¿Lo ves? Ante ti está la profundidad del vacío espacial. La oscura noche de la creación. Y el silencio sin fin del cosmos. Virando entonces un poco la cabeza notarás breves destellos de cosas que están muertas o ya llevan muertas más tiempo del que tu mente mortal puede calcular. Y si una vez de un vistazo has vislumbrado el eterno vacío cósmico y luego has intentado ver los cadáveres del cementerio universal que nos alcanzan como quiméricos reflejos, no te queda más que ver entonces al gigante celeste que se presenta debajo de ti.
Tu y el Infinito
Llevas flotando ante la estación espacial un tiempo ya. No sabes cuanto durará el oxígeno. Crees que será poco, esperas que lo suficiente. La Tierra en su inmensidad avasalladora se presenta ante tí, abrumandote. Te parece increible poder notar ciertos relieves a pesar de estar separados por una distancia inconmensurable y una barrera que te devoraría y te reduciría a una bolilla de carne más que calcinada, carbonizada, antes de alcanzar siquiera el picacho de la montaña más alta. Los colores de tu mundo parecen entonces una inmensa paleta sin separaciones. Te sientes infimo. Todo lo sientes pequeño, hasta aquellos problemas que creías que no tenían solución. Tras un tiempo, la fascinación no cesa y comienza a entremezclarse con clásicas preguntas e incipientes dudas ¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué significa? ¿Cuál es el significado de todo? Nunca fuiste especificamente religioso, hiciste lo que debías, lo necesario y lo justo. Pero ahora la ansiedad te presiona a creer en Dios, a pedirle respuestas. Tienes un terrible miedo a que nada tenga sentido. La Tierra. La Tierra. La Tierra. Piensas. Reflexionas. Rezas. La visión ante ti te acongoja. Recuerdas a tu familia: papá, mamá, tu hermano pequeño. Vienen a ti visiones de tus amigos, de los lugares que te gustan, de tu comida favorita, de las canciones que te hacen vibrar y no quieres olvidar. El dulce aroma de algo recién horneado, la voz de tu cantante favorito, el beso de un amante. Eso sigue siendo tan importante que te mantiene medianamente cuerdo, pero no puedes evitar que la omnipresente imagen del cosmos te quiebre un poco y te haga sentir que nada tiene sentido. Jaja. Ríes con añoranza desde el interior del casco mientras flotas y el cordón del traje impide que te pierdas en la negrura infinita. Quieres regresar. Volver a sentirlo todo. Pero esto que esrñtas observando tampoco quieres perderlo. Tu respiración se hace más pesada. Habías salido a reparar un fisura por primera vez desde que llegaste cuado un bólido te golpeó en una dirección azarosa. Puto bólido, pensaste. La tierra y tú. Allí naciste, te criaron y formaste. Decidiste ser cosmonauta por un sueño añorante de la infancia. Hoy más que nunca estabas seguro de haber tomado el camino correcto. Jamás volverías a ser el mismo. ¿Cómo se siente acaso estar de repente ante la noche de los tiempos? ¿Estar enfrente de lo más cercano al origen de todo? No solo la Tierra. ¿Cuanto terror puede producirte ver entonces la presencia de aquel gigante amarillo o el repentino transitar de un ente errante o el intimidante silencio? Nunca sentirás nada igual, nunca se repetirá lo que estas viviendo. En este momento eres todo y nada a la vez. El resumen en carne de la historia de un mundo aún joven. El prólogo de una nueva era de expansión. Eres el fin y el principio. Contigo termina la infancia y empieza el nuevo período de tu gente. En eones, se encontrarán en los puntos más lejanos del espacio, poseeran la tecnologia más sofisticada y una fuente de energía inagotable. Se mezclaran con incontables seres de inexplicables anatomías. Y la humanidad proseguirá su viaje. Y las memorias de la tierra se perderán. Y desaparecerá. Y llegará un tiempo en que ni el sol quedará ya y el universo se replegará sobre si mismo. Pero la humanidad ya habrá llegado a otro universo, seguirá su viaje. Y cuando la raza sea ya anciana, decidirá desaparecer, por que será su elección. Y la siguiente tomará la antorcha, reiniciendo el ciclo. Pero ahora la tierra estaba patente ante ti, viva e infante aún. Hermosa y temible, una canica multicolor. Entrecierras los ojos. Ante tí danzan las imágenes de esos futuros posibles e inciertos quizás. Puto bolido, musitas. Y cierras los ojos.