Era una noche de verano en la ciudad, el calor se sentía como una manta pegajosa que cubría todo el ambiente. En medio de la multitud que paseaba por las calles, dos personas se encontraron.
Era un chico alto y fornido, con una camiseta ajustada y unos pantalones cortos que resaltaban sus musculosas piernas. A su lado, una chica con un vestido ajustado y un escote que dejaba ver sus curvas.
Se miraron intensamente y supieron de inmediato que querían lo mismo: una noche de pasión. Así que, sin decir palabra, se dirigieron a un hotel cercano y subieron directamente a la habitación.Una vez allí, se desnudaron mutuamente y comenzaron a besarse apasionadamente.
Él la tomó en brazos y la llevó hasta la cama, donde la acostó delicadamente. Entonces, comenzó a besar su cuello y sus pechos, mientras ella gemía de placer. De repente, la puerta se abrió y entró una figura sorprendente: era una chica joven y atractiva, con el pelo corto y una sonrisa traviesa.
Se acercó a ellos y comenzó a acariciar a la chica, mientras él seguía besando su cuerpo. Los tres se enredaron en un torbellino de pasión y lujuria, entregándose completamente al momento.
Después de un tiempo, los tres se quedaron dormidos, agotados y felices. Al despertar, se dieron cuenta de que habían compartido algo especial, algo que nunca olvidarían. Y aunque cada uno siguió su camino, nunca dejaron de pensar en aquella noche de verano, en la que se entregaron al deseo y al placer sin límites.