Despiertas en la noche y notas que no estás en tu habitación como la noche anterior. Das una mirada a tu alrededor con nerviosismo, notas que las paredes están de un color grisáceo, sin vida. Te levantas del suelo helado, pero, sientes como todo el cuerpo te duele. Ahí es donde te das cuenta de tus heridas, tus brazos están llenos de cortadas, por la profundidad parecen hechos con un cuchillo, uno muy afilado. Tu pierna derecha está tan golpeado, sin embargo, te levantas apoyándote de la pared cercana.
Cuando escuchas un grito de dolor, mezclado con miedo y angustia, intentas esconderte por algún lado, pero, no hay muebles en esa habitación, solo las paredes grises son tus compañeros.
Te agachas y te acurrucas en un rincón, sientes cansancio a pesar de no haber hecho nada, y aunque intentes permanecer despierta el sueño te lleva.
Abres los ojos cuando sientes manos recorrer tu cuerpo, te sorprendes y te mueves con brusquedad. Evitando todo contacto.
Las manos son insistentes, cuando regresas en si, ves mejor su rostro, está cosido en partes, los labios destrozados y la forma de su cabeza anormal, un ser sacado de película.
Gritas pidiendo ayuda, intentas correr o alejarte de esa cosa, pero, caes al suelo debido a las cadenas que te retienen. Hace un momento atrás no las llevabas puestas, esa cosa te lo puso mientras dormías.
Entre lágrimas le pides que te deje en libertad, juras no decir nada a nadie y que te llevarás todo a la tumba, sin embargo, ese ser te mira con curiosidad, no prestando atención a lo que habías dicho.
Esa cosa hace unos sonidos extraños, eso hace que tu corazón se sienta más inseguro, sientes tanto miedo que no paras de sudar. La mirada de ese ser es penetrante, intimidante como la de un lobo o una bestia salvaje, mejor dicho.
El ser vuelve a manosearte, lo sigue haciendo por unos cinco minutos. Debido al miedo no mueves ni un dedo.
Mientras esa cosa te tortura física y psicológicamente, piensas en como era tu vida antes de eso.
Hay tantos arrepentimientos, sabes que le debes disculpas a los que lastimaste, ignoraste y menospreciaste.
Primero a la mujer que te trajo a la vida, vida que has maldecido un par de veces porque nada sale como querías, sabes que necesitas disculparte por haber discutido con ella y decirle que la odias tanto que desearías que estuviera muerta.
Con tu mejor amiga, fuiste una mala amiga, le robaste el novio. Ahora que piensas en esas cosas, sientes que mereces todo lo que te pasa. Que si es este tu castigo, por muy doloroso que sea, tienes que recibir lo merecido.
«Lo que siembras, recoltas»
Siempre te sentiste superior por el hecho de ser «diferente» pensabas que eras alguien especial, pero, solo eres una niña insegura que no acepta la realidad.
Pensaste que era buena idea ignorar a los demás, solamente porque leías un par de libros que ellos no conocían, los veías como unos pendejos, unos incultos, solamente porque tú tenías algo que ellos no.
Te consideraste buena persona por haber dado un consejo, aunque más bien era una crítica, una burla de la situación.
Y al final, lo que creeiste tener, no lo tuviste jamás.
Eras ladrona, hipócrita, estúpida, narcisista y una egoísta.
Ahora todos descubrieron el monstruo que eres, el ser anormal que eres. No te quieren cerca y terminas sola, como siempre tuviste miedo de estar.