—No llores, por favor… — Dijo acariciando su mejilla.
—Solo quiero que el dolor pare. — Respondió mientras sujeta su mano.
El amor, era joven y fuerte, tan fuerte que llego a alucinar con un final irreal para ambos jóvenes. Tirados en el suelo, mirando el suelo de un naranja bonito de ese naranja que te enamora del atardecer que te permite recitar un poema romántico, pero no lo dice por miedo a quedar en ridículo. Tan joven era el amor que ninguno noto cuando el sol, llego a esconder para que las nubes oculte las estrellas y todo se volviera oscuro, pequeños copos de nieve caen con rapidez.
Ambos jóvenes se miran, para darse el último beso ella sonríe, pero en él no se puede dibujar su sonrisa, el dolor que siente la joven es tan fuerte, que sujeta sus muñecas con fuerza a tal punto que no puede controlarla. Las nubes se movieron un poco, dejando entra la luz de la luna, haciendo que la joven enloqueciera.
—Tranquila, detendré el dolor. Lo prometo. — La acomodo en su pecho para abrazarla. — Y mataré al que te ha hecho esto. —
Aquellas palabras resonaron en la cabeza de la joven y su cuerpo comenzó a cambiar hasta tomar forma de un gran lobo de color gris, el joven respiro profundo y levanto el brazo que en su meno sujeta un arma con balas de plata, apuntando hacia la que era su novia y la única chica que llego a mar con locura.
—Lo siento, realmente los siento. — Aquel lobo feroz, se posicionó para atacar al joven.
Se levantó del suelo y el lobo comenzó a correr, hasta que el fuerte estallido del arma que expulso la bola por el gatillo que el joven apretó, derribo al gran lobo. Los aplausos de los ancianos lo rodearon de a poco, haciendo que el joven los mirara con odio.
—Gracias. — Sonrió.
Levanto la mano, con la que sostiene el arma y saco el cargador para ponerle una segunda bala, cargo el caño, para luego apuntar por debajo del mentón y apretó el gatillo. El disparo asustó a todos lo que observaban, su cuerpo cae el suelo desplomándose.
El hijo del jefe de cazadores, se suicidó por la joven loba. Hoy no había nada que celebrar.