo descolocado.
- Soy Laura, la vecina, su esposa me invitó a entrar, está en la cocina. Me apresuré en explicarle.
- Es esto una broma acaso. Me dijo indignado.
- No porque sería, Lucía me dejo entrar.
Su mirada fue de asombro al oír el nombre.
- Lucía murió el año pasado, es imposible que esté aquí.
Salí corriendo del lugar sin mirar a atrás, desde entonces jamás he vuelto a mirar por la ventana.