Hace miles de años, en un pueblo olvidado por el tiempo, había un varón que vivía en las afueras de la aldea, todos lo conocían por ser un viejo cascarrabias. Se dice que antaño estuvo casado, pero que al perder a su esposa todo cambió para siempre en él.
Un día, un grupo de mocosos traviesos fueron a su casa que se decía estaba encantada, aprovecharon que el hombre estaba afuera, dando un paseo nocturno por el bosque en compañía de su linterna. El varón conocía a la perfección el lugar. Este grupo de mocosos traviesos entraron sin permiso a la casa del señor y comenzaron a vandalizarla, robando objetos de valor por aquí, pintando paredes por allá, y rompiendo fotografías y retratos del tipo y su esposa.
Una vez que los mocosos hicieron lo suyo, el varón regresó a su residencia, solo para ver el desastre que dejó el trio de inadaptados sociales. Juró por su alma que iba a tomar venganza, así que cogió una pequeña hacha en su mano derecha, tomó un sombrero de alas grandes y se colocó su gabardina marrón, más el destino no quizo que cumpliera su promesa, pues por accidente derribó su linterna de aceite, probocando un incendio en su casa, incendio el cual intentó apagar, pero debido al entorno y la resequedad del aire de verano, el siniestro se propagó muy rápido. El varón no quería morir sin antes hacer pagar a los que hicieron esto, por lo que se colocó una máscara antigas para poder respirar en el entorno, pero por desgracia, sus botas de hule se prendieron fuego y las llamas ya lo habían cubierto al poco tiempo. Se dice que murió con el hacha en su mano derecha y su linterna en la mano izquierda, la cual tomó en un intento desesperado de locura para salir al exterior y buscar entre la maleza a sus supuestos verdugos.
Al año siguiente del incidente, un grupo de leñadores que iban por algo de madera para sus hogares, se toparon con la cabaña consumida, de la que solo habían quedado las paredes carbonizadas. Un leñador curioso entró para ver qué podía encontrar, el resto se adelantó.
Al cabo de unas horas, ya tenían su madera recogida y se iban a ir, de no ser porque aún faltaba uno de ellos, por lo que fueron a reclamarle por su pereza, qué sorpresa se llevaron al ver que aquel hombre yacía sobre el suelo de la chamuscada cabaña, sobre un charco de sangre y una cortada horrible que iba del hombro al hígado, el corte era limpio y preciso, todos quedaron horrorizados ante aquello por lo que llamaron a las autoridades a hacer investigaciones pertinentes, obviamente los sospechosos siempre eran los mismos compañeros, hasta que otro incidente similar probaba lo contrario. Pues dentro de la comisaría, en una celda a la que nadie podía tener acceso, uno de los leñadores fue asesinado a sangre fría mientras dormía, pero el pobre individuo alcanzó a ver a su atacante antes de que este lo decapitara en su cama. Uno de los leñadores reconoció el corte hecho sobre la cama, era un hacha, pero no se explicaban cómo es que el corte en el colchón estaba negro, como si lo hubieran quemado.
El terror siguió a la semana siguiente, cuando una niña de trece años sufrió el mismo exacto destino al adentrarse en el bosque. Ahora era personal, alguien, un psicopata andaba suelto y matando con un hacha. A los tres días un extranjero que se alojaba en un motel de paso fue ejecutado de igual manera. Pero no fue hasta que un político, de la ciudad grande más cercana, falleció de la misma manera, en su baño, que el asunto había escalado a detectives privados, los cuales notaron algo curioso en los ojos de todas las víctimas, estos ojos estaban inyectados en sangre y tenían la cornea reseca, como si hubieran sido expuestos a una potente y cegadora luz antes del ataque.
Pero los ataques continuaron, y siempre era sin testigos, las personas asesinadas no tenían ningún tipo de relación entre sí, excepto por los leñadores.
Una noche, mientras los policías investigaban el caso en el pueblo, uno de los policías dijo haberlo visto, era alto, con una gabardina marrón, un enorme sombrero negruzco, una máscara de gas que ocultaba su rostro, una larga cabellera grisácea, llevaba un hacha en su mano derecha y una linterna en la otra mano, con la cual alumbraba a sus víctimas directo a los ojos, explicando el fenomeno. El oficial había perdido el brazo, pero sobrevivió, solo para que, mientras daba su declaración, su espalda fuera cortada desde la nuca hasta la lumbar, matándolo en ese instante. ¿Lo curioso del asunto? Nadie vio a su atacante a pesar de haber seis testigos en la escena. Era invisible.
Sabían que esto era obra de un espectro, por lo que contactaron a mediums y exorcistas, pero nadie pudo dar con su paradero, ni siquiera los poseedores de Dalladalt, una enfermedad que les permitía ver fantasmas. Las masacres continuaron, y esta vez había más sobrevivientes en otras partes del país. Ese espectro era poderoso, el más poderoso al que quizá se hallasen enfrentado antes.
Todo cambió cuando un exorcista se volvió víctima de aquel ser, pudo describirlo y dibujarlo, además de analizarlo a fondo, el Hombre de la Linterna, como lo apodó, no solía correr, simplemente caminaba, y aquellos que serían sus víctimas eran los únicos que podían verlo y la luz de su linterna de aceite. El exorcista lo enfrentó y lo expulsó al otro mundo. Solo para que tres días después, ese mismo exorcista haya sido asesinado mientras dormía por el mismo demonio que había expulsado.
Los años pasaron y varios exorcistas intentaron expulsar, y mantener en el otro lado, a dicha entidad, pero de alguna manera u otra, siempre regresaba incluso si lo sellaban en piedra. Lo que lo convertía en el espectro más poderoso al que jamás habían enfrentado antes.
Desde entonces, el Hombre de la Linterna es sinónimo de una muerte inminente la cual solo puedes retrasar si huyes al otro lado del mundo, pero eventualmente, esa figura ominosa, siempre te encuentra para cortarte con su hacha mientras ilumina tu cuerpo con su potente linterna de aceite. Incapaz de hacerle algo porque no puedes con un espíritu vengativo, el cual no descansará hasta descubrir quiénes le hicieron lo que le pasó y matarlos él mismo. Por desgracia para él, nadie supo quién vandalizó su casa, pero esas personas que él busca, ya llevan miles de años muertas, por lo que este espectro, aunque dialogues con él, es inútil. Ese poltergeist te matará de todas formas. Así que si vez una luz que nadie más puede ver, por más que corras, él te alcanzará, y si decides quitarte la vida, la muerte no tendrá piedad de ti, pues una vez que miras su candela, ya estás predestinado a morir por su mano espectral.