Entonces, con un ánimo de levantarme y solo ver por 5 minutos un zapato para después volver a acostarme, me encaminé a la espera del transporte público para ir a la escuela. El sueño me invade como el Imperio Español al Imperio Azteca. Me subí al transporte y en cuanto tomé un asiento libre, caí en un sueño tan profundo como la oscuridad del mar, como si estuviera en coma.