Mi nombre es Gaspar Lewis I, soy el rey de Holidays y esposo de mi fría reina, Adela Lewis.
En estos últimos años ambos hemos cambiado drásticamente nuestra forma de ser, pero nunca cambiamos nuestra forma de amar al otro.
Ya casi es el 14 de febrero, y eh estado pensando en un regalo perfecto para mi reina.
Pensé en joyas, pero eso no le llama la atención a ella, además, eso ya pasó de moda entre nosotros los reyes.
Pensé en un poema, uno que exprese mi profundo amor por ella, pero la inspiración no me llega, y todos mis intentos son fallidos e inútiles.
Mi intento No.1
Cuando me miras
mis ojos son llaves,
el muro tiene secretos,
mi temor palabras, poemas.
Solo tú haces de mi memoria
una viajera fascinada,
un fuego incesante.
Mi intento No.2
Me asusta la manera en que te amo,
es como si antes de ti no hubiera nada
y después de ti tampoco.
Mi intento No.3
Mientras
yo presienta que eres y te llamas
así, con ese nombre tuyo
tan pequeño,
seguiré como ahora, amada mía,
transido de distancia,
bajo ese amor que crece y no se muere,
bajo ese amor que sigue y nunca acaba.
Todos esos poemas a vista de los demás son hermosos, pero no son perfectos, no llegan a la altura de mi amada Adela.
"Querido, ¿has visto a Leilani?" Me preguntó mi esposa con esperanza de saber dónde se encontraba nuestra pequeña hija.
"No, creí que estaría contigo o en sus clases de etiqueta, o en la biblioteca. Talvez esté con sus hermanos, a ella le encanta estar con ellos." Le dije sin apartar mi vista de los documentos que leía. Quería terminar mi trabajo lo antes posible para poder ir a la capital, tenía esperanzas de encontrar algo para ella.
Adela suspiró con pesar al no encontrar la y luego entró a mi oficina.
"¿Que te tiene tan concentrado en el papeleo?" Ella me miró extrañada por mi actitud, normalmente dejó de hacer mis deberes cuando ella entra a mi oficina.
"Nada importante." Dejé los documentos y me dirigí a ella. Le rodee la cintura con mis manos y puse mi nariz en su cuello. "Pero quiero entretenerme con otra cosa."
Adela se ruborizó por mis palabras y colocó sus manos por encima de mis hombros. Se muy bien que dije que acabaría rápido con mi trabajo, pero teniendo tal tentación enfrente de mi, creo que no podré buscarlo hoy.
"Creo que no podré negarme." Ella me dejó darle un beso, pero ya en la mejor parte alguien tocó mi puerta.
"Padre, ¿puedo entrar?" Era mi 'adorada' hija de siete años, la princesa Leilani Lewis.
"Creo que debí venir antes." Adela se rió un poco y se apartó de mi.
"Entra." Le dije un poco frustrado.
Nuestra pequeña entró y corrió abrazarme."¿Cómo estás padre?" Me extendió los brazos en señal de que quería que la cargara.
Me senté en el sofá de mi despacho y la senté en mi regazo. "Podría estar mejor." Lo dije con el fin de que mi esposa me entendiera.
Adela se sentó a la par de mi y puso su mano en mi brazo. "Concuerdo con eso." Adela me dió un beso en la mejilla y me sonrió.
"Papá, ¿Recuerdas que me prometiste que saldríamos a pasear a la capital?" Mi hija me vió con ternura.
"Si, aún no se me olvida."
Mi hija me vió con ternura y volteó a ver a su madre. "Iremos so-los los dos ¿Verdad padre?"
En realidad solo era una excusa para poder salir de palacio. "Si, claro."
Mi esposa vió seria a Leilani y volteó a verme dulcemente. "¿Cuando irán a la capital?"
"Bueno, pensaba ir esta tarde."
Adela sonrío y cerró los ojos. "Que coincidencia amor, tengo que ir a recoger un pedido en la boutique de madam Rose."
"En ese caso..."
"La boutique de madam Rose queda del lado opuesto, madre." Mi hija cruzó los brazos y puso una cara burlona.
"En ese caso... ¿En donde piensan ir? La boutique de madam Rose queda al lado de los centros turísticos." Adela puso la misma cara burlona que Lani, y la de ella cambió a una seria.
