Saben, la vida de por si es complicada, uno se levanta cargado de deseos, miedos y ansiedades y, por si fuese poco están ellos…
Hoy me desperté como siempre bajo un techo conocido; no estoy muy seguro de llamarle hogar….
- ¡Hola mamá! (O eso creía que era)
- Buenos días corazón, ya desayunasteis.
- No tengo tiempo, voy tarde. (le dije mientras dejaba la casa con apuro)
Ellos siempre han estado presentes, antes podia descansar con mis píldoras pero últimamente no paro de observarles. Rara vez hacen contacto visual, es como si me evitasen, algo por lo que me siento aliviado.
-Hola Sidane. ¡Llegas tarde!
Si ese es mi nombre, Sidane el rarito del insti, Sidane el maniático que ve cosas. Muchos dirían que solo sufro de esquizofrenia, eso seria lo normal en estos casos mas:
- Deberías revisarte la pierna, creo que no te encuentras bien.
- ¿Como lo sabes, no le he dicho a nadie?
- Llámalo intuición
O eso desearía que fuera, es como si ellos fueran un reflejo de las personas solo que mucho mas perturbador. Su forma varía en dependencia de la persona pero todos son aterradores. Con el tiempo me di cuenta que si tapaba mi ojo izquierdo dejaba de verlos pero no es muy cómodo andar por ahí con un ojo tapado, a demás solo son reflejos turbios de las personas, mas que molestar me permite ver el estado de las personas e incluso sus intenciones.
Este día en el insti terminó antes de lo provisto, o es que el tiempo se me escapaba de las manos. Sea lo que sea, ya era hora de regresar a casa. La tarde se veía extraña, aun mas extraña mientras caía la noche ya que el color rojizo seguía tiñendo los cielos. De camino a casa me tope con uno de mis vecinos…
- ¡Ten mas cuidado, mocoso!
- Eso haré señor Tamada
- ¿Que, yo no he dicho nada?
- Eh…
El no me había hablado… Debí haberlo imaginado, ellos nunca han hablado. Le observé por unos segundos para estar seguros y, sorprendentemente me devolvió la mirada; eso nunca había sucedido. Sentí un escalofríos recorrer mi espina el cual aprovecho para abandonar el lugar lentamente hasta llegar a casa. Rodeado de confusiones decido tomarme una ducha. Como siempre, mi reflejo en el espejo estaba difuso, se siente grato ver que algunas cosa no cambian, o eso pensaba.
A estas horas, mi madre ya había terminado la comida y puesto la mesa así que baje a comer junto con ella. Mi madre se encontraba de espalda situada frente a la tele, una mala costumbre que tenía, simplemente lo ignoré como siempre y comencé a comer.
- Creo que debería revisarme de nuevo con el Psiquiatra
- ¿Por que lo dices, acaso estas mejorando?
- Todo lo contrario, hoy incluso creí escucharlos hablar
No me había dado cuenta pero mi madre ya no se encontraba de espaldas mirando la tele, si no a mi lado escuchando atentamente, algo completamente raro llegado estas horas.
- Por supuesto, estoy segura de que al doctor no le importará echarte un ojo, pero dime… (hay va la pregunta de todos los días) ¿Puedes verme?
- Mamá, ya te he dicho que nunca he podido ver eso en ti o en mi, el medico dice que es por que no siento que deva desconfiar de ti…
Pero esta vez no fue como las anteriores, su piel era grisácea y presentaba marcas por todo su cuerpo como stigmas negros.
- ¿Te sientes bien? Estas un poco pálido. ¿Necesitas un abraso?
Poco a poco su cuerpo fue deformándose, su rostro parecía sacado de una peli de terror, sus brazos y piernas se alargaron y de sus estigmas se alargaban tentáculos negros.
- No te ves muy bien. ¿Hijo, puedes verme?
