"No podía entenderlo. ¿Cómo había sucedido? ¿Cómo se había transformado el hombre amoroso del que me enamoré en ese monstruo? Ese no podía ser mi Alfa, no, no podía ser... ¿O sí? Quizás sí lo era.
—Estaremos juntos por siempre, como te juré en el altar. Por toda la eternidad, ni la muerte nos separará —me sonrió, su rostro completamente desfigurado por un balazo, vistiendo la misma ropa deportiva con la que lo había sepultado."