"Papá."
"¿Si Lani?" La volteé a ver.
"Mis hermanos pueden acompañar a mamá a recoger su encargo ¿Verdad?" Ella me miró esperanzada.
"Bueno... Eso no será posible. Tú hermano mayor tienen clases extra y tú segundo hermano tiene esgrima. Es por eso que ibamos a pasear nosotros ¿No es así?"
"Entonces... Mamá irá en otro carruaje." De cierto modo, Leilani se parece a su madre, me refiero a lo posesiva, intuitiva y testaruda que puede llegar a ser.
"Mm... No lo creo." Adela la cargó hasta la puerta, la sacó y le cerró la puerta en la cara.
"¡Mamá!" Gritó Melani para luego irse, porque sabe que no le abrirá la puerta, yo no le iba a abrir por dos cosas, uno, porque se comportó mal, y dos, Adela me castigaría si lo hago, ahora está en modo celosa, y sé cómo arreglar eso.
"Esa niña..."
Le abracé la cintura por detrás y le susurré al oído lo mucho que la amo, ella se sonrojó y me dió un pequeño beso en la mejilla, luego se alejó de mí y salió de mi oficina.
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Hoy, 14 de febrero, el día de los amantes, el día del amor y la amistad, el día en el que se dan obsequios o confesiones, yo, por otro lado, no tengo nada.
Mi esposa me dió una piedra mágica, la cual había buscado por años, pero no la había encontrado, hasta que ella me sorprendió con esa joya.
Mis suegros se quedaron con nuestros hijos en lo que nosotros íbamos a dar un paseo por la capital.
"Cariño ¿A dónde me llevarás?" Ella estaba impaciente por saber cuál era mi sorpresa.
La del año pasado fue un poema en medio de un baile, la del antepasado, un viaje para nosotros dos solos (algo que no hacíamos desde que nació Gasper, nuestro hijo.), y la del anterior a ese, su postre favorito hecho por mí, aunque no me enorgullece mucho el resultado, ella dice que sabe bien.
Llegó la noche y no tenía regalo aún. Era hora de ir a la cama, pero no le había dado nada, eso me hacía sentir mal, ella se esforzó en encontrar la piedra que tanto anhelaba y yo no le he dado ni una sola flor.
Ella estaba en el balcón viendo a la luna, yo acababa de terminar de ducharme. Salí con ella, esperando que me llegara alguna idea, aunque era demasiado tarde.
Tenía que decírselo, tenía que ver su rostro de decepción ¿No es así?
"Adela, yo... No sé cómo decírtelo, yo no tengo nada preparado para tí hoy, lo lamento."
"¿De que estás hablando?" Ella ladeó la cabeza, suspiró y se acercó a mí, luego dulcemente acarició mi rostro. "Ya me diste lo que yo quería, lo que yo anhelaba Gaspar."
Le agarré la mano y miré hacia abajo algo triste. "¿Que te he dado? No te he dado ni un obsequio ¿Cómo es posible que te haya dado algo?"
"Gaspar, levanta la mirada."
Levanté mi vista y la miré a ella, quién me daba una cálida y dulce sonrisa.
"Tú me diste una familia a la cual amo mucho, tú me diste al mejor esposo que hubiera podido desear, tú me diste todo el amor que tenías, al igual que tú tienes mi corazón. Gaspar, no se trata de dar regalos este día, se trata de pasarlo junto a la persona que amas. Además, talvez mentí un poco sobre la joya que te regalé."
"¿Que?"
Ella rió un poco y me miró. "Esa piedra siempre estuvo bajo mi poder. Vi que en verdad la querías, por lo que no dije nada y esperé este día. Por favor no se enoje conmigo majestad, su reina solo quería guardar el mejor regalo que pudiera imaginar, además, me sentía un poco avergonzada por no haberle dado un buen regalo los años anteriores."
"¿De que hablas? Tú eres el mejor regalo que alguien me hubiera podido dar."
Ella me lanzó una mirada dulce y ahí fue cuando entendí que, no importa si te dan el mejor regalo del mundo este día, sinó fue dado con amor y cariño, es un regalo vacío.
¡¡FELIZ DÍA DEL AMOR Y LA AMISTAD A TODOS!!