Sus manos tocaron mi rostro y acariciaron mi mejilla, es como si se comportara como mi madre. Luego de unos segundos de trauma, suena el timbre de la puerta; eran los molestos vecinos que, solo esta vez, fueron revividos por mi gratamente. Ellos… y ellos se sentaron en el sofá de la sala. (Lo que me faltaba, 3 de esos sumados a mi madre) En mi interior agradecía desesperadamente su llegada ya que me libraron de una escena de mis peores pesadillas. Mi madre se entretuvo hablando con mis vecinos mientras yo analizaba la situación un poco traumado. La conversación se tornaba amena hasta que de pronto uno de ellos comenzó a hablar de nuevo.
- ¡No sabes cuanto odio a esta perra!
Acto seguido comenzaron uno a uno a decir lo que pensaban.
- No vendría aquí si no es por que necesito su boto.
- Esta perra es buena, me vendría bien cogérmela, si no fuera por el insufrible de su hijo
Estaban hablando de mi madre, se que en este momento se veía orrible pero quería creer que todo era producto de mi enfermedad. Sus voces llenas de insultos y criticas comenzaron a acomunarse en mi interior convirtiéndose en ira hasta que ya no pude contenerme y grité.
- ¡Pero podeis callarnos de una vez ya me tienen harto con sus criticas!
Pude sentir el mismo escalofríos recorrer mi espina otra vez, ellos me estaban mirando, una tétrica sonrisa se dibujaba en sus rostros mientras, poco a poco, esas criaturas se acercaban a mi y no creo que con buenas intenciones. Ellos me acorralaron contra la pared, esas cosa cortaron mis salidas en las tres direcciones y, justo cuando estaban a punto rosar mi piel, el rostro del primero se deforma excesivamente hacia dentro para luego reventar en pedazos, la cabeza del segundo rodaba por el suelo mientras un chorro negro manchaba mi cuerpo y para el tercero, su pecho se abrió como si fuese atravesado con una estaca. El líquido negro que manchaba mi cuerpo se esparcía por todo el suelo hasta mezclarse con otro de color rojizo, era sangre. A lo lejos, junto al sofa donde se encontraban mis vecinos, Podía ver borrosamente a la criatura en la que se había convertido mi madre bañada en la sangre de mis antiguos vecinos. ¿Ella me había salvado? ¡No!
- Así que podías verme…
Simplemente le estorbaban. El escalofrío ahora se convierte en temblores a lo largo de todo mi cuerpo, mis instintos me decían que corriera tan rápido como pudiera pero al abrir la puerta, la vuelvo a cerrar. Estaba totalmente rodeado; era como si todo el pueblo se hubiera puesto de acuerdo en traer esas cosas a mi casa. No había escapatoria.
- Ella dijo que vigilarte era en vano, ella dijo que no debía tocarte pero… no he comido en años con tal de velarte, no he dormido nada con tal de observar tus sueños, y ahora que me has visto no hay vuelta a tras. Dejarías a mamá devorarte….
Sentí una especie de descarga en todo mi cuerpo que, acompañada de mis gritos de pánico acabaron por arrebatarme la cordura y perdí la consciencia. Al despertar sentía un terrible dolor en todo mi cuerpo, como si mis huesos se hubiesen roto uno a uno. Desperté en la calle, el nauseabundo olor a muerte me asfixiaba. Los cadáveres apilados a mi alrededor superaban a las bajas de una mini guerra, su sangre se esparcía hacia todo lo que viese, las paredes teñidas de escarlata acompañados de restos destrozados revolvían el estomago de cualquiera y un intenso sabor a hierro an mi boca decían mucho de lo que había sucedido. Al mirar mis manos ensangrentadas solo podía llegar a una conclusión, yo había hecho esto.
*Trick*
Escucho el gatillo de un arma justo a mis espaldas, no había forma de librarme esta vez y tampoco es que quisiera, ya era tarde para salvar mi alma. El rugir del cañón ciega mis ojos y termina con mi pecado junto con mi vida….