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Cómo cada mañana en los lagos de media luna, se encontraban los futuros reyes de distintas naciones.
Adriana Manchester por su parte era del reino de bringerland, el que está en guerra contra el reino de Sheisland el cual su futuro Rey es Jane William.
Ambos son dos enamorados que desde que se vieron se amaron perdidamente, pero no todo es color de rosa.
Su amor es prohibido, sus reinos están en guerra, y ese amor puede ser tomado como traición.
— Adriana mi cielo, por fin puedo verte — dijo cuando la abrazó y su nariz inhaló profundamente de su cuello.
— Lo mismo digo Jane, estamos en una situación muy complicada por ahora y ya casi no puedo salir de casa —dijo ella al separarse y las sonrisas en sus rostros eran inmensas— creo que lo mejor es dejar de vernos hasta que esto mejore.
— Es que no va a cambiar, tu reino nunca dará posesión de esas tierras a mi reino y mi reino no desistirá sobre ello porque mi padre es muy tramposo y soberbio, cuando quiere algo, lo quiere conseguir a toda costa, por eso no podemos perder tiempo, tenemos que disfrutar nuestra luna de miel en secreto, así como fue nuestra boda en Firstland, fue lo mejor que me pudo haber pasado, me pude unir a bella esposa — dijo el rozando sus narices.
— yo tampoco me arrepiento mi amor, pero no tenemos mucho tiempo, traje algo para que comieramos y un libro para que disfrutemos de la tarde, después debo volver — dijo ella alzando la canasta en sus manos.
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Saca de la canasta una manta y la extiende en el césped de aquel claro rodeado del intenso bosque, comieron entre una charla amena, besos cariñosos y miradas llenas de amor.
El libro de poesías de Charot a Miran fue leído hasta la mitad y cuando empezó a oscurecer recogieron todo y se dieron un último beso por hoy.
— amor debemos huir, debemos planear huir cielo — dijo ella juntando sus frentes.
—¿A dónde?
— muy lejos, debemos buscar un lugar donde nuestra familia crezca, porque estoy embarazada Jane — ambos sonrieron felices de la noticia y Jane acaricia su vientre pero sus sonrisas se borran al ver a qué alrededor que muchas antorchas los rodean—¿Jane?
Había gente de cada uno de los reinos en guerra que veía todo y en carruajes estaban los reyes —¡Esto es traición!— dijo el padre de Adriana —¡Acaben con ellos!
De nada sirvieron sus gritos solo pudieron tomar sus manos y gritarse un "Te amo" antes de que sus vidas perecieran por los conflictos de personas irracionales.
Esa noche ocurrió la gran masacre entre los dos reinos dónde nacieron esas dos almas enamoradas y nadie logró salvar su vida esa fatídica tarde.
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