Me levanté y eran las nueve de la mañana y, como de costumbre, me dirigí al pasillo, encaminandome hacia la sala donde curiosamente estaba toda la familia en un brumoso silencio. Me acerqué al menor de mis hermanos, Mateo, y le hablé pero ni siquiera se fijó en mí, solo trataba de consolar a una de mis hermanas mayores, Martha, quién lloraba desconsolada en sus brazos.
Por qué lloran? - pregunté acercándome a Jonás, mi mejor amigo, que solo se limitó a mirar a las escaleras, como buscando que alguien apareciera.
Debemos irnos, Mortimer - una especie de hombre alto, cubierto con una vestimenta parecida a una túnica de color negro, me habló y se me acercó -
Qué es lo que sucede? Por qué mi familia está llorando y, al parecer, no me ven ni me oyen? - pregunté algo alterado, si era lo que yo creía, al menos quería despedirme de ellos.
Ya es tarde y debemos irnos - contestó, mirando un reloj de arena, la cual sostenía con su esquelética mano -
Déjame al menos despedirme de mi amigo - hablé rápidamente, mientras lo tomaba del brazo con cuidado.
El hombre me miró por un rato. Su mirada era difícil de descifrar, era una mirada llena de cautela, misterio pero, sobre todo, comprensión... Después de unos momentos el hombre se zafó de mi agarre y volvió a mirar su reloj de arena, para luego dirigir su mirada hacia mí.
Puedes despedirte de una sola persona, y solamente tienes diez minutos desde ahora - se alejó un poco de mí y miró a las personas detrás - Elige a alguien para que pueda verte y despedirse - añadió mientras se recostaba en la pared.
Señalé a mi mejor amigo, Jonás, y él como por arte de magia, nos puso a los tres en el patio de mi casa. Luego de unos segundos mi amigo se percató de mi presencia y comenzó a llorar abrazado a mí, mientras se aferraba a mi camisa.
Mortimer? Eres tú realmente? - Jonás no podía hacer entender sus palabras, el llanto y el nudo que tenía en su garganta no lo dejaba.
Soy yo, amigo. - lo abracé tratando de consolarlo y resultó lo que esperaba. Poco a poco se iba tranquilizando y cuando ya estaba calmado, se separó de mí y me miró fijamente.
Te vas... cierto? - su voz se quebró mientras sus ojos azul cielo trataban de retener las lágrimas.
Así es, ya llegó la hora de irme. Por eso estoy aquí, para el último adiós - le acaricié suavemente la mejilla mientras él cerraba los ojos, al sentir la cálidez en mi palma.
Mortimer, aunque no te lo pude decir en vida, déjame decírtelo ahora mismo - sus ojos se abrieron, dejándome ver una mirada llena de apego emocional, ese apego que solo tienes con quien amas de verdad.
Mortimer,solo te quedan dos minutos - me recordó aquel hombre que, pacientemente, esperaba en una esquina cerca de la casa.
Volví a poner mi atención en Jonás, quién me miraba como si ya supiera lo que pasaría a continuación y me besó. Era un beso lleno de amor, ternura, pasión, dolor y llantos acumulados por no haber podido hacerlo en vida, vida que ya sa había acabado, al menos para mí.
Segundos después nos separamos para recuperar el aire, Jonás aprovechó el momento y rápidamente me dijo lo que por meses ambos queríamos escuchar.
Te amo - dijo en un susurro entendible, acto seguido me dió un fuerte abrazo mientras ocultaba su rostro en mi pecho, tal cual lo hacía cuando éramos tan solo unos niños llenos de valentía, pero que rompían en llanto cuando algo mal salía.
Te amo - le susurré, para después alejarme de aquel abrazo que, para mí, terminó tan rápido como mi vida, vida que no aproveché al máximo, pero aún así disfruté cada día de la compañía de las personas que quería, y amaba con el alma.
Adiós, Mortimer, te amo y siempre lo haré - terminó de decir Jonás para después alejarse un poco de mí mientras me mostraba la sonrisa más pura y bonita que alguna vez me dió.
Dile a la familia que no llore, porque no ha sido tan malo irme, que sigan con su vida y tú también. La vida sigue y ustedes deberían hacerlo también - le contesté mientras lágrimas caían por mis mejillas - Te amo Jonás, cuídate - añadí mientras sentía la mano de aquel hombre agarrándome por el hombro, dándome a entender que ya era hora de irme.
Adiós - tras decir eso y alejarme, en mi mente empezó a llegar los recuerdos de cuando era niño; cuando fui rechazado por mi primer amor, las veces que peleaba y me reconciliaba con mi familia; el año en el que empecé a ver los sentimientos que tenía hacia Jonás, los inolvidables paseos con mis amigos; las interminables fiestas de cumpleaños, borracheras, mi graduación; el primer y última beso que me dió Jonás: mi mejor amigo, mi hermano, mi confidente, aquel que amaba con todo el corazón y el alma en vida y aún después de la muerte.
Caminé con el hombre hasta una especie de portal que no sabía a dónde me llevaría, si a un nuevo mundo, a una nueva vida pero lo que si sabía era que de nada me arrepentía, hice todo lo que quise en vida y ya era la hora de aceptar mi final... o más bien mi nuevo comienzo.
Al estar al borde del portal miré hacia atrás y, como suponía, allí estaba, mi último amor y al mismo que le dí mi último adiós. Le sonreí a la distancia e hizo lo mismo. Volví mi mirada al portal y cerré los ojos, dando los primero pasos a "Mi Nuevo Comienzo".
El Fin